El viaje había sido largo, habían ignorado la Vieja y Nueva Ghis, pues eran ruinas derretidas por el fuego de dragón y no tenían valor ninguno, aunque Ana pensó que sería una perfecta mazmorra al aire libre. ¿Qué tal iría una ciudad de indeseables? Durante las dos semanas que había durado el viaje, Ana no había bajado del barco, creía que iba a marearse por ser su primera vez, pero el barco era tan pesado que casi no se movía contra las tranquilas olas. Larra, sorprendentemente, pues era de una isla, se puso mala y vomitaba todo el día, la menor la dejaba en su cama todo el día, no la molestaba para nada. La sirvienta pensó que tal vez la reina hubiera logrado vencer a sus demonios y mantener algo de humanidad.
Entonces Astapor se presentó ante ellos, Pyat hizo sonar el cuerno despertando a Ana, la rubia se levantó de un saltó y salió de su camarote tan sólo en camisón, una tela demasiado fina y transparente que mostraba mucho de su cuerpo. La tripulación la miró. La joven miró las murallas y comprendió porqué la llamaban la Ciudad Roja, era una gran ciudad construida en ladrillo rojo, en la desembocadura del Río Gusano, aunque con poca población y un cierto aspecto de decadencia, sabía que era un importante centro mercantil. Destacaban las grandes pirámides escalonadas de las clases altas, con árboles y jardines en las terrazas, la más alta de las cuales parecía medir 120 metros de altura; puesto que no había ordenado no atracar, al anochecer vio encenderse las linternas de seda y las pirámides brillar con luces de colores. Barcazas de placer navegan arriba y abajo del . Hay polvo rojo por todos lados, danzando con el viento en cada esquina.
-Pyat -llamó Ana sentada en las escaleras que subían al timonel, viendo la ciudad -¿Cuál es el estado de Astapor desde la muerte de mi tía?
-Creo que hubo un rebelión, los antiguos amos supervivientes intentaron imponer de nuevo el esclavismo, pero los antiguos esclavos lo evitaron, claro que sin gobierno, no se pudo evitar que se proclamara un rey -dijo pensativo bebiendo azul-del-ocaso -Un tal Cleon Terceri
-¿Pero qué mierdas tienen con ese hombre? -bufó molesta Ana -Bueno, mañana lo conoceremos
Larra apareció por la barandilla, subió las escaleras muy lentamente y se sentó en el escalón bajo los pies de Ana, acarició sus piernas y se envolvió con ellas, apoyando su cabeza en el estómago de la reina. Pyat la miró con despreció.
-Deberías estar fregando los suelos, y no vomitando, o tomándose esas libertades
Larra echó la cabeza hacia atrás y miró a Ana a los ojos, la menor agachó la cabeza y la besó, entonces miró a Pyat mientras acariciaba su pelo.
-Da las gracias porque no te puse a ti a fregar los suelos, cucaracha. Ten más respeto con ella. Ahora vete
Pyat se levantó bufando e hizo una forzada reverencia, estaba bajando las escaleras cuando Ana lo detuvo.
-No creas que no vi las heridas -dijo con dureza -Si vuelves a pegarle, te mataré con mis propias manos, solía darseme muy bien despellejar, mi tío Ramsay fue un gran maestro de la tortura
El brujo tragó duro e intento sonreír, Ana sí que lo logró, abiertamente, y fue terrorífico. Larra se rió por lo bajo, más alto cuando Pyat se alejó, escondió su risa tras los muslos de Ana, luego dejó un suave beso. La mayor se giró y besó el vientre bajo la tela, ascendió al centro del pecho, acarició ambos brazos, los hombros, el cuello; dejó un beso sobre cada uno de sus senos y acarició con ellos las clavículas, iba a besar la boca de la menor cuando esta la frenó.
-Mañana tengo una ciudad que conquistar
-¿No es esta dónde hacen a los Inmaculados? -preguntó acariciando su mejilla, Ana asintió con los ojos cerrados -¿Cómo pretendéis vencerlos sin ejército?
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El lobo de fuego
FanfictionDieciseis años después del día de su nombre, años de felicidad en todo Poniente, con Daenerys Targaryen en el Trono de Hierro, un terrible suceso deshace el final feliz de la familia Stark - Targaryen. La desaparición de un miembro importante de la...