Capítulo 29

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La adaptación de Yuu con la familia de Mikaela fue tan rápida que el moreno se había sorprendido gratamente, porque los tíos de su novio, y Aoi, su prima, le hablaban con cariño, sin juzgarlo, sin groserías. Solo se dedicaban a hacerle preguntas casuales, y a ofrecerle comida y más bocadillos incluso si ya sentía que su estómago estaba a punto de reventar.

Eran personas muy agradables, y el ambiente ameno había perdurado durante mucho tiempo hasta que comenzaron a hablar sobre la prima menor de Mikaela.

—Últimamente, no ha hablado demasiado con nosotros. A veces incluso llega tarde, está irritable, a la mínima oportunidad rueda los ojos, como si nuestra simple presencia le incomodara —suspiró Aoi.

Se preocupaba mucho por su hermana menor. Aunque antaño había sido más fría, incluso con sus propios padres, pero la gente siempre cambia, y la mujer quería ayudar a su familia, sobre todo a su hermana menor que tenía una actitud tan rebelde de un día para otro.

Justo cuando hablaban de la susodicha, la puerta de la entrada se abrió dejando pasar a una chicha que llevaba una blusa de manga larga en color salmón, una falta negra arriba de las rodillas, con un par de botas negras, y un pequeño bolso negro colgaba de su mano.

Su expresión era cansada, incluso algo triste, con las cejas un poco juntas, dando la impresión que en cualquier momento podría echarse a llorar, por la melancolía que había en su par de ojos melancólicos.

—¡Mitsuba! —exclamó alegre el ojizafiro.

Toda la terapia y la reflexión a la que se había sometido, le hizo sentirse feliz de ver a toda su familia, y su prima menor no era la excepción.

Sin embargo, Mitsuba, por su parte, miró extrañada a su primo allí. Pocas veces visitaba a la familia, aunque eso no significó una gran emoción para la rubia más que hacer un intento de sonrisa de lado, mirando su teléfono de repente como si no fuera demasiada importante la visita de su primo.

—Eh... Hola —exclamó adentrándose a la casa, para luego dirigir sus pasos hacia la escalera, dispuesta a encerrarse en su habitación. No le apetecía en realidad hablar con nadie.

—Mitsuba, sé educada y saluda bien a Mikaela. Ven, vamos a conversar —exigió su madre, además de que ni siquiera conocía a Yuu y le parecía importante que le diera un buen recibimiento al de ojos verdes.

La rubia rodó los ojos. No le gustaba la actitud de su familia para con ella últimamente. Solo quería estar en su habitación, no le apetecía pasar tiempo con ellos porque solo la regañaban, y eso lo detestaba.

—Ya le dije hola.

El rubio se levantó del asiento en el que se encontraba, dándole un abrazo a su prima ignorando la actitud de esta.

Estaba en la adolescencia, era normal que actuara de ese modo, pero no por eso iba a dejar que su actitud positiva de hace tiempo se viera afectada solo por una joven amargada, en cualquier momento tendría que adoptar una mejor forma de expresarse y debería de tener una mejor relación con su familia siendo que no era tan difícil como la que tenía con su padre.

—Sé más cariñosa —pidió el rubio sin deshacer su sonrisa, revolviendo los cabellos de la rubia menor, quien se alejó con rapidez apartando los brazos de su primo molestia.

—¡Mika, déjame!

Antes, cuando Mitsuba entró a la casa de sus tíos, Mika no había notado los grandes cambios en su prima hasta que la tuvo mucho más cerca y la miró con mejor enfoque.

Había adelgazado mucho, se notaba incluso que sus ojos estaban algo hundidos, podía notarlo a pesar de que Mitsuba llevaba maquillaje en su rostro, pero aún así al rubio le preocupó el físico de la chica.

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