Capítulo 32

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—En verdad es una suerte —murmuraba Yuu con una sonrisa en su rostro.

—Vaya, vaya. Un chico dispuesto a asistir a todas sus clases aún si hubiese cualquier tipo de calamidad natural, feliz de que no haya clases —se burló el rubio, porque le gustaba molestar a su novio diciéndole nerd.

Lo hacía en parte para que se diera cuenta de que admiraba su constancia en ir a la universidad, incluso jamás faltaba a clases ni llegaba tarde, lo cual le parecía agotador debido a que ya de por sí tenía demasiadas actividades y responsabilidades.

—¡Cállate! —hizo un puchero, pero no alejó su mano de su novio.

Realmente estaba feliz de que se hubiese cancelado un día de clases por unos problemas en el laboratorio de química en donde decidieron evacuar a todo el alumnado hasta el día siguiente.

—No te enojes, Yuu-chan —sonrió picando la mejilla del mencionado, mirándolo de forma devota, incluso cuando el de ojos verdes dibujaba un puchero en su rostro.

—No estoy enojado —admitió negando con la cabeza a la par de que suavizaba su mirada hacia su novio—. Pero realmente me cae de maravilla. Tenía algo de sueño, y no iba a poner atención a clases.

—¿Quieres dormir? —preguntó recostándose en la cama mientras extendía sus brazos hacia el otro.

—Neh. Curiosamente cuando estoy contigo se me quita el sueño —mintió, pues realmente sí deseaba descansar un rato, incluso se recostó en el pecho del rubio, cerrando sus ojos con una suave sonrisa acompañando sus gestos.

Prefería hablar y pasar el rato con Mikaela, así que podía aguantar un poco durante la mañana para conversar con él. Al final de cuentas, estaba acostumbrado a no dormir demasiado tiempo.

—Bueno, entonces te invito a desayunar —propuso el rubio.

—No tienes qué hacerlo, aparte ya desayuné.

—Eso no importa, desayunarás conmigo, y punto.

El azabache no pudo negarse, y realmente no sabía en qué más podían pasar el rato, así que solo se levantó y caminó al lado de su novio cuando este se dirigió a la salida, ambos prosiguiendo hasta que llegaron a una cafetería.

Cada quien pidió algo de beber y de comer mientras seguían charlando de trivialidades.

Cuando hubieron culminado de ingerir sus alimentos, Mika pagó la cuenta y siguieron caminando.

Yuu no sabía por qué se dirigían a la casa del rubio, sin embargo no objetó nada. Era un poco inusual pasar el rato allí, porque a Mika no le gustaba estar allí.

—¿Quieres hacer algo en especial? —interrogó Mikaela mientras abría la puerta de su casa.

—Lo que sea está bien —murmuró el azabache, haciéndose una idea de lo que su novio quería hacer, lo cual no le molestaba en absoluto.

—¿Puedo escoger?

—Mmm.... Sí.

Mikaela sonrió de manera malévola, aún si Yuu no lograba ver su rostro, pues estaba de espaldas al rubio.

Una vez abierta la puerta, Mika tomó la mano de Yuu, adentrándolo, no sin antes cerrar la casa con una patada suave y caminó hacia su cuarto, en donde comenzó a besar a Yūichirō de manera voraz lanzando su mochila a quién sabe donde, y haciendo lo mismo con la de su novio.

—Así que esto querías hacer —rió el azabache cuando su novio bajó a su cuello, lamiendo y mordiendo esa deliciosa parte de su piel.

—¿Te molesta? —interrogó Mika parando sus acciones de golpe, mirando al azabache en seguida.

Aunque sabía que a Yuu le gustaba esto, tampoco iba a forzarlo.

—No, por supuesto que no —rió Yuu mientras unía nuevamente sus labios con los del mayor, pensando en el hermoso cambio que esta persona había tenido.

La ropa molestaba cada vez más, así que rápidamente se deshicieron de ella acostándose en la cama enseguida.

Mikaela presionaba los glúteos suaves de su contrario, eran demasiado adictivos para ser verdad. El rubio dejó las sustancias, pero a cambio tenía a Yūichirō... Su aroma, su sabor, todo de él le volvía loco, le encantaba.

—Ah... —Gimió cuando Mikaela bajó sus labios hasta el miembro de Yuu, comenzando a estimularlo.

Lo lamía, chupaba y besaba.

—Ngh... Ah... —Yuu jalaba levemente los mechones dorados del rubio, totalmente perdido ante las sensaciones que causaban la boca de su novio en ese momento, con los sonidos acuosos de fondo y el cálido ambiente envolviéndolos a los dos.

Mikaela, por otra parte, comenzaba a masturbarse ante los sonidos que salían de la boca del azabache. Tan obscenos, tan calientes.

Le ponían más caliente de lo que de por sí estaba, y la prueba de ello era su pene completamente erecto, todo por culpa del hombre que tenía debajo de su cuerpo, retorciéndose de placer ante sus caricias.

No aguantaría más tiempo, subió nuevamente sus labios hasta los pezones rosados del azabache, lamiéndolos y mordiéndolos levemente, mientras metía dos dedos en los labios de su novio hasta que estuviesen completamente empapados, y posteriomente los ingresó en la entrada de Yūichirō, quien gimió por la deliciosa intromisión.

Metió y sacó varias veces un dedo, y luego ingresó el segundo, haciendo movimientos en forma de tijera; también saboreaba todo el cuerpo del azabache, y de vez en cuando el cuello y los labios del mismo.

Después, sacó sus dedos y se adentró en su novio con cuidado, lamiendo las lagrimitas de placer que se formaron en sus esmeraldas.

—¡Ah! —Yuu se aferró al cuello de su amado, cerrando los ojos fuertemente.

—Yuu-chan... —Gimió el rubio atrapando en un gentil abrazo a su novio, besando su mejilla.

Comenzó a moverse despacio, y Yuu sin poder evitarlo, enterraba sus delgadas y cortas uñas en la piel pálida de Mikaela, dejando marcas rojizas en su espalda y los brazos de su contrario.

—Ngh... Ah... Ah...

Pronto comenzaron un vaivén rápido y potente, dejándose llevar por la lujuria y el placer que sentían en aquel momento.

La habitación se llenó de gemidos y sus nombres saliendo de los labios del contrario, hasta que ambos alcanzaron el orgasmo.

Intentaron regular sus respiraciones, mientras Mika salía del azabache, y Yuu por su parte se recostaba en el hombro de su novio, ambos completamente sudados y agitados, pero con una sonrisa complacida dibujada en sus rostros.

—Te amo, Yuu-chan —murmuró el rubio besando la sien del mencionado, apartando un par de mechones pegados en la frente de su amado.

—También te amo, rubio mujeriego —sonrió el azabache cerrando sus ojos con cansancio.

Mikaela besó la frente de su novio, admirándolo adormecido.

Entendió que le mintió cuando le dijo que no tenía sueño, así que dejó que durmiera un rato en esa posición, mientras él solo se dedicaba a repartir sutiles besos en su rostro, y acariciar su cuerpo levemente.

En un rato más, iría por papel para limpiar el desastre que había dejado en su Yuu-Chan.





Skskkssks siento la demora ;-; olvidé por completo actualizar :ccc Justo ahora revivo mi amor por el shipp, viendo amvs xD así que espero que les guste este capítulo y espero terminar de editar el fic pronto, ya no quedan muchos capítulos ^^

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