Cuando se despertó Larra ya no estaba, Ana se giró sobre su hombro quedando boca abajo, hacia tanto que no dormía tan bien, ni tanto, y eso que ella era famosa por ser una dormilona nata.
La puerta se abrió, la princesa lo ignoró, de repente escuchó el metal arrastrarse y como se envolvía en sus muñecas, las cadenas tiraron de ella haciéndola tomar de nuevo la postura de la que Larra la había liberado.
-Buenos días, Pyat, ¿habéis dormido bien? -sonrió mordaz
-Veo que habéis recuperado los ánimos, retomamos viejos tiemposLa joven rió, una risa dura y cruel, irónica y perversa. Pyat chasqueó los dedos y Larra entró, sujetaba en sus brazos un amplio cuenco de plata lleno de un espeso líquido azul, color-del-ocaso. Ana la miró, su mejilla estaba morada, y podía ver algunos cardenales verdes ya en sus brazos. Larra dejó el cuenco frente a ella, y por alguna razón el ornamento flotó frente a sus narices, la joven se apartó junto a la puerta, encogida.
-No tengo sed, gracias
-No es para beber, princesa, es para ver... ver aquello que no habéis vistoPyat removió los dedos en el líquido, un remolino comenzó a moverse incluso cuando retiró la mano, el color azul comenzó a disiparse y una claridad se mostró ante sus ojos.
-¿Qué es esto, brujo?
-Vuestra familia, vuestro puebloEn la claridad comenzaron a formarse imágenes, Ana vio la Fortaleza Roja, la habitación que había tomado Jon para ser más exactos. Vio una cobriza cabellera rizada sobre las sábanas blancas, dormía plácidamente con el rostro contrario al sol, Ana no podría haber confundido a su padre ni ha propósito. Alguien entró por sus espaldas y subió a la cama, besó la coloreada piel poco a poco, sus manos envolvieron el cuerpo contrario. El negro pelo de su papá era inconfundible, también.
No oía nada, pero vio los labios de su padre moverse, riendo y hablando, podía imaginarse lo que le decía a su esposo. Robb giró y arrastró a su marido a sus brazos, capturando sus labios, los cuales besó durante largo rato con dulzura y pasión.
El líquido tembló y la imagen cambió, veía a sus padres andar por los pasillos, riendo entre ellos, reconoció la puerta de su dormitorio, la había pintado junto a su tía Daenerys con el mapa del mundo conocido, había marcado luego los lugares que habían conocido. Sus padres empujaron la puerta y entraron, la princesa juraría que la llamaban, pero ella no estaba allí. Robb salió corriendo pero con el rostro tranquilo, tal vez pensaba que su hija había madrugado aquel día, Jon se quedó en la habitación esperando relajado.
Robb volvió, golpeando la puerta con fuerza, Ana vio en su cara la furia, la preocupación, el miedo. Estaba gritando, lo podía ver en su garganta tensa y el rostro rojo, la cara de Jon fue lo peor. Su padre tenía el horror grabado en la expresión, sus manos cubrieron su boca pero Ana juraría que el plato tembló ante su grito, Jon cayó de rodillas al suelo llorando desconsoladamente. Robb corrió hasta él abarazandolo.
Ana se agitó entre sus cadenas, tirando de la pared, llamándolos, queriendo que supieran que estaba allí. Odiaba verlos llorar.
La imagen se agitó de nuevo, mostraba ahora la sala del Trono, había una enorme mesa con el mapa más gigantesco que nadie hubiera visto, todos los señores estaban entorno a él. Los veía discutir, gritar y golpear la mesa. La buscaban.
Las ondas volvieron a moverse, vio el fuego y el acero brillando en ella, gente luchando, flechas volando. Los señores aparecieron de nuevo, peleaban entre ellos, se acusaban los unos a los otros.Apareció una mesa en la que estaban sentados los señores de Dorne, Bastión de Tormentas, el Dominio y las Rocas. Otra mesa la sucedió, una en la que se sentaban Daenerys y Tyrion, los señores de El Valle y la Tierra de los Ríos, sus padres y Yara. Luchaban entre ellos.
El líquido se volvió rojo entonces y Ana supo que era la sangre, la de aquellos que habían caído en la lucha, la sangre de la traición. Entonces, lo más horrible que pudo haber imaginado se mostró ante sus ojos.
Jon estaba de rodillas, atado, a su lado se encontraba Daenerys en igual situación. Ana no podía identificar la habitación, era un lugar frío, oscuro. Jaime Lannister apareció junto a Ellaria Martell, detrás se hallaban Loras y Margerye Tyrell. Hablaban, no sabía lo que decían, pero debían ser mentiras o cosas horribles, pues su padre y tía se agitaban enormemente. Jaime sacó una espada, la punta cayó sobre el pecho de Jon, le miró duramente, y entonces el acero se hundió en el corazón de su padre hasta la empuñadura. Jon cayó al suelo sobre un gran charco de sangre.
-¡NOOOO!
El grito de Ana fue tan estridente y desgarrador que la celda pareció temblar, la Torre entera tembló, incluso una tormenta pareció alzarse en el lugar. Cualquiera que lo hubiera oído diría que era el sonido más terrible que nadie hubiera hecho jamás. Las lágrimas de Ana caían a millares por sus mejillas, y su garganta no dejaba de resonar, pero no era agua salada lo que caía de sus ojos; estaba teñida de rojo, de carmesí profundo, y manchaba sus mejillas con aquello de lo que estaban hechas: sangre. Lágrimas de sangre.
Ellaria sacó una daga y con una sonrisa de superioridad tajó el cuello de Daenerys en un sólo golpe, que cayó al suelo ahogándose con su propia sangre. Tyrion apareció corriendo, se le veía pelear con los soldados, gritaba e incluso lloraba, un hombre lo cogió en el aire lo tiró dentro de una celda. Sus abuelos aparecieron entonces, sobre la muralla de Lannisport, arrodillados sobre dos tocones, dos espadas cayeron sobre sus cuellos.
Ana no podía dejar de gritar, sentía como si las garras de los lobos arañasen sus entrañas, pero no podía dejar de gritar. Cualquiera clamaría sin dudar que escuchaba el corazón de la joven romperse en trizas.
Una pila de cadáveres ardió entonces en sus ojos, el cuerpo de su papá, el de su tía, los de sus abuelos, el de su primo Robin Arryn, el de Shireen, Missandei, Gusano Gris, Jorah y Varys, su tío Rickon junto a su esposa y su pequeña hija, cientos de hombres y mujeres libres, señores menores de todos los reinos, el pequeño Ragnar.
La sangre se acumulaba en los ojos de Ana, había tanta que ni lograba caer, su camisón blanco estaba ya teñido de rojo, sus piernas y las piedras del suelo. Tanta sangre se acumuló en sus ojos que el iris azul se oscureció, el gris se tornó negro, y el negro se diluyó hasta que se tornó carmesí.
Sus ojos azules, que lloraban sangre, se volvieron profundamente rojos.
-Cuando el hielo se torne fuego y el fuego se torne hielo -susurró Pyat
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El lobo de fuego
FanficDieciseis años después del día de su nombre, años de felicidad en todo Poniente, con Daenerys Targaryen en el Trono de Hierro, un terrible suceso deshace el final feliz de la familia Stark - Targaryen. La desaparición de un miembro importante de la...