Unos brazos rodeando mi cintura y un aroma perfecto inundando mi cuerpo bastaron para darme cuenta de que había amanecido y Harry estaba junto a mí en la cama.
- Buenos días, ángel… ¿Sabes? Me gustaría despertar así todas las mañanas.
Abrí los ojos y noté que mi conclusión era correcta; él estaba allí, a mi lado, haciendo que miles de preguntas comiencen a aparecer en mi mente: ¿Cuándo había llegado al departamento? ¿Hace cuánto que estaba en mi cama? ¿Por qué no me despertó antes? Pero, todo esto dejó de tener importancia al darme cuenta de lo que me había dicho… “Me gustaría despertar así todas las mañanas” Yo no soy de esas chicas que se sonrojan por todo, nunca muestro mis emociones por medio de esta expresión, pero al analizar esas palabras, pude notar como mis mejillas ardían ante el comentario de Harry ¿Despertar así todas las mañanas? Es algo que nunca había pensado, pero que sin duda, lograba hacer a mi corazón latir más rápido ¿Algún día Harry y yo dejaríamos todo atrás y lograríamos tener una vida normal; una relación estable?
Poco a poco, mi mente se iba aclarando hasta que logré recordar el por qué de la visita temprana de Harry. Hoy era nuestro viaje a Paris y el avión salía temprano así que, no podíamos retrasarnos.
- Buenos días –Susurré.
Harry me sonrió abiertamente y me apegó más a él para darme un beso en la frente. Se levantó y se dirigió hacia la puerta, aún con esa sonrisa en su rostro.
- Te daré espacio para que te vistas –Exclamó desde allí- Y por cierto, te ves linda cuando te sonrojas.
Nuevamente; sentía como me ruborizaba ante sus palabras ¿Cómo era posible? Dos veces en un mismo día. Él había logrado lo que nadie había hecho en muchos años. Sacudí mi cabeza para apartar pensamientos absurdos y me concentré en vestirme. Al estar lista, me di cuenta de que, en mi cama, había algo que estaba olvidando: Señor oso. Siempre lo abrazaba en las noches y recordaba todo lo que él había pasado junto a mí… Lo tenía desde los cinco años; un regalo de mi abuela, quién estaba muerta. Ese oso, ha estado en los mismos viajes que yo, ese oso, ha dormido conmigo desde siempre y la tentación de llevarlo a Paris, era demasiado grande para mí.
- ¿Estás lista? –Preguntó Harry tocando la puerta.
- Sí –Respondí- Puedes pasar.
Él entró, y notó como yo estaba abrazando fuertemente a mi oso de peluche. Sonreí al recordar cuando yo se lo presté a él; había quedado con su aroma durante varios días, pero luego se había desvanecido.
- ¿Aún tienes ese oso? –Rió- No sabía que necesitaras un peluche para dormir, ángel.
Arqueó una ceja mirándome divertido y yo le saqué la lengua en señal de inmadurez. Puede que no me gustara la idea, pero lo mejor era dejar a Señor oso descansar de tantos viajes.
- No estés triste –Susurró Harry dirigiéndome a la salida- Yo seré tu nuevo oso de peluche.
- No necesito un nuevo oso de peluche –Reí- Además, habíamos acordar dormir en habitaciones separadas.
- Dile eso a los chicos… No adivinarás lo que me dieron ayer.
Observé a Harry con una mirada curiosa y pude notar como él estaba un poco avergonzado. Reí al verlo así sin saber la razón y luego recordé otra duda más grande que tenía.
-Oye cup cake… ¿Qué fuiste a hacer ayer?
Lo que en realidad quería preguntar era “¿Qué pasó con Caitlin ayer?” pero, nuestro título de solo amigos, me impedía hacerlo y me limité a hacer una pregunta menos directa. Harry se dio cuenta de las intenciones tras mi pregunta y me miró tiernamente soltando una pequeña risita.
- Los chicos nos hicieron un favor –Respondió- Pero, yo no hice muy bien mi parte. Después te lo explicaré.
- ¿Por qué no ahora?
- Porque no. No seas impaciente, ángel –Dijo cerca de mí.
Se acercó un poco más y depositó un beso en mi frente para luego entrar nuestras maletas en el ascensor. Anoche me había despedido de Summer ya que hoy no la quería despertar de su sueño tan temprano, lo cual hizo nuestra salida, rápida y fácil.
Llegamos al aeropuerto con el tiempo suficiente para hacer todo el papeleo y subirnos al avión sin complicaciones.
- ¿Te dan miedo los aviones? –Preguntó Harry al notar que comenzábamos a despegar.
- No es eso… La sensación de ir hacia arriba me causa escalofríos.
Harry sonrió y me tomó mi mano haciéndome sentir segura. Quizá sea por el avión, pero en ese momento, yo me sentía en las nubes. La idea de estar con Harry en París era absolutamente increíble. A excepción por el hecho de que mis padres no tienen idea de todo esto, me sentía de nuevo con ánimos y sin temores.
- ¿Sabes, ángel? Te quiero, no lo olvides. Todo esto es para ti. No quiero que en este viaje discutamos, no quiero que estés triste, quiero que disfrutemos cada momento, juntos, quiero demostrarte que aún te amo.
Sonreí al escuchar sus palabras. Definitivamente lo amo y pase lo que pase, nunca dejaré de hacerlo.