El resurgir de la rueda

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Desde el día en que conoció a Larra, ella se encargó de llevarle la comida y la cena, todas las antorchas de la sala permanecían encendidas todo el tiempo, la joven la visitaba más veces de las dos comidas para llevarle agua, peinarla o simplemente estar con ella. Solían hablar durante el tiempo que ella estaba allí, así Ana supo que Larra tenía 18 años, que era de Ibben, una gigantesca fría isla al norte de Essos plagada de montañas y bosques en donde poca gente habita, a la princesa le agradó saber que era de un lugar parecido a su hogar; también supo que era huérfana pero tenía dos hermanas, una mayor y una menor, la mayor hacía tiempo que vivía en Meeren, y la más pequeña vivía en Astapor.

<<Así que estás sola>> le había dicho Ana con mirada triste, <<ahora os tengo a vos>> fue la respuesta de la joven, y desde ese día Larra fue mucho más que la sirvienta de Ana, así como la princesa fue mucho más para la criada: mejores amigas, hermanas, iguales.

Desde aquel día pasaron tres más, tres en los que Ana no vio a su horrible anfitrión, y lo agradeció enormemente, pero al cuarto se acabó su suerte. Pyat, con sus azules labios, se presentó en la noche con dos más de él, Larra no estaba y tampoco aparecía. Los ojos de Ana se movieron inquietos de un hombre a otro, aquel día tras el baño, Larra le había dado solamente un camisón que acababa sobre su rodilla, lo cual le levantó funestas sospechas; dos hombres se acercaron a las anillas y rápidamente unas gruesas cadenas pasaron por ellas, Pyat le miraba desde la puerta y con un simple gesto los grilletes envolvieron sus muñecas, cada uno se unió a una cadena, tirando de ella hasta tenerla de pie con los brazos en cruz.

-Siento el trato, princesa, pero la tozudez de los Stark y de los Targaryen son legendarias

-Y yo soy una combinación de ambas -sonrió irónica -Sí, mis padres me dicen que soy bastante cabezota, no es nada nuevo

El hombre sonrió entonces extraño, los otros dos desparecieron sin destello si quiera, tan sólo como si nunca hubieran estado ahí. Pyat se acercó lentamente y puso los dos mechones que caían detrás de sus orejas, rozó su mandíbula y dejó sus dedos en su barbilla.

-¿Qué deseáis, Pyat Pree?

-Vuestro poder, princesa, el poder que corre por vuestra venas -susurró el hombre -Hay poder en la sangre de un rey, vos tenéis la sangre de dos, que a su vez son descendientes de otros

Ana le miró como si le dijera que las liebres corren por encima de las olas de los mares.

-La magia no ha llegado tan lejos como para permitir a un hombre concebir, soy hija de mis padres porque un papel así lo dice, el Norte lo selló, el Sur lo selló y todos los señores lo aceptaron -suspiró -Igual que el resto de mis hermanos

Pyat jugó con una de las múltiples trenzas en la que se hallaba hoy su pelo recogido.

-No, pequeña princesa, vos compartís su sangre -sonrió azul -¿acaso nunca os ha extrañado ser la viva imagen de vuestro padre, el Rey Robb Stark? La respuesta es sencilla, podéis ser bastarda, pero vuestro padre no ha yacido con mujer desde los 16 años

Ana tuvo en mente la cabaña, aquello que su tío Ramsay le había contado, lo sabía.

-Una casualidad podían ser los ojos y el cabello, pero no el resto -musitó Pyat dejando su cabello -Y también os parecéis a vuestro padre, el rey Jon Aegon Targaryen, lo sabéis, lo habéis visto, os lo han dicho

Tenía razón, muchas veces se lo decían cuando sonreía o reía, cuando se enfadaba, incluso en la forma de dormir, ella lo veía en su reflejo en el agua. "En el negro de los ojos" solía decirle su padre Robb cuando la miraba, ahí estaba Jon, en el negro de sus ojos.

-Es imposible -susurró más para sí misma

-Sois un regalo de los dioses, una bendición, vuestro nombre no pudo ser más adecuado

Pyat se alejó entonces de ella y permaneció recto contra la pared, con los brazos en jarras.

-Los dioses os trajeron a este mundo, le regalaron un vientre a vuestros padres, uno que cayó del cielo envuelto en llamas -decía el hombre como si recitara una mítica historia -Y la flamante llama se convirtió en vuestro cabello, por eso es más intenso que el de vuestro padre, y la fría roca celestial se convirtió en vuestros ojos, por eso son más claros

No, era imposible, un meteorito no se convierte en un bebé, aquello ya era demasiado fantástico. Sin duda aquel hombre había bebido demasiado color-del-ocaso.

-¿Dudáis? ¿Vos que cabalgáis dragones? ¿Cuya tía cambia de cara como de ropajes? ¿Cuyo tío ve todo lo que ha sido, todo lo que es y todo lo que pudo ser? ¿Que tenéis a vuestro servicio a un joven, Jojen, que ve lo que será? ¿Que conocéis hombres capaces de habitar el cuerpo de animales y de otros hombres? ¿Cuya tía no arde con el fuego? ¿Cuyos padres mataron a los muertos vivientes, a los Caminantes Blancos, los Otros, al mismísimo Rey de la Noche?

-Eso ya es demasiado, un meteorito, ¿en un bebé? ¿acaso no sabéis cómo se hacen los bebés?

Pyat rió, se levantó de la pared y comenzó a andar a su alrededor, Ana le seguía con los ojos lo máximo que podía, pero no podía girar el cuello.

-Lo sé, princesa, y sé que vuestros padres realizaron el proceso la noche de antes -sonrió divertido -Mientras los Dioses miraban, no importa cuales, todos miraban

-¿La Luna de Sangre?

El brujo rió asintiendo, la mente de Ana se sintió golpeada por un martillo, incluso si todo se cumplía, si las más extrañas condiciones sucedían, aquello era demasiado.

-Eres hija de tus padres, por sangre y por carne

Sintió las lágrimas silenciosas correr por sus mejillas, una mezcla de incredulidad con felicidad, de rabia con alivio, de duda con convicción. 

-Los Eternos resurgirán, vuestra tía la reina ha apartado la mirada de aquí, su dragón los quemó, Xaro Xhoan Daxos pudo decirle todo lo que quisiera, pero un Eterno no muere nunca realmente, por eso son eternos

Ana alzó la mirada hacia el hombre, que ahora estaba frente y cerca de ella.

-Y queréis mi sangre, necesitáis mi sangre para traerlos de vuelta, ¿no es eso?

-No, mi princesa, necesito mucho más -sonrió ampliamente el hombre -Vos misma lo habéis dicho, sabéis como se hacen los bebés, como se trae la vida al mundo 

-Con meteoritos -sonrió irónica la muchacha

Pyat sonrió apretando sus dos mejillas con sus dedos, su otra mano trató de ascender por sus piernas, pero la rodilla de Ana se dobló golpeando la entrepierna del hombre, y en un rápido gesto la alzó golpeando su rostro, haciéndole caer.

-Supuse que no iba a ser por la vía fácil -dijo el hombre escupiendo la sangre -Pero no esperaba que ni aún encadenada pudierais herirme

-He tenido los mejores maestros

El brujo limpió su azul labio del rojo de su sangre y se levantó.

-Los Eternos resurgirán, iremos a Poniente y nos vengaremos de Daenerys de la Tormente, la rueda resurgirá... ¿qué pensáis hacer para impedirlo? -dijo con rabia y una sonrisa de victoria

-Coger un martillo

El lobo de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora