Alex:
¿Qué haría una chica en mi condición? Diane tenía 4 trabajos y yo acababa de salir del colegio, con 18 años debía trabajar. No tenía más opción.
-Oh, vamos Vause. No es tan malo. Te acuestas con un par de chicos por día, ganas muy buen dinero y no te matas en una empresa ocho o no se cuantas horas diarias por una miseria... además podrías pagarte la universidad en un tiempo... tal vez te den una beca y-
-Nicky detente. No voy a trabajar de puta además... mierda tu sabes que soy lesbiana.
-y yo también lo soy.
-Bueno tu eres una sucia.
-Oh por Dios. En que siglo vives plebeya. Alex ni siquiera tenemos opción o es que ¿has conseguido trabajo en estos últimos días?
-No... pero no significa que no lo conseguiré nunca.
-Alex. Tienes 18. Las empresas buscan gente con experiencia y tu en lo único que eres experta es en probar chicas.
Nicky levantó sus cejas en un gesto sugerente y yo de inmediato recordé nuestro pequeño desliz el día de su cumpleaños.
-De igual forma no hay posibilidad alguna de que me acueste con un chico, tipo, anciano o lo que sea que llegue allá.
-Vause ¿recuerdas cuánto me pagaron a mi la primera vez?... como 6 mil dólares.
El dinero se cruzó por mi cabeza... todo lo que podría comprar para Diane. Podría estudiar. Podría... no. De ninguna manera.
-No quiero y no seré una puta.
-Como 3 mil veces te he dicho que no somos putas.
-Bueno llámalo puta o prepago. Para mi es la misma mierda.
-Cambiaras de opinión cuando no tengas otra salida.
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Las semanas pasaban y yo me desesperaba cada vez más. Diane empezaba a enloquecer y odiaba verme acostada leyendo o en la sala leyendo o en donde fuera leyendo. Odiaba ver mis libros por todas partes y odiaba verme a mi por todas partes. Para ser sincera la entendía, la situación económica no era buena y en sus ojos ya se notaba el cansancio de toda una vida trabajando.
Un miércoles en particular me cansé. Me cansé de leer historias absurdas donde mágicamente todo mejoraba y decidí aceptar que esta realidad apesta, pero es en la que vivo. Llame a Nicky sin dudarlo mucho porque sabía que si lo pensaba mas de dos segundos con cabeza fría me arrepentiría.
-Una sola vez Vause, la primera y la última.
Asentí con la cabeza como si ella pudiera verme y termine la llamada. Salí de casa y caminé hasta un parque que era el punto medio entre la casa de Nicky y la mía. Cuando la vi, la ansiedad empezó a recorrer mi cuerpo de manera muy particular. Sentí hambre descontrolada y sentí como si nada fuera real a pesar de que todos mis cinco sentidos estuvieran puestos en ese momento.
Caminamos pudo haber sido una o diez calles hasta que llegamos a una casa. En realidad era hasta bonita, las puertas eran doradas y las paredes blancas. Nicky oprimió un botón y una mujer se asomó para vernos, en seguida abrió completamente la puerta y nos dejó pasar.
-Mira bien a tu alrededor porque esto es el paraíso Alex.
Lo primero que pude sentir después de escuchar a Nicky, fue un olor súper agradable... como a incienso de canela tal vez pero no estoy segura. El hecho era que el olor me hacía sentir relajada. Lo segundo que note fueron las luces rojas. No era un rojo intenso era un rojo pálido casi tímido, no me daba fastidio en los ojos ni me disgustaba. Maldito lugar me hacía sentir tan cómoda que no quería dudar sobre nada.