La torre Eiffel brillaba con todo su esplendor esa noche; se veía tan hermosa, tan magnífica… Y a pesar de todo esto, yo no podía concentrarme plenamente en admirar ese lujo. Harry se veía nervioso, me apretaba la mano constantemente y pareciera que estuviera repasando líneas en su mente.
- Relájate - Le dije mientras caminábamos para ver más cerca la torre- Estás más raro de lo normal.
Él rió, puso ambas manos alrededor de mi cintura y me besó en la frente. ¿Ser más raro? Creo que eso era imposible.
- Ángel, te tengo una sorpresa.
Lo miré extrañada esperando a que continuara la frase, pero lo único que hizo fue cubrirme los ojos con un pañuelo. Quería protestar. Quería que me dijera lo que estaba sucediendo. Abrí la boca para hacerlo, pero me calló antes del acto.
- Solo… Confía.
Asentí levemente y pude sentir como me guiaba en medio de la multitud hacia un lugar que yo desconocía. Sentía como, a medida que caminábamos, mi corazón latía cada vez más y más rápido, tenía el presentimiento del algo bueno, algo fantástico. Cuando comencé a sentir que ascendíamos, sube que estábamos yendo hacia lo alto de la torre, pero no lograba descifrar el por qué.
- Ya puedes mirar, ángel –Dijo tras detenernos.
Me deshice del pañuelo que había cubierto mis ojos hasta ese entonces y al dar una segunda mirada atónita a mi alrededor, abracé fuertemente a Harry por su maravilloso gesto. Allí, en lo alto de la torre Eiffel, él me había preparado la cena más tierna de la historia; en el centro del lugar, estaba una mesa donde se encontraban velas, un vino, unas hermosas rosas rojas y una comida espectacular. No había nadie más, estábamos solo él y yo… Y nuestro amor.
Resistí fervientemente todo deseo oculto de besarlo y me deje guiar por él hasta la mesa, donde nos esperaba la cena. Permitió que yo me sentara primero y tras su acto de caballerosidad, se sentó él.
- Espero que todo sea tu agrado, ángel –Dijo con una sonrisa.
La cena transcurrió entre risas, bromas y comentarios tontos y románticos. Había tenido miles de cenas en mi vida, había tenido demasiadas compañías en estas… Pero sin duda, estar en París, en lo alto de la torre Eiffel, con el chico que amas, es lo mejor que puede existir.
- ¿Me concedes este baile? –Preguntó Harry haciéndome una reverencia.
- ¿A qué te refieres?
Observé a Harry chasquear los dedos y enseguida, una música comenzó a sonar en el lugar. Sonreí al darme cuenta de lo que quería decir y tomé su mano para entrar en un baile con la persona que más quería en el mundo.
- Harry yo…
- Ángel –Me interrumpió- Ahora, llegó mi turno de hablar.
Me acercó más a él; con su mano rodeando mi cintura y la distancia que nos separaba, logró que fuera fácil tenerme a su merced. Sentía a Harry tan cerca de mí en ese momento, sentía su respirar, sentía su amor, sentía la alegría inundar todo mi cuerpo. Bailábamos al ritmo de la música; lenta y suavemente, disfrutando sin apuro el gran momento que teníamos juntos. Sea lo que sea lo que Harry tenía que decirme, estaba segura de que sería fantástico, sería perfecto… Como él.
- Te amo –Susurró cerca de mí- Te amo como nunca ame a nadie en este mundo. Te amo como nadie ha amado antes. Te amo demasiado mi ángel. Sé que esto lo sabes. Sé que ya te expresado todo lo que siento, pero quiero demostrártelo _______. Quiero demostrarte todo lo que siento por ti mediante palabras directas de mi corazón. ¿Sabes? Había estado aprendiéndome un poema, había estado ensayando tanto para este momento, pero… Ya no quiero hacerlo. Yo quiero que sepas lo que siento por ti, yo quiero que sepas mediante mis simples palabras todo. Absolutamente todo.
Sonreí ante su honestidad y noté como mi corazón aumentaba su velocidad de pulso. Sabía lo que estaba a punto de venir, sabía cuan hermoso podía ser Harry, pero eso no evitaba que la emoción se apodere de mí.
Harry respiró hondo, me miró a los ojos y sonrió. Pareciere como si la inspiración le hubiere llegado… ¿Solo con verme?
- Suelo ser tonto, suelo ser infantil, suelo ser inmaduro, suelo enojarme fácilmente, suelo ponerme celoso hasta de ese oso de peluche que tú tienes. Pero ¿sabes, ángel? El hecho de que tú me quieras, él mero hecho de saber que tú puedes sentir algo por mí, hace que no me importe todo esto. Tú, haces que yo deje de pensar en todo. Tú, haces que piense en ti… Y solo en ti. Perdóname si cometo errores, perdóname si soy un tonto. Yo solo quiero que me ames, yo quiero que…
- Te amo –Dije conteniendo las lágrimas- Harry, te amo. Yo soy como tú. No he sentido esto por nadie, no sé cómo expresarme y de hecho tú lo haces mucho mejor que yo… Pero quiero que lo sepas. Yo te amo.
- ¿Todavía me amas?
Asentí y cerré mis ojos. Poco a poco, ambos nos acercábamos el uno al otro. Ambos podíamos saber lo que venía. Ambos habíamos estado sin un momento así durante dos años. Ambos queríamos sentirnos el uno al otro, una vez más.
- Te amo, ángel
Sus palabras, fueron lo último que pude escuchar, antes de que la distancia entre nosotros dejara de existir. De pronto, no había nada más alrededor… No existía el mundo, no existía nadie que nos pudiera separar. La música aún sonaba entre nosotros, pero ya habíamos dejado de bailar. Estábamos tan cerca, tan felices… La mano de Harry sosteniéndome; sus labios bailando al ritmo de los míos; nuestros corazones siendo uno solo y nosotros, demostrando nuestro amor con tan solo un beso.
- Yo también te amo –Respondí al separarnos- Te amo demasiado.
- Después de decirte todo lo que siento y después de saber lo que tú sientes… Solo me queda preguntarte una cosa, _______. ¿Quieres hacerme la persona más feliz del mundo? ¿Quieres simplemente pronunciar una sílaba para que mi corazón siga latiendo? ¿Quieres completar a este hombre que sin ti no es nada? ¿Quieres darme el honor de presumirte frente a todo aquel que fije su mirada en ti? ¿Quieres ser mi novia?
- Sí –Reí- Claro que quiero, cup cake.
Tras decir esto, sentí como Harry me levantaba levemente, daba una vuelta conmigo en sus brazos y susurraba un suave “Te amo” antes de darme otro beso… Otro beso que sellaba nuestro trato. Otro beso que demostraba cuánto nos queríamos.