Capítulo 2

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Me desperté gritando. Las pesadillas me asechan, pensando que mi nombre sale en la cosecha y luego el de Finnick. Debo matarlo para sobrevivir. Pero son solo eso, pesadillas, cosas que no va a suceder. Me convenzo de eso.

-No debes tener miedo Lila, los profesionales no tienen miedo- me dije

Siempre debo mantener la frente en alto, para algo me entrenaron. No puedo llorar al matar a otro tributo, eso es mostrar debilidad hacía los Juegos, algo que te quita patrocinadores y reduce tus posibilidades de salir de la arena.

Había un vestido blanco esperándome arriba de la silla de mi cuarto. Me lo puse y me miré al espejo. El pelo con ondas negro me caía atrás de los hombros y mis ojos verdes tenían un aspecto cansado pero en general estaba bien, nadie se daría cuenta de nada.

Mire la hora y me di cuenta que era la hora de salir porque le prometí a Finnick que lo vería antes de la cosecha, solíamos hacer eso para intentar calmarnos.

Me despedí de mi madre que me dijo que me vería en la plaza a las dos y me fui a el punto de encuentro con Finnick. Enfrente a la estatua de pez algo muy representativo de nuestro Distrito.

Eran unas pocas cuadras pero cuando llegue estaba cansada, no había dormido bien. Finnick estaba en el mismo estado que yo. Tenía el pelo rubio revuelto y sus ojos tenían unas horribles ojeras. Todos los teníamos en día de la Cosecha, nadie podía dormir o de miedo o de emoción.

-También tuviste pesadillas- le dije

-Si, pero ¿fue una pregunta o una afirmación?

-Una afirmación todo el mundo tiene pesadillas hasta los mejores profesionales.

Nos sentamos en el borde de la estatua, el me acarició el pelo y yo no supe cómo reaccionar. ¿Que debía hacer? Técnicamente no éramos novios porque no lo habíamos preguntado, ¿pero el beso decía que si? Deje que me siguiera acariciando el pelo y me susurró:

-No irás a los juegos del hambre.

-¿Como lo sabes?- le respondí yo

-Charlotte Schuffel se va a dar de voluntaria cree que va a ganar.

Recordé a Charlotte. Era una chica fornida, alta, con el pelo rubio y los ojos celestes. Una engreida estupida que se creía la mejor por ser profesional. Pero logre liberar el pequeño dolor  que tenía en el pecho, mi pesadilla no iba a cumplirse, por lo menos no este año.

-Capaz que tenemos suerte y la matan en la arena- dije soltando una risita tonta

Finnick sonrió y me besó otra vez.

-Ojalá tu nombre no salga de esa estupida urna- dije yo

-No lo hará te lo prometo.

***

A la 1:30 ya estábamos en la plaza yo salude a mi madre y me fui a registrar. Me sacaron la muestre de sangre, mi huella digital y ahí me dejaron pasar. Estaba ubicada con las otras chicas de mi edad y busque a Finnick con la mirada. El solo estaba a algunos metros, separado por las cuerdas y un gran pasillo por el cual pasaría la carne para el matadero, o tributos como prefiere el Capitolio.

-Suerte- le dije nose si me escuchó o leyó mis labios pero me respondió lo mismo.

El alcalde subió y leyó el Tratado de Traición, yo ahí deje de prestar atención, sinceramente a nadie le importa y todos los años es el mismo.

Luego de unos largos minutos en los cuales intente recordar todas las tácticas que existen para matar a alguien e imaginarme como las aplicaría con el Presidente Snow, nuestra acompañante subió al escenario.

Amalia Hersey la mujer del Capitolio que se encarga de sacar las papeletas. La mayoría del Distrito la odia por que su voz chillona con ese acento es realmente insoportable, me dan ganas de arrancarme los tímpanos cada vez que habla.

-Bienvenidos a los 65 juegos del hambre y que la suerte siempre esté de vuestra parte- dijo con esa sonrisita que siempre tiene.

Se muere de la emoción por los juegos y le debe encantar tener un distrito bueno como el nuestro. Igual yo si fuera ella preferiría tener al 1 o al 2, ellos tienen voluntarios todos los años, nosotros a veces y no estamos tan bien preparados.

-Primero las damas.

Metió la mano en las papeletas y saco una

-Marine Climmer

La chica debía tener 12 años ya que salió del final de la fila de niñas pero enseguida una chica rubia la suplantó, gritando que se presentaba como tributo.

-Charlotte- murmuré yo

-Ese es el espíritu- dijo Amalia- Ven sube.

Presentaron a la chica y la gente aplaudió, como siempre que alguien se presenta. Las apuestas ya debían haber comenzado.

-Ahora, nuestro valiente caballero.

Pedí que no fuera Finnick pero creo que la suerte no estaba de mi parte.

La chica de ojos verde mar (Finnick Odair) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora