Capítulo 23

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—¿Quieres ir por una nieve? —interrogó el rubio a la chica al lado de él.

—Uh... Sí—aceptó seria y cortante, evidentemente molesta.

—Bien, solo dame un momento. Iré al baño.

—Vale, te espero aquí.

Mikaela asintió y caminó hacia el lugar antes indicado.

Abrió la puerta, y se sorprendió de escuchar leves sollozos provenir de uno de los cubículos. Su corazón se apretujó cuando se dio cuenta de que eran de aquel azabache de bellos ojos verdes, pues podía distinguir su dulce voz, aunque en ese caso lograba que él sintiera también ganas de llorar por escucharlo así.

Yuu en serio era un idiota, él lo amaba más que a nadie; estúpidos mal entendidos, y también estúpida postergación.

Mika entró rápidamente y una vez que salió del cubículo y lavó sus manos, abrió la puerta de la salida de los sanitarios como si hubiera salido.

Con pasos sigilosos, se quedó al lado del cubículo esperando a que el azabache saliera.

Pasaron unos breves minutos y así lo hizo al fin, como si no hubiera algo que le afligiera el corazón.

Se dirigió con su mirada fija en el suelo a los lavabos, mojando su rostro, tallándolo con fuerza para lavar el resto de las lágrimas en su cara.

Mika no pudo resistirlo, se acercó al azabache abrazándolo con fuerza.

—Yuu-chan, no llores... —le pidió apoyando su rostro en la espalda del moreno.

Por otro lado, el nombrado se dio media vuelta, quedando frente al rubio, para empujarlo fuertemente.

—Mika, en estos momentos llevo prisa —murmuró apartando su mirada reprimiendo su enfado, tomó una toalla de papel para retirarse mientras secaba su rostro.

El rubio se sintió bastante culpable; pero a fin de cuentas, sí era su culpa. Debió de terminar con Elizabeth desde antes.

~

—Elizabeth... —Comenzó el rubio una vez que tenían el helado en sus manos.

La chica miró fijamente al rubio, poniendo una tierna cara llena de inocencia; inocencia claramente inexistente. Ya se imaginaba lo que su novio le diría.

—¿Si, cariño?

Pero Mikaela no sentía remordimiento, más remordimiento sentía por dejar a Yuu en el estado en el que lo vio en los sanitarios.

Aparte, entre ellos dos no había nada. Quizás en un principio solo atracción sexual, pero de ahí en fuera, nada más.

—Sabes... Eres una chica genial —comenzó —. Pero lo nuestro no tiene futuro, es mejor que terminemos esto.

Elizabeth frunció el ceño.

—No necesita que haber algo serio, así estábamos bien. No es como que busque casarme y tener hijos en este momento.

—Pero yo busco una relación seria.

La chica soltó una carcajada.

—No me digas, no es como que seas un espléndido novio, Mikaela. Siquiera eres considerado, romántico o incluso empático. ¿Con quién podrías llegar a tener algo serio?

Aquello le molestó bastante a Mikaela, más solo negó con la cabeza, porque él mismo sabía que había hecho cambios en su vida para bien, y uno de ellos era aceptar sus sentimientos por Yuu y alejarse de su novia que no le sumaba como Yuu sí lo hacía.

—Solo terminemos.

Elizabeth no supo que responder, no quería terminar con el rubio. Quizá no era amor, pero sí sentía su orgullo rompiéndose, y también había atracción todavía, así que lo miró ofendida.

—Puedes decir que tú me terminaste a mí, me da igual—dijo Mika.

—Pero...

—Lo siento, ¿si?

Más que de tristeza, las lágrimas que salían de los ojos de la chica, eran un mero berrinche. Y Mikaela lo sabía.

Además, era mejor terminar todo de una vez, y empezar algo nuevo con Yuu; algo que ya había comenzado, pero de manera seria esta vez.

~

Se dirigió a la casa del azabache una vez terminada su relación.

Estaba nervioso, llevando consigo una bolsa de chocolates como una disculpa al moreno.

Había pensado en llevar flores, pero Yuu no era una chica, por lo que no iba a tratarlo como a una.

Tocó la puerta, escuchando la melodiosa voz de Yūichirō quien pedía un momento. Cuando el azabache abrió la puerta, y vio frente a él al culpable de su dolido corazón, volvió a cerrarla enseguida con unas tremendas ganas de golpear algo por la ira creciente en su pecho.

—¿Quién era, Yuu-nii-san? —preguntó Asura quien comía junto a su hermana.

—Un idiota —murmuró dispuesto a volver a su silla, sin embargo el rubio fuera de su casa volvió a tocar la puerta —. ¡Estoy ocupado, vete! —gruñó cruzándose de brazos sin darse cuenta.

—Sólo déjame hablar.

—Habla con la puerta.

—De acuerdo.

Yuu rodó los ojos dispuesto a volver a su silla. No iba a perder su dignidad ni su tiempo por aquel rubio, seguramente había jugado con él todo ese tiempo... Incluso cuando sabía que Mika era genuino, un idiota muchas veces, más siempre sincero.

Pero vamos, que de amor nadie muere, y se sentía un estúpido por caer enamorado de un hombre con pareja. 

—Querida puerta, terminé a Elizabeth hace algunos minutos.

Los dos niños que se encontraban comiendo, rieron por escuchar al rubio hablando de verdad con la puerta.

Por otro lado, Yuu hizo oídos sordos y volvió a su lugar, más no podía concentrarse en su comida realmente.

—Porque no la amo—, hizo una pausa breve acariciando la madera frente a él como si se tratara del rostro de Yuu—. Amo a esa personita que siempre está dispuesta a ayudarme, que pasó conmigo esta navidad, que me enseñó tantas cosas hermosas; lo amo... Lo amo tanto, que me duele saber que puedo perderlo o que ya lo hice.

Yuu fijó su mirada al lado contrario de la puerta, no creía en las palabras del rubio, incluso cuando su voz había temblado, casi pareciendo que en cualquier momento podría derrumbarse.

—¿Puedes abrirme, Yuu-chan?

—Ábrele, Yuu-nii-san —pidió Krul.

—Pronto me iré al trabajo, ¿les dejaron tarea?

—¡Apoyo a Krul, ábrele! —exclamó Asura.

—Esto es algo entre él y yo, no se metan par de chismosos —murmuró el azabache apretando sus narices —. Terminen de comer y haremos tareas.

—Yuu-chan... Solo dame un momento.

El azabache no respondió, no iba a caer en las para él falsas palabras que pronunciaba el rubio.



Pido disculpas por la demora unu me dio bloqueo, y no solo bloqueo, estaba triste por un libro así que no me daban ganas de ni siquiera escribir más sobre mis fics JAJAJA

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