Por el mal camino.

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Una de los cosas que había descubierto sobre YoungJae durante este tiempo, era su lado travieso y lo juguetón que podía volverse en algunas ocasiones. Era una virtud que me encantaba y claro, me había enamorado completamente.

- Abre bien la boca - pidió riendo, mientras acercaba la cuchara a mis labios.

- Eso intento - dije, entre risas al notar que caían granos de arroz de mi boca. - Aish, ¡porque demonios llenas tanto la cuchara! - reproche con la boca llena de comida mientras escuchaba su risa. - ¡Lo hiciste apropósito!

- Lo siento, lo siento - pidió aun riendo, llevándome el vaso de agua a la boca. - ven aquí - su mano se deslizó hasta mis labios limpiando los pequeños restos de comida. - Comes como niña pequeña, estas toda manchada - comento tomando un par de arroces de mi suéter. ¿Como quería que comiera como una persona normal si metía un cucharón repleto de comida dentro de mi boca?

- Me viste cara de hambre - reproche de mala gana - Dame eso - le dije, mientras tomaba la cuchara de sus manos y la llenaba nuevamente de arroz, pero esta vez la colapsé del alimento. - Abre bien - pedí alargando la palabra "bien".

- Eso no caerá en mi boca - comento riendo, refiriéndose a la cuchara con demasiada cantidad de comida.

Como amaba escuchar esa risita llena de ternura.

- Solo abre la bendita boca - pedí mal humorada.

Al día siguiente de nuestra "celebración" y luego de la larga e interminable noche de amor, había convencido a YoungJae de faltar a clases y quedarnos disfrutando del día en la cabaña, más bien descansando. HimChan me había llamado un par de veces del trabajo y lo único que se me había ocurrido fue excusarme de un terrible resfriado, era de esperarse, el idiota amargado no me había creído ni una sola palabra. << Ya veremos que tan mal va ese resfriado >> había dicho con un tono bastante sospechoso.

Y ahí estábamos. Eran las dos de la tarde y aun en cama, YoungJae me había preparado un exquisito plato y como buen enamorado lo había traído hasta la cama, consintiéndome de la mejor forma.

- Me gusta esto - le dije refiriéndome al plato que había preparado, era una especie de arroz, cubierto en un estofado de no sé qué. - ¿Como lo hiciste? - pregunte con la boca llena. Realmente estaba delicioso.

- Con mucho amor.

- Te hablo de como lo preparaste, tonto.

- Amargada.

- Te amo. - dije, sonriendo.

- Yo no - había dicho.

<< Claro >> pensé.

- Entonces yo tampoco - respondí de mala gana, desviando la mirada al plato de comida.

- Tú no puedes vivir sin mí.

Ante sus palabras sonreí irónicamente. Después de todo el maldito ególatra tenía razón.

Luego de la comida habíamos tomado una ducha por separado << ¿por qué? >> pensé. Una ducha compartida tenía muchos beneficios, pero a él no se le había ocurrido y había decidido meterse a la ducha sin siquiera avisarme. << idiota >> pensé, una y otra vez. Había echado a perder una bendita oportunidad y lo peor de todo es que era en la ducha. Idiota mil veces.

- ¿Y esa cara? - preguntó, al salir del salón de baño. Tenía una de las blancas toallas al rededor de su cintura, el torso húmedo y ese cabello mojado y revoltoso que tanto me gustaba. Parecía que lo estaba haciendo a propósito.

- Es la única que tengo - comente sentada sobre la cama, enfadada. Y es que en estos momentos no podía pensar con la cabeza.

- Grace... Te conozco.

You're My RomeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora