Capítulo 11

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Mientras más cerca de su casa se encontraban, más nervioso se sentía Yuu, porque a pesar de que Mikaela no era la clase de personas que juzga a diestra y siniestra, aún así le avergonzaba un poco el estatus social en el que se encontraba.

A pesar de que tenía una estabilidad en la que no le hacia falta ropa, comida ni techo, y se podía permitir estudiar, su paga solo podía cubrir los gastos de su hogar y escuela, así que no podía aspirar todavía a una vivienda mejor con mejores condiciones e incluso construida con mejores materiales y en una zona mucho más segura; e incluso si a Yuu le daba igual la manera en la que otros lo vieran, con Mika difería porque lo estimaba, y si el rubio decidía alejarse de su vida por su estatus social, le dolería más de lo que dejaría ver a este. Quizá podía disimularlo, sin embargo, Yuu era una persona muy sensible a la crítica de gente importante para él.

—Sabes, Yuu... Tengo que confesarte algo —comenzó el rubio.

El de ojoa verdes se sintió extrañamente nervioso ante el comentario que había salido de los labios de su contrario.

—¿Qué cosa? —interrogó.

—Antes de que fuésemos amigos, te seguí hasta tu casa —comentó acariciando la parte trasera de su cabeza—. Incluso me metí a tu hogar y vi a tus hermanos.

El azabache, sorprendido observó a Mikaela, quien estaba levemente sonrojado.

Estaba arrepentido de lo que había hecho, pues era la vida privada del más bajo, y no tenía el derecho de irrumpir en ella de esa manera.

—Entonces, has visto mi casa.

Mika asintió como un pequeño cachorro regañado, lo que le provocó un sentimiento enorme de ternura al menor.

—Y... ¿Por qué rayos me seguiste? —preguntó divertido, admirando a Mikaela con media sonrisa, dejando de sentirse nervioso en seguida.

—Es solo que quería conseguir un secreto tuyo que te pusiese en vergüenza o algo así, pero por desgracia no encontré nada —hizo un puchero—. Aparte, eso fue antes de que nos hiciéramos cercanos.

Yuu soltó una tenue risa, negando con la cabeza.

—No sé cómo es que no me percaté de ello —admitió.

—Lo siento.

—Tranquilo, pero no lo vuelvas a hacer —murmuró sonriendo para transmitirle un poco de su calma a Mika, y que no se preocupara por lo sucedido.

Había sido malo lo que hizo, sin embargo, le estaba pidiendo perdón, por lo que le demostraba que en realidad sí se arrepentía.

~

Yuu le permitió dormir en el sofá de su casa pues no había muchas habitaciones, habían charlado un poco y enseguida se fueron a dormir.

A decir verdad, Mika admiraba al azabache.

Trabajar e ir a la escuela todos los días, durmiendo apenas unas escasas horas, aparte de cuidar a dos niños y poner el sustento del hogar debía ser duro.

Mika no tenía que preguntarle a Yuu sobre sus padres, se notaba que no estaban allí, aunque le causaba cierta intriga conocer la razón de esto.

Yuu sabía muchas cosas de él, en cambio, Mika apenas y conocía un par de cosas. Se sentía como un pésimo amigo.

~

Sonidos y olores provenientes de la cocina lograron que Mika abriera los ojos. Extrañado, miró a su alrededor hasta ver a una niña de cabellos rosados y un pequeño de cabello púrpura cocinando.

Aquello le desconcertó, no sabía que los hermanos de Yuu eran los que cocinaban. La familia de Yuu también era sorprendente. Ni su papá, ni él, sabían cocinar; por ello terminaban consumiendo comida chatarra, o yendo de vez en cuando a restaurantes.

—Buenos días —murmuró Mikaela acercándose a los niños quienes le enviaron una mirada acusadora.

—¿Eres amigo de Yuu-nii-san? —interrogó la pelirosa.

—Sí —contestó extrañado.

—¿Le has hecho daño a Yuu-nii-san? ¡Si le haces algo te la verás con nosotros! —exclamó el hombrecito.

—No, yo...

—¿Por qué estás aquí? Yuu-nii-san nunca invita a nadie, ¿lo has extorcionado? ¿Es es-

—Krul, Asura, no asusten a Mikaela —interrumpió riendo el azabache, llegando a donde los niños con el cabello mojado, producto de una rápida ducha.

Posteriormente besó la frente de cada uno.

—Buenos días, Mika —dijo el azabache.

—Buenos días.

El rubio se había enternecido con el momento familiar que vio, y con la preocupación de los tres para con cada uno.

Eran una familia bastante peculiar y unida.

~

—Deja de reirte, Yuu —pidió un abochornado rubio.

—¡Es que, es imposible que lo hayas olvidado!

—Ya te conté lo que sucedió —bufó cruzándose de brazos.

—Pero es imposible que digas que irás a quedarte a la casa de uno de tus amigos por estudios, y olvides tu mochila.

—Estaba un poco... Ya sabes, asustado.

El azabache suspiró negando con la cabeza. Su amigo rubio podía llegar a ser un idiota.

—Te prestaré una libreta para que no vayas sin nada, pero a cambio quiero que anotes completamente todo lo que veas hoy.

Mika asintió divertido por la petición de su contrario. Realmente le daba la sensación de una madre regañando a su hijo.

—Gracias.

—A la próxima pon más atención a lo que dices y haces —rió, dándole un suave golpe en la cabeza, provocando que Mika también riera.

Ya al entrar a la escuela, Elizabeth se encontraba en la puerta, dispuesta a esperar al rubio.

—Mi amor —exclamó ella con una sonrisa hipócrita dibujada en su rostro. Le gustaba que la buscaran a ella y noal revés, sin embargo, dado a que no tenía noticias de su novio, decidió buscarlo.

Tanto Mika como Yūichirō se pararon frente a ella, esperando a que siguiera hablando.

—Compré dos entradas para el cine, ¿me acompañas? —pidió con ojos dulces e incluso manipuladores.

El rubio miró de reojo a Yuu. Pasaba ya tanto tiempo con él, que se había olvidado de su novia.

—Nos vemos luego, Mika —dijo Yuu retirándose con media sonrisa, aún si no se encontraba feliz, pues no podía quedarse a escuchar conversaciones que no le incumbían.

—¿Entonces?

—Claro, ¿a qué hora es la función?

Después de ponerse de acuerdo, Mikaela se acercó para depositar un beso rápido en los labios de la chica y cada uno se dirigió a su propia aula correspondiente.

Mientras se dirigía a sus clases, Mikaela se percató de la sensación que le provocó besar a Eli. Siempre le había parecido que besar a su novia era gratificante y placentero, sin embargo, hasta ese momento se dio cuenta de que lo hacía en un intento por llenar un vacío en su pecho. Era una forma de olvidarse de sus propios sentimientos viviendo bajo la inconsciencia en la búsqueda de placer puro para olvidarte de tus propios problemas y cicatrices; y debido a que se encontraba en un proceso de sanación, en ese momento, después de ignorarse tanto a sí mismo, Mika se dio cuenta de que no deseaba una relación vacía como la que tenía con Elizabeth, sin embargo, todavía no estaba seguro de lo que buscaba en otra persona o incluso si por el momento buscaba algo serio.

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