Ojillos de agua marina

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Antes de empezar, me gustaría dejaros la muerte de Oberyn, porque cuando imaginé el momento anterior, Ana gritaba como Ellaria (5:13).

También deciros que salvo Ana, sus hermanos, el maestre Aliser y Larra, todos son personajes reales de Juego de Tronos y podéis investigar sobre ello en la wikipedia friki.

Y obviamente pedir perdón porque mi deporte favorito sea matar a Jon Nieve xD


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Después de aquello Pyat se marchó sin más, aunque Ana juraría oírle susurrar "los huesos del dragón", pero tampoco podría estar segura pues en su cabeza tan sólo resonaba su propio grito, su propio llanto. Larra se acercó a ella corriendo pero Pyat la llamó y tuvo que marcharse.

Ana se quedó allí, colgando de sus adoloridos hombros, atada por las cadenas, con los ojos rojos y las mejillas llenas de sangre, con la garganta rasgada, con el alma escapando. La fuente permanecía allí, frente a sus ojos, mostrando la pila de cadáveres, cuanto más miraba a más gente reconocía, y su corazón se rompía un poco más. Y así permaneció por largo tiempo, días, aunque no sabría decir cuanto. Durante aquel tiempo la puerta no se abrió, las antorchas no se encendieron, y aquellos ojos rojos la miraron constantemente, pero a ella no le importaba, ni siquiera se daba cuenta, la espada atravesando el corazón de su padre era todo lo que su mente veía, una u otra vez, una y otra vez.

-Papá -musitaba a veces con voz débil

Durante aquel tempo comenzó a sentir un dolor extraño en la boca y la frente, un escozor que acabó por convertirse en un dolor insoportable, notaba como algo la rajaba desde dentro, largo, puntiagudo y astilloso. Pronto la sangre no salía solamente de sus ojos, sino también de su boca y su frente, pero no podía verse en el azulado líquido, pues este se mantenía en la pila de cadáveres constantemente.

Finalmente la puerta se abrió y la luz del fuego se mostró a través de ella, Larra entró con ojos preocupados, cerró la puerta con cautela y corrió hasta Ana, tomó el maldito cuenco y lo vació, llenándolo con agua.

-Mi princesa

Ana la miró con ojos caídos y doloridos desde abajo, pues sus rodillas habían vencido, su gesto era duro y rabioso.

-Ya no, ¿no lo has visto? Mi papá, el príncipe, mi tía, la reina... están muertos

Larra abrió las cadenas con toda su fuerza, cortándose el dedo en el esfuerzo, el cuerpo de Ana cayó como un peso muerto en el charco de sangre, que era grande y viscoso; la mayor tiró de ella fuera de él y tomó un paño mojándolo en el cuenco, comenzó entonces a limpiar su rostro pero su mano tembló y el paño cayó de entre sus dedos. Larra la miraba aterrada.

-¿Qué pasa? -susurró Ana desganada

-Mi princesa, vuestros dientes.... vuestra frente...

Ana alzó un ceja pero tampoco mostró preocupación o curiosidad, Larra sacó un trozo de espejo de entre sus ropajes y de lo mostró, Ana pudo verlo, como sus dientes se habían vuelto afilados y sus colmillos largos como los de las serpientes, recordándole a los de Rhaegal; pudo ver también como en su frente, bajo el corte del pelo, había dos pequeños cuernos negros. Lo comprendió entonces todo, "cuando el hielo se torne fuego" era obvio que se refería a sus ojos que habían cambiado de azules a rojos, "los huesos del dragón" claramente quería significar lo que estaba viendo ante sus ojos ahora mismo; lograba encontrar la respuesta al "cuando" pues aquello era un condición, algo sucedería,  y no lograba saber el qué.

El lobo de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora