Alex:
-¿Nos podemos ir?- Piper dijo con ilusión en su voz. Creo que no había considerado por un segundo esa posibilidad, me dolía la idea de la resignación que estaba teniendo hasta el momento.
-Supongo que si... creo que solo tenemos que firmar unos papeles y podremos irnos. Ire a preguntar.
Esperaba desde lo más profundo que fuera tan fácil como pensaba. Deje la habitación y me senté en unas sillas cerca al cubículo de información, recosté mi cabeza contra la pared y me permití llorar un poco más.
Piper no podría ver mi dolor, ni lo creería. Habíamos sido tan estúpidamente egoístas y egocéntricas todo este tiempo que no nos permitimos cruzar esa línea que nos separaba. Ella se iría y disfrutaría unos últimos momentos conmigo pero ¿yo que? Tendría que procesar todo lo que seguía después yo sola.
Me había dado cuenta que ya había pasado un buen tiempo pensando en el futuro cuando en realidad debería estar aprovechando el presente. Dejé la silla y me acerqué a información.
-Disculpe...- me aclaré la garganta por mi voz temblorosa. -Mi novia quiere abandonar el hospital así que nos preguntábamos ¿qué tenemos que hacer? ¿cuál es el proceso a seguir?
Una pequeña señora de unos 60 años o tal vez más me miró por encima de sus lentes, detalló mi cara tal vez demasiado sonrojada por tanto limpiarme las lagrimas.
-¿Nombre de la paciente?
-Piper Chapman.
Escribió su nombre en la computadora y se quedó pensando unos segundos.
-¿Conoce de la situación de su pareja?
-Si.
-Y aún así... ¿Quieren salir?
-Así es. Necesitamos irnos de acá.
-De acuerdo señorita pero... la señorita Chapman es menor de edad. Solo se le puede dar la salida al paciente con un pariente cercano mayor de edad.
-Yo soy su única pariente y soy mayor de edad.
-Creo que no me entiende...
-No. Usted no me está entendiendo, cada segundo que yo pasó viéndole la casa a usted estoy desperdiciando un segundo con ella. ¿Que tan complicado es hacer un documento donde le den la salida bajo nuestro consentimiento? ¿Acaso esto es una puta carcel?
-No pero... me temo que no la puedo ayudar.
-No, aquí nadie ayuda.
Saqué mi celular rogando que aún tuviera batería para hacer la locura que tenía en mente. Por suerte para mi aún sobrevivía con un cinco por ciento, busque rápidamente el número de Nicky y casi cerré los ojos para rezar que contestara.
-¿Vause? ¿Dónde estás?
-Nicky... menos mal contestaste. Necesito un favor enorme.
-¿Así como tú?
-No. Este es un favor de verdad muy grande.
-Dímelo.
-Necesito que vengas al hospital del norte con tu auto.
-¿Para qué?
-¿Vas a hacer preguntas o me vas ayudar?
-Sabes que siempre te voy ayudar... tienes mucha suerte porque estoy cerca, en cinco minutos estoy allá.
-Bien, te espero en la salida principal porque no tengo batería.
-De acuerdo.
Colgué y empecé a caminar de nuevo a la habitación. Había descubierto una nueva sensación que no me agradaba para nada, el miedo a la muerte era algo que me producía nauseas, un leve mareo y me hacia temblar las manos. Pero tenía que convivir con ello si quería estar cerca a Piper.
