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Alex:

Un grupo de chicos llegaron eran típicos hijos de papi y mami, del tipo de gente que más odio en la vida.

Nicky me miró con cara de que quizá alguno de ellos podría escogerme y yo rogaba por dentro de que no fuera así.

-Hey Maritza- ella se acercó a uno de ellos con una sonrisa súper coqueta -Hoy te toca conmigo- Era evidente que no eran clientes nuevos y empezaba a darme cuenta que de hecho ninguno de los anteriores parecía nuevo.

-Hoy vengo con mi primo ¿crees qué hay una virgen aquí? Él... ya sabes... nunca...- diablos hable muy pronto

-¿Nunca ha estado con una chica o nunca ha venido acá?

Yo miraba la escena obviamente porque me interesaba saber si estaba a punto de cometer la mayor locura de toda mi vida o me salvaría esta vez.

-Las dos.

Maritza le hizo una seña para que pasaran a la oficina de la dueña ¿aún no sabía el nombre o lo había olvidado? Poco después salieron, esa mujer de nuevo con una sonrisa que traía un significado.

-Alex ven acá.

Me levanté de la silla y caminé totalmente seria hacia ellos. Uno de ellos parecía intimidado a pesar de que era un poco más alto que yo. Extendió su mano hacia mi y yo la estreché

-Mucho gusto señorita.

No respondí nada, no estaba asustada tal vez ya no me importaba. Pero al parecer a mi jefe tampoco le importó mucho como yo actuara.

-¿Y?- mi jefe preguntó impaciente, como si la escena la exasperara. El chico afirmó con la cabeza y yo quise pegarme un tiro en ese momento.

-Bien ya sabes las reglas- Le decía a el de seguro porque yo ni sabía ya donde estaba parada. El tomó mi mano y caminó hacia el cuarto.

Como cuarenta minutos después el me miraba sin poder descifrarme.
-No parece que lo hayas disfrutado.

Me limpié las lágrimas mientras me sentaba en la cama y trataba de aparentar que era un dolor físico más que emocional.

-Nunca se disfruta la primera vez. Tú eres el chico, deberías saberlo.

El sonrió con un poco de lástima. -Lo siento... no es como planeaba pasar mi primera vez.

-Yo no planeaba pasar una primera vez.

-¿Pensabas ser monja? Porque déjame decirte que es un salto muy grande.

La verdad me hizo gracia, él no parecía malo. En realidad era muy guapo y daba la impresión de ser muy decente.

-¿Por qué estás en este lugar?

-Porque lo necesito.

No preguntó más. Tal vez no quería incomodarme, tal vez se dio cuenta de todo en el mismo instante que estuvo encima mío, no lo sé.

Se levantó y se vistió sin decir nada más. Yo hice lo mismo sin ignorar el hecho de sentirme totalmente ajena a mi misma.

Antes de salir se giró y me miró, no de la forma que suelen mirar todos los hombres. -Toma- me pasó unos billetes.

-Pero no te hice nada extra... ni siquiera te di besos.

-No importa, hagamos de cuenta que lo hiciste.

Sonrió y salió del cuarto. Me quede un rato más pensando en lo que había pasado. No fue la mejor experiencia de mi vida pero tampoco fue la peor. No era como si me estuviera pesando en el alma o quisiera arrancarme la piel. Si me sentía rara pero nada que no me esperara.

Salí de la habitación y por suerte habían dos o tres chicas nada más en la sala conversando. Tratando de pasar desapercibida caminé y subí las escaleras, entre a mi cuarto y lloré porque no era justo con Diane. Pero la vida en general no era justa.

Después de unas horas salí un momento de la casa para fumar. No sabía como sentirme, ni siquiera sabía si realmente había cambiado algo en mi o simplemente había sido un suceso que mi mente en forma defensiva  empezaba a olvidar.

La puerta se escuchó pero no quise girar a ver quién era, de verdad no tenía ganas de hablar.

-Hey nueva, ¿tienes otro?

Giré solo para encontrarme con esos ojos azules enormes. Abrí la cajita en mis manos y dejé que tomara uno de mis cigarros.

-Tienes los ojos inflamados.

-Lo se- como si no me hubiera visto en un espejo unos minutos atrás.

-Entonces ya no eres tan nueva...

Negué con la cabeza mirando al infinito, a todo menos a ella.

-Bueno, bienvenida al club.

La miré una segunda vez y de verdad era una odiosa. ¿Cómo se le ocurría decirme algo así en estos momentos?

-¿Debo agradecerte? Porque de verdad no me agradaría estar en un club contigo.

Su gesto se desvaneció y en cambio se puso a la defensiva. Se quedó pensativa unos segundos fumando repetidamente.

-A nadie- lanzó el cigarro a la calle y volvió a la casa.

No parecía ofendida, más bien parecía como si me estuviera dando una advertencia o yo que se. Esa rubia es rara en verdad.

Entre a la casa y me encontré con mi jefa. Me hizo esa seña con el dedo para que la siguiera a su oficina.

-El dijo que lo habías hecho muy bien.

-¿En serio?

-Si... tal vez ya tengas un cliente frecuente- ¿eso era posible? Diablos.

Después de varios segundos de mi silencio y mi mente divagando, ella hablo de nuevo.

-Oye Alex... te daré un pequeño consejo. No vuelvas a tener esa actitud de niña seria y misteriosa... no se si lo sepas pero Piper es la única que se comporta así acá y no se cómo pero ha conseguido clientes siendo así. Sin embargo te aconsejo que pruebes a ser más expresiva, da una sonrisa o juega con el cabello no lo sé... ademas te evitaría un problema con ella.

¿Que es que acaso todo el mundo corría a todo lo que dijera la rubiecilla esa? Seguro que esa chica me traería problemas.

-Creo que mi actitud le gustó al cliente.

-Alex es solo un consejo, si lo tomas o lo dejas es tu problema.

Era la segunda vez que me daban consejos con respecto a cómo tratar con Piper y desde mi perspectiva, ella es solo una chiquilla caprichosa que necesita llamar la atención. Así que no me interesa en lo absoluto que pasara con ella si rompo todas aquellas tontas reglas.

Piper Prepago Donde viven las historias. Descúbrelo ahora