Fuego Extinguido

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No estaba en sus aposentos, miraba a su alrededor y no reconocía nada, era una habitación redonda pero no tenía paredes, simplemente cientos de columnas que sujetaban un techo, del cual caían lámparas de blanca luz. Era de noche y la luna brillaba como plata en el cielo, veía colinas teñidas de azul, un riachuelo plateado como la luna, las estrellas brillantes por miles, una agradable brisa corría.

Ana estaba en el suelo, de rodillas, llevaba una túnica de seda blanca casi transparente, su pelo estaba suelto sobre su pecho. Alzó la mirada y la vio, una mujer que iba de blanco al igual que ella, su piel era tan blanca y brillante como la luna, sus ojos de un alegre azul, su cabello caía sobre su espalda baja rubio. Se giró para mirarla y le sonrió.

-Querida, levantate -le dijo en una voz tan dulce que le alivió el corazón
-¿Quién sois? -preguntó en tono cauto

La mujer sonrió aún más, siempre dulce y amable, se alejó de las columnas aproximándose a ella, ofreció entonces una mano.

-Quien no debe ser nombrado

Ana tomó su mano y notó que era muy fría, no un frío que quemaba como el del Norte, sino uno que invitaba a dormir

-La muerte -susurró la joven

La mujer le sonrió y tiró de ella con gran fuerza, Ana se percató entonces de que no recordaba sus problemas, sus temores, sus desgracias.

-Mi pequeña, han minado tanto vuestra alma, el lobo está hecho para vivir en libertad y manada, el dragón mengua con el cautiverio
-Quiero ir con mi padre

La mujer la miró con duda, tomando ambas manos, aliviando el dolor de sus hombros y piernas.

-¿Cuál de los dos?
-Papá, quiero ir con papá
-Oh, pequeña reina, sólo hay una cosa que se le puede decir a la Muerte

Ana la miró y se dio cuenta de que lloraba en silencio.

-Por favor, llévame, ya no puedo más, soy demasiado débil para soportarlo

La mujer la envolvió en sus brazos, Ana encontró una extraña calidez en el abrazo de la Muerte, era imposible resistirse a aquella paz.

-La gente llora no porque sea débil, sino porque ha sido fuerte demasiado tiempo, pequeña -dijo amable la mujer -Tenéis que seguir, tenéis que luchar, por vuestro padre, por vuestros hermanos, por vuestras tías y vuestros tíos, vuestros abuelos, vuestros súbditos, vuestro pueblo
-No llegaré a tiempo, no tengo nada, no soy nada

La mujer la apartó en un gesto brusco.

-Sois de la sangre del lobo, de la sangre del dragón, vos sois la unión de los primeros hombres y los que desaparecieron
-¿Y quién vendrá a salvarme? -le preguntó la pelirroja con dura voz
-Si necesitáis un héroe, si necesitáis que os salven.... sed vuestro propio héroe, salvaos vos misma

La muerte se alejó de ella y caminó hacia uno de los ventanales.

-Si no llego a tiempo...
-Vengadlos, tengo entendido que el Norte no olvida

Ana caminó hasta ella y observó el lugar, era bello y apacible, le pareció ver sombras moviéndose, sus habitantes tal vez.

-Deja a un lobo vivo y el rebaño jamás estará a salvo -recitó las palabras de su tía Arya
-Sea pues -sonrió la Muerte -Partís con la ventaja del dragón
-A fuego y sangre

La rubia mujer se giró y por un momento a Ana le pareció ver a su tía Daenerys, sino fuera por el azul de sus ojos, en vez de un lila. La Muerte tomó el rostro de la menor con ambas manos y la miró sonriente, entonces dejó un leve beso sobre sus labios, al igual que otras veces habían hecho sus padres y hermanos.

Ana abrió los ojos, estaba en su dormitorio en la Casa de los Eternos, estaba vestida y con el pelo recogido, sintió un horrible dolor de cabeza, así que se incorporó y deshizo el peinado. Ana bajó de la cama tambaleándose, se sentía extraña, entonces se encontró con su reflejo en el espejo; su piel parecía incluso más pálida, sus ojos rojos centelleaban, el entorno de sus ojos parecía mucho más oscuro, sus labios estaban enmarcados por la sangre del roce con sus afilados colmillos, sus uñas eran largas y afiladas de un color negro duro. Entonces se percató en su pelo, que chorreaba sobre ella por debajo de sus negros cuernos, ahora era rubio como el de aquella dama que acababa de ver, no como el oro, sino como la luna.

-Cuando el fuego se torne hielo y las garras del lobo amenacen al mundo, entonces la Muerte tomará forma entre los vivos, y el mundo será suyo

Ana vio el reflejo de Pyat en el espejo, estaba en la puerta mirándola, la joven se giró para encararlo, se sentía extraña, como si en parte ya no fuera ella. Sabía cosas que no debía saber.

-Preparadlo todo, Pyat, enseguida

El hombre salió de la sala, Larra se asomó desde un extremo, Ana la llamó con un gesto de la mano, ella se acercó a gran velocidad. Le ordenó que cepillase su cabello, que quitara el vestido, también el corset y todas las joyas; la menor acabó totalmente desnuda, con el ahora cabello plateado impoluto, Larra le ofreció solamente la bata de seda.
Ambas muchachas salieron de la habitación, caminando por pasillos oscuros, sin luz ninguna, Larra no sabía por donde iba pero al parecer Ana sí. Llegaron entonces a unas enormes y robustas puertas de roble, Pyat estaba de pie frente a ellas, las empujó con toda su fuerza y les ofreció el paso, las jóvenes pasaron.

La habitación era todo de mármol negro, tan sólo había cuatro ventanas, en medio se hallaba una enorme bañera labrada en el suelo, con escalones en un lateral, estaba llena de un líquido blanco y espeso. Larra no sabía que era, Ana no lo quiso pensar y Pyat no lo dijo.

El hombre se adelantó y vació una copa de azul-del-ocaso en aquella blancura, se acercó a una mesa en una esquina y tomó un objeto, al acercarse Ana pudo ver que era una corona de hierro negro, decorando el hierro pulido que se ceñía a la frente había cuatro estrellas de cuatro afiladas puntas. El hombre colocó la corona sobre la cabeza de la joven, quien retiró la bata enseguida y caminó hasta la bañera, bajó los escalones muy lentamente dejando que el líquido cubriera su piel, entonces llegó al fondo y se dejó caer de espaldas.

No hubo señales de movimiento, ni burbujas de respiración. De repente el líquido se tornó negro y miles de mano asomaron en agitación, saliendo brazos poco a poco, apareciendo cabezas, arrastrándose fuera de la bañera.

-Los Eternos han regresado

El lobo de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora