Por el amor

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Jon no había salido del cuarto que se había designado como suyo, se encerró allí y pasaba las horas sentado, mirando por la ventana con los ojos más vacíos que nadie pudiera ver, cualquiera pensaría que era un egoísta, estaba vivo y también la mayoría de su familia, la otra mitad era rescatable, tan sólo uno estaba perdido. Pero nadie le culpaba, menos aún su hija. Para él era como si le hubieran sacado el alma del cuerpo, arrancado el corazón del pecho, extirpado la mente de la cabeza, cuando se ama tan profundamente, se es uno con el otro.

-Dicen que el hogar no es dónde uno nace o se cría, sino dónde reside el corazón -suspiró Ana apoyada en la puerta -¿Pero qué pasa si su corazón está en el fondo del mar?

-Tu padre aún no ha muerto -dijo Radka apoyando su mano en su brazo para que la mirara a los ojos -Vamos a salvarle, vamos a traerle a su corazoncito de vuelta... y a ti también

El día de su llegada pasó pronto y la mañana siguiente amaneció con un intenso sol, rojizo como el cometa que un día dio nacimiento a los dragones, pero gélidos vientos. Todos, a excepción de Jon, se reunían en el Tambor, sala en la que una vez Aegon planeó una conquista y Daenerys una venganza. La plateada Targaryen estaba sentada junto a su esposo a la derecha de su sobrina, Ana se mantenía en la gran silla del centro, sus abuelos frente a ella con Ragnar en los brazos, Missandei y Gusano Gris tras su reina, Ser Jorah y Lord Varys a la derecha también del tablero, Rata Roja y las jinetes de sangre a la izquierda junto con Rob Arryn. Las piezas estaban sobre la mesa como siempre, algo cubiertas de polvo tras tantos años de paz, pero aún hermosamente talladas. Dos piezas indecisas en las manos de Ana: un ciervo y una rosa.

-¿Crees que en cuanto me vean se unirán?

Shireen, que estaba junto al fuego con Ser Davos, quien había sido encontrado escondido en las ruinas de una aldea, se giró hacia ella y tomó el ciervo, colocándolo sobre Bastión de Tormentas.

-Ellos se unirán cuando me vean con vos, ambas vivas, su reina y su señora

-Renly siempre os ha adorado -dijo Ser Davos -Se unirá también, y Loras hará lo propio

-Pero no es algo seguro -musitó Daenerys -No se puede empezar el castillo por el tejado

Ana tomó la rosa y el ciervo, los dejó sobre el Dominio, al fin y al cabo era dónde estaban en aquel momento, sin importar el bando al que se unieran.

-Bien, está decidido. Tyrion con Viserion volará a Dorne, el ejército que te otorgo son mis Inmaculados, Rata Roja irá contigo -sentenció Ana moviendo las fichas -Rholla dirigirá a los dothrakis a la Tierra de los Ríos junto a Rickon. Reyna tomará el Ejército Libre de Yunkai y tomará el Valle con Robin. Ragyd acudirá con Shireen y los Segundos Hijos a Bastión de Tormentas -susurró haciendo algunos movimientos más -Eso nos deja con la Roca, Desembarco y el Norte

Nadie habló, no gustaban de interrumpir a la reina mientras pensaba, ya lo había hecho un par de veces y no daba buen resultado, al perder el hilo del pensamiento, Ana enfurecía. Era mejor callar y hablad después. Pero Ragnar ignoró todo, con su baja altura y fuerza de nueve años, bajó de las piernas de Catelyn y se aproximó a su prima, tomó un dragón, un lobo y un kraken.

-Mis padres y mi tía están en la Isla del Hierro, que aún no ha sido tomada, cuenta con los hijos del hierro, Annie -dijo dulce -Ellos reconquistarán el Norte, los señores les ayudarán cuando los vean, estoy seguro

-Oh, Ragnar -dijo Ana tomando al niño y poniéndolo de pie sobre su silla -¿Crees que serán lo suficientemente fuertes, que no creerán que tus padres son unos cobardes?

-Los norteños somos malpensados y cabezotas -rió el niño -Pero les ayudarán si el abuelo Ned va con ellos, y más aún si la grandiosa reina Daenerys va sobre Drogon, la Gran Sombra Negra, y ella podría volar Más Allá del Muro y convocar al Pueblo Libre mientras los barcos llegan

El lobo de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora