Cuando escucharon los sollozos de Yūichirō, tanto Asura como Krul fueron a donde provenían estos, encontrándose con la tierna, pero deprimente escena de Mikaela abrazando a un Yuu llorando a mares.
—¿Yuu-Nii-San? —llamó Asura, realmente preocupado.
En seguida, el nombrado se alejó de Mikaela quitando sus lágrimas con rapidez.
El rubio también talló sus ojos, aún si bien, no había llorado como tal, debidoa que había un par de lágrimas que no lograron salir de sus ojos.
—No pasa nada —murmuró con voz rota, acercándose a sus hermanos, para depositar un beso en la frente de cada uno—. Solo vengan aquí —pidió poniéndose de cuclillas, y abrazándolos fuertemente.
Los sollozos volvieron a Yūichirō, contagiando a sus pequeños hermanos, que se aferraron a las ropas del azabache. Aún si todavía eran tan pequeños, podían entender por lo que su hermano mayor pasaba en ese momento.
Mikaela admiró la escena conmovido, en silencio. Eran una familia fuerte, unida. Los admiraba.
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Desde aquella conversación que tuvieron, en donde Yuu le contó sus temores, la confianza había aumentado aún más, incluso la cercanía física aumentó, abrazándose, besándoze y actuando como pareja todo el tiempo.
Había algunas veces en que las caricias se les iban de las manos, y terminaban sin darse cuenta de que los gemidos salían. No llegaron a tener sexo, pero sin darse cuenta tocaban sus propias pieles, besaban sus cuellos y mordían sus labios.
Sin embargo siempre paraban. Ya sea porque estaban los hermanos de Yuu, o porque el de ojos verdes recordaba a la novia de Mikaela y una gran culpa lo invadía.
Cuando el papá del rubio iba a su casa, Mika le pedía permiso a Yuu para quedarse en la suya; de todos modos, su progenitor usualmente se quedaba dormido al instante y no sabía qué pasaba. También a veces solo iba y le dejaba dinero al rubio, quien temeroso le agradecía, para finalizar saliendo de su casa.
Su propia economía de universitario, desde que dejó de beber y drogarse, era mejor.
Antes, aparte de invitar de vez en cuando a su novia a comer, al cine o incluso a un hotel, iba a fiestas y compraba drogas muy a menudo, así como también la entrada y bebidas de los lugares que solía visitar.
Tenía mucho por agradecerle a Yuu, y en vez de decírselo, deseaba demostrárselo.
No sabía si era correcto, pero le gustaba hacerlo al besarlo o tocarlo; quizás a Yuu le molestaba, pero realmente lo dudaba. Aparte, él también lo disfrutaba, y lo disfrutaba aún más que con su novia.
Hablando de sus amigos, muy de vez en cuando le llamaban o mandaban mensajes, lo invitaban a fiestas pero él se negaba. Prefería pasar tiempo con Yuu, además de las sesiones en la terapia grupal a la que seguía asistiendo, sintiéndose cada día mucho más renovado y mucho más motivado.
No iba a negar que, a veces añoraba volver a consumir drogas o asistir a fiestas para pasar el rato, pero entonces los bellos ojos de Yūichirō se cruzaban en su cabeza, por lo que dejaba de pensar en eso al instante.
Llevaba bastante sin consumir, tanto que se sorprendía a sí mismo, ni siquiera creía que hubiese sido tan fácil de hacer, aunque claro estaba también que el proceso de cada persona siempre sería distinto, y en su caso, Yuu siempre estuvo para apoyarlo y guiarlo con su propia experiencia.
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Pronto, la navidad llegaría. Por suerte Yuu alcanzó a pedir vacaciones en su trabajo en estas fechas; lo malo es que eran apenas vacaciones de una semana, sin embargo, sí que lo disfrutaría.
El papá de Mika le envió un mensaje y le dijo que por desgracia no podría pasarse por casa ese día, a lo que sin poder evitarlo, el rubio se alegró de leerlo. Eso significaba que podía pasar la navidad con el azabache.
Y claro, con los hermanos de este.
Mika le pidió a Yuu permiso para esto, quien no se negó y le dijo que podía quedarse en casa.
De vez en cuando, el rubio invitaba al azabache a su casa, sin embargo este se negaba. No quería ser una molestia para el rubio, además de que estaban sus hermanos, tenía que pasar tiempo con ellos.
A veces odiaba cuando Yuu sacaba a relucir su autoestima. No lo dejaba ver tan fácilmente, pero era frágil, y no confiaba en sí mismo en algunos momentos.
Por Dios, Mika lo admiraba tanto, y aún así Yuu pensaba de sí mismo un poco menos de lo que era.
En serio odiaba ese hecho.
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—Sabes, no tienes qué pasar la navidad conmigo, podrías estar con tus amigos, o con tu novia.
De una manera u otra, Yuu quería sacar a relucir ese detalle, el de su novia. No se sentía cómodo y no deseaba ser solo un juguete, porque amaba a Mikaela, e incluso si se sentía importante para el de ojos azules, todavía no tenía la certeza de ser algo serio para la vida del rubio, su inseguridad martilleaba a cada rato diciéndole que solo era un pasatiempo.
—No quiero pasar la navidad con mis amigos, o mi papá. Ni con Elizabeth. Ni siquiera me gusta ahora.
Aquello, sin poder evitarlo, logró que Yuu sonriera sin disimulo alguno, cosa de la que Mikaela se percató.
—Pero es tu novia y...
—¿Quieres que pase la navidad con ella? —interrumpió el mayor.
Yuu se mantuvo en silencio por unos largos segundos. Al no encontrar respuesta, se dedicó a levantar los hombros en señal de no saber.
—Yuu-chan, quiero estar contigo.
Eso decía, pero aún no terminaba con su novia, y Yuu sentía frustración ante ello; no quería una relación así.
¿Quizás era el karma ante las injusticias que hizo con chicas que se enamoraron de él? ¿Quizás por eso se enamoró del rubio?
No tenía la certeza de los sentimientos de Mika para con él, lo que sí sabía, era que adoraba pasar tiempo juntos, y no lo desperdiciaría hablando de su novia.
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Realidad
FanfictionDonde Mikaela se droga, y Yuu quiere ayudarlo. Portada hecha por mi Kohai @_Fkxlu ‹3