El inicio de las vacaciones había sido un gran alivio para Yuu, que podía disfrutar más tiempo con sus hermanos y con Mikaela también, incluso aprovechaban para salir más a menudo de casa.
No ir a la escuela implicaba que tendría menos gastos, sin embargo, después se vendrían las colegiaturas, la nueva inscripción y nuevos libros o libretas para los tres, por lo que Yuu comenzaba a hacer un ahorro para cuando ese día llegara, así que incluso si salía más con los niños, intentaba hacer un ahorro para el nuevo ingreso de clases.
Lo que le ayudaba bastante, era que sus pequeños hermanos le ayudaban con una beca, y lo demás se iba para uniformes, útiles, agua, luz y comida.
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Al estar de vacaciones, Mika aprovechaba y solía ir a Sanguiem para después acompañar a Yūichirō a su casa.
Sin embargo, aquella fría madrugada, el rubio le pidió que le acompañara a caminar un momento a pesar de la hora y los copos cayendo por todas partes.
—Maldita sea, Mika. Hace demasiado frío —exclamó el azabache observando cómo el vaho salía de la boca de ambos cuando exhalaban aire, aparte de que titiritaban y sus dientes castañeaban.
—No seas exagerado —pidió ejerciendo fricción en sus brazos para sentir un poco más de calor.
—¡Incluso tú tienes frío, idiota!
El rubio rió aún titiritando.
—Ven aquí —pidió extendiendo sus brazos, un poco encorvado por el frío.
El menor se acercó al de ojos azules, quien posteriormente, rodeó el frío cuerpo del menor.
Bueno, de vez en cuando, estar en medio de la calle, en la madrugada, y con tremendo frío podía llegar a ser bastante reconfortante si estás al lado de la persona que te gusta.
Yuu correspondió el gesto, mientras unían sus labios en un suave y tierno ósculo.
Pronto se olvidaron del frío, entre roces de labios y pláticas cómodas, el tiempo se les fue de las manos hasta que llegaron al hogar del de ojos verdes quien invitó a Mikael a quedarse a dormir por ese frío día.
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—¿Por qué Yuu-chan? —, cuestionó curioso por la forma en la que de repente el mayor lo había llamado.
Mikaela acariciaba los rebeldes cabellos de su contrario, quien estaba acostado en su regazo. El de ojos azules se había sentado y recargado en un árbol de parque en el que se encontraba en ese momento.
—Porque eres tierno.
Yuu rodó los ojos, viendo a sus hermanos jugar en las resbaladillas del lugar.
—No es verdad —refutó.
—Lo es —aceptó riendo, dando un rápido beso a Yuu.
—No lo es, ¿de dónde sacas tú que yo soy tierno?
Tenía un leve puchero sin darse cuenta; Mika sacaba ese tipo de expresiones en él que le enamoraban más.
—Ahora mismo estás siendo tierno —rió presionando su nariz entre dos de sus dedos.
—Eres un idiota —murmuró sacándole la lengua.
Con Mika podía comportarse de manera infantil, y no se sentía estúpido, ni juzgado.
Ambos podían ser ellos mismos al lado el uno del otro; se complementaban. Eran tan diferentes y a la vez tan similares; dos jóvenes con problemas así como momentos felices.
—Yuu-chan.
—Que no me digas así.
—Yuu-chan. Yuu-chan, Yuu-chan, Yuu-chan, Yuu-chan —siguió repitiendo, amando cómo era sentir decir el nombre de aquel hombre que robaba sus pensamientos.
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Asura y Krul cocinaban un plato de arroz frito Mika y Yuu conversaban en la habitación del último mencionado.
Sin embargo, su plática fue interrumpida por una llamada recibida por el teléfono del rubio.
Yuu logró observar que se trataba de “Eli”.
Ahora que lo pensaba, no detuvo las caricias que Mika le proporcionaba a sabiendas de que tenía novia.
¿Qué podía hacer si se encontraba enamorado? Y no lo cambiaba el hecho de que Mikaela tenía dueña.
Tenía la pequeña esperanza de que el mayor también estuviese enamorado de él, sin saber que así era.
—¿No vas a responder? —interrogó el de ojos verdes viendo fijamente a Mikaela, intentando disimular sus celos.
—No —dijo—. No me apetece hablar con ella, eres más interesante tú —levantó los hombros para restarle importancia.
Yuu sonrió levemente, pero aún así, en esos momentos no se encontraba feliz de las palabras de su contrario.
Sentía culpa, básicamente le dijo a Mika que no debería de engañar a su novia, y estaba engañándola con él. Era un doble moralista; así se sentía él.
En la guerra y en el amor todo se vale.
Pero Yuu no deseaba herir a aquella joven; no tenía la certeza de que amase a Mika, y en varias ocasiones la vio besando a otros hombres.
A Mika también le vio engañándola, sin embargo aún sentía que estaba haciendo un mal.
—Por cierto —comenzó Mikaela, distrayendo al azabache de sus propios pensamientos —. No me contaste nunca la razón por la que me querías ayudar —razonó después de darse cuenta de aquello.
Las mejillas de Yuu se tiñeron de rojo; no desaba decir la razón de ello.
—Las adicciones son difíciles de tratar.
—Pero pudiste ayudar a Kimizuki, Narumi, Lacus o René. ¿Por qué decidiste ayudarme a mí?
—¿Te molesta que te quiera ayudar?
Mikaela soltó una carcajada sonora mientras negaba con la cabeza.
—Si te soy sincero, al principio solo fue porque me cansé de que insistieras y de que te metieras en nuestro camino, pero ahora no me arrepiento, además de algún modo también quería saber cómo eras, sin embargo, no me cambies de tema y dime por qué me ayudaste.
—Me recordabas a mí —admitió —. Ser el chico más popular de la escuela, tener amigos y novia, ir a fiestas y tener fuertes adicciones, faltar a las clases.
Mikaela abrió los ojos con sorpresa.
—¿Tú te drogabas? —interrogó logrando que Yuu pensara de su persona como un idiota despistado.
Un idiota despistado que aún así lograba que su corazón latiera tan rápido que hasta podría considerarse un ataque de taquicardia.
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Realidad
FanfictionDonde Mikaela se droga, y Yuu quiere ayudarlo. Portada hecha por mi Kohai @_Fkxlu ‹3