El tic tac del reloj me estaba torturando. Lentamente, mi sueño iba apareciendo, pero me negaba a dormir. Sabía que en cuanto cerrara los ojos, quedaría sumisa en un profundo sueño; un sueño que no me gustaría para nada. Una pesadilla.
Cada vez que sufría por cualquier razón, odiaba quedarme dormida porque lo único que lograba era recordar todo lo malo que me había sucedido. Tenía claro que iba a tener una pesadilla. Tenía claro que las palabras de las fans no desaparecerían tan fácilmente de mi mente.
A un paso ligero para no despertar a mi amiga, me dirigí a la sala de nuestro departamento y tal como lo esperaba, allí estaban todas las cartas de las fans. No podía evitar preguntarme por qué me odiaban tanto. No podía evitar preguntarme qué era lo que decían cada una de esas cartas. Y en un acto masoquista, decidí leerlas todas.
“Nunca pensé que Harry pudiera caer tan bajo… Alguien tan fea como tú no lo merece. Tú no lo mereces. Deja ya que las directioners seamos felices y aléjate de Harry. Eso es lo mejor.”
“¿Qué droga estás usando para manipular a Harry? ¿Qué estás haciendo para que él esté contigo? Acaba con esta farsa de una buena vez y admite que eres una…”
Cada carta decía cosas parecidas. Cada carta se basaba en la misma idea; yo no lo merecía, yo no era suficiente para él, yo estaba manipulando a Harry de alguna forma. Di un largo suspiro y me senté en el sofá.
Las cartas eran pequeñas, apenas eran cartas, pues no tenían emisor y cada una se presentaba como anónimo, además algunas parecían tener una letra similar. De pronto, una loca idea apareció en mi mente ¿Qué tal si las cartas no eran de muchas fans, sino solo de una o dos? Después de todo, es bastante difícil que hayan descubierto mi dirección tan rápido y también es absurdo que ninguna se atreva a poner su nombre. Quizá solo era una persona la que quería hacerme sentir mal… O quizá yo esté comenzando a alucinar...
- ¡No lo puedo creer! –Dijo una voz a algunos metros de distancia- ¡_____! ¿Te quedaste dormida en la sala?
Me levanté sobresaltada y miré a mi alrededor; en efecto, me había quedado dormida en el sofá tras leer las cartas de las fans. Y estaba tan cansada en ese momento, que ni siquiera había tenido pesadillas.
- Lo siento –Susurré.
- Eres una testaruda –Me regañó mi amiga- ¿Acaso te gusta hacerte daño? ¿Acaso te gusta sufrir?
- No, pero…
- Es suficiente –Dijo tras suspirar- Anda y vístete, debemos ir a la universidad.
Suspiré con pesar y fui hacia mi habitación. Había olvidado completamente que hoy Summer y yo comenzábamos las clases. Había olvidado incluso alistar mis cosas. Había olvidado mi verdadero motivo por el que llegué a Londres. Y había olvidado lo buena que había sido Summer conmigo; quería inscribirse en otra universidad, pero puesto que yo iba a Oxford, ella aceptó pagar todo lo que pidieron para estar conmigo. Sabía que a ella no le faltaba dinero, me lo había repetido mil veces, pero también sabía que estaba siendo demasiado buena conmigo.
Terminé de vestirme y rápidamente, metí lo necesario en mi mochila para desayunar con mi amiga. Hacerla esperar no era una opción.
- En ocasiones así me alegra que te vistas tan rápido –Comentó con el pan en la boca.
- A mí igual –Reí- Oye, Summer, siento haber…
- ¿Sabes algo? -Interrrumpió- Estuve pensando y puede que suene un poco loco, pero creo que en realidad Caitlin fue la que envió todas las cartas.
- ¿Qué? –Exclamé confundida- ¿A qué te refieres?
- Ya lo escuchaste. Revisé toda fuente de información sobre los chicos y ninguna ha revelado tu dirección. Todas ya saben que Harry tiene nueva novia, te están insultando mucho, pero ninguna ha llegado al extremo psicópata de enviarte una carta personalmente, estoy segura de eso.
Fruncí el ceño y recordé mi pensamiento de anoche. Tal vez Caitlin era una especie de directioner obsesionada que había investigado mi dirección y me había enviado muchas cartas para hacerme sentir mal. Tal vez ella quería que a través de esas cartas yo me rinda y deje a Harry.
- Es tarde –Dije dirigiéndome a la puerta- Será mejor que nos vayamos.
Observé a mi amiga asentir y juntas fuimos a tomar un taxi para ir a la universidad. No podía dejar de pensar en Caitlin… ¿Estaría tan obsesionada con Harry para hacer todo eso? Ella era una persona bastante rara a mi parecer, pero tomarse la molestia de escribir más de 20 cartas haciéndose pasar por varias fans sobrepasaba mi concepto de rara.
Una vibración interrumpió mis pensamientos y revisé mi celular para ver el mensaje que me había llegado.
“Cada una de las canciones que cantaremos hoy serán para ti, ángel. Cada uno de mis pensamientos serán solo tuyos. Buenos días, amor. Espero que te vaya bien en la universidad.”
Sonreí y apreté mis puños al mismo tiempo que cerraba los ojos para no comenzar a llorar. Si tenía que aguantar a millones de fans psicópatas por Harry, lo haría. Si tenía que sufrir mil cosas más por él, lo haría. Si tenía que hacer todo lo que he hecho hasta ahora por ese chico, lo haría. Porque el amor hacia él era más fuerte que cualquier otra cosa… Y si tenía que averiguar quién era el emisor de cada una de esas cartas para solucionar todo, lo haría.