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Alex:

Me levante y sorprendentemente no tenía resaca... la que me daría dolor de cabeza seria Diane.

-Alex Pearl Vause. ¿Que es esto?

Deje de mirar el techo para mirarla a ella. Estaba sentada en el borde de mi cama, extendiéndome una bolsita con un polvo blanco. Mierda.

-Ma... eso no es mío.

-Es justo la respuesta que esperaba.- me miró con sus ojos verdes más claros que los míos casi tocándome el alma.

-Sabes que no te mentiría.- falso. Llevaba días ya mintiéndole. Aún así ella seguía mirándome con sus cejas levantadas en un gesto similar al mío. -Es en serio mamá. Tú lo sabes.

El silencio me incomodaba mucho con Diane, por eso la había estado evitando todo este tiempo. -Escucha Alex... llevó días viendo que llegas solo a dormir. Cuando creo que tendrás un día para mi, simplemente te vas con Nicky y no te voy a acusar... sabes como era mi vida, lo sabes- empezó a mirar la pequeña bolsa en sus manos. -Solo espero que no estés en nada raro. Una cosa es que salgas de fiesta te diviertas, pruebes cosas nuevas... cuando me dijiste que fumabas yerba no te dije nada porque lo sé lo hice también... pero esta mierda, no te lo voy a permitir... no voy a ser la madre de una adicta y si quieres vivir en eso, que no sea en mi casa por favor-

Un par de patadas en todo el cuerpo hubiera dolido menos. -Mamá...- a penas pude hablar cuando ella ya estaba fuera de la habitación, reaccioné rápidamente pero no lo suficiente como para alcanzarla antes de que saliera de la casa. Que mierda, que puta mierda.

Me dolía el cuerpo pero sabía que no era algo físico era más emocional. La ansiedad me mataba cuando algo andaba mal con Diane. Lancé a la mierda todo lo que se me cruzó en el camino al llegar a mi habitación y me senté en la cama abrazando mis rodillas. La verdad era que, a pesar de ser una persona muy calmada la mayoría del tiempo, cuando siento que algo me altera el rumbo normal de mi vida casi no puedo controlarme.

Me acosté en la cama con el celular en las manos, más frustrada que nunca. Quería llamar a Diane ¿pero de que serviría? Probablemente no respondería. La estaba dejando a un lado y todo por no querer contarle la verdad.

En mi mente apareció Piper con la ropa que usaba la noche anterior. Con su hermoso cabello rubio y la canción... busque una parte de la letra en Google y la encontré. Lana del Rey... nunca la había escuchado pero desde esa canción podría amarla. Me bajó todos los humos con sus canciones, sentía una paz que no tenía hace muchísimo y me volví a dormir.

Me desperté por la necesidad de comer algo, mi estómago protestaba y mandaba señales en mis sueños. Caminé por la casa sin encontrar rastro de un ser vivo y decidí que hacía falta un animal... así que decidí bañarme y salir porque la soledad me mataba.

Me había descargado unas canciones de Lana así que las escuché mientras buscaba algo de comer en la calle. Compré un burrito y miré las vitrinas de los establecimientos hasta llegar a una tienda de mascotas.

Un gato eso era lo que quería. Entre aún comiendo, sonó un timbre al pisar la alfombra y una chica se asomó detrás de una pared. Dios era hermosa.

-uh, hola... tengo unos problemas aquí...- señaló algo que no podía ver -puedes mirar los animales pero por favor no les des de tu burrito o morirán- me quede mirándola levantando las dos cejas mientras ella me señalaba con un dedo acusador. Segundos después soltó la risa. -Es broma, pero no lo hagas, en serio-

Ella se fue y yo me quede ahí parada como una idiota con el burrito a medio terminar, a penas me pude girar cuando ella ya estaba de vuelta. ¿Que era eso? ¿Un pez? Sacudí la cabeza.

-¿encontraste alguno que te gustara?

-Ammm... n.no se.

Ella me miró confundida pero aún con una sonrisa en su rostro, estando así de cerca la pude detallar mejor. Sus ojos eran azules, tenía los labios carnosos y tenía pecas casi invisibles en su nariz y mejillas, sus brazos estaban tatuados y tenía una camisa sin mangas de misfits.

-Me gusta tu camisa.

-Es una buena banda.- esta vez sonrió sin mostrar sus dientes y desvió la mirada. -¿entonces...vas a mirar quién te llama la atención?

-¿Perdón?

-Me refiero a los animales.- me miró curiosa y yo no pude evitar sonreír de esa forma coqueta. Diablos.

-Quiero un gato.

-¿Alguno en específico o solo quieres ver cuál te llama la atención?

-Solo los quiero mirar...

Ella me guió hasta los gatitos. Estaban separados por colores y razas y honestamente yo solo quería uno tranquilo, así que los miré todos hasta que vi un gatito negro durmiendo en un rincón. -Quiero ver ese...

-¿Segura? Eres como el mal cliché de una película donde la pequeña niña escoge a la mascota más triste e indefensa.

-¿Te parezco una pequeña niña?- enarque una ceja y sonreí

-No o sea... solo quería decir que... nada olvídalo- parecía frustrada así que reí para liberarla de la tensión mientras ella tomaba al gato con cuidado y lo acomodaba entre sus brazos. Caminó hasta el fondo de la tienda y lo puso en el mostrador. El gato se estiró, bostezó y abrió los ojos. Eran azules super brillantes... como los de Piper.

Acerque mi mano a su cara y él se paseó por ella buscando un poco de cariño. -Creo que este es...

-Si. Tiene una energía parecida a la tuya.

-¿En serio?- yo le sentía una energía parecida a la de Piper. -¿Cuanto cuesta?

-Nada.

-¿Cómo que nada?

Ella río. -Acá no vendemos mascotas, las damos en adopción. La única condición es que los que adoptan tienen que comprar la comida que producimos nosotros así podemos mantenernos.

-oh... ya veo. ¿Entonces cuanta comida debería comprar?

-Es un pequeñín... creo que con una bolsa de estas tendrás para una semana. Cuando se termine puedes venir o te puedo hacer domicilio también.- levante mis cejas en un gesto sugerente mientras ella solo reía. -¿siempre eres así tan coqueta?

-No siempre, solo cuando parecen sugerirme cosas...

-Yo no hice eso- sonrió

-¿Ah no?- sonó el timbre de la entrada avisando un nuevo cliente. -Salvada por la campana.

-Son 4 dólares y tu número de teléfono.- me pasó su celular yo anoté mi numero poniendo "Alex Vause 😼" y se lo pasé robándole una sonrisa. El gato estaba en sus manos mientras yo sacaba el dinero para pagar la comida. Cuando ella me lo entregó el pequeño animal se acomodó en mi pecho ronroneando. Ella sonrió y yo salí de la tienda.

Piper Prepago Donde viven las historias. Descúbrelo ahora