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Tres golpes secos en la puerta hicieron falta para que Kyler Riddle me abriese la puerta

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Tres golpes secos en la puerta hicieron falta para que Kyler Riddle me abriese la puerta.

Llevaba una camiseta de manga larga con tres botones -Dos de ellos atados- de color azul oscuro, unos vaqueros negros e iba descalzo. Su cabello rubio estaba levemente desordenado.

-Hola -Lo saludé. Él aun seguía mirándome por completo-. ¿Qué tal? Perdona por la visita inesperada. No sabía a dónde ir y necesitaba hablar con alguien.

-Cielo, estás jodidamente empapada -Se hizo a un lado-. Pasa.

Entré en su apartamento, tan minuciosamente ordenado como siempre, y me aseguré de que estuviésemos solos. Y así era. Tenía la televisión encendida y algunas lámparas. Supuse que estaba tumbado en el sofá.

-Necesitas ducharte o te resfriarás -Habló Kyler tras cerrar la puerta. Se acercó a mí y puso su cálida mano en mi espalda-. Te dejaré algo de ropa.

-¿Tienes ropa de mujer? -Bromeé. Lo que había sucedido hacía un rato aun seguía rondando mi mente. ¿De verdad no se había dado cuenta de que estaba incómoda?- ¿Qué más secretos oscuros tienes para mí, Ky?

-Cállate -Respondió sin más. Se adentró en su habitación y unos segundos después salió de nuevo. Llevaba en la mano una gran sudadera y unos pantalones de deporte largos-. Ponte esto. Ahora me dejas tu ropa y la meto en la secadora.

-Pero...

-Hazme caso, cielo. Venga. -Me empujó hacia el baño y decidí hacerle caso porque llevaba razón.

El baño de Kyler era bonito. Los azulejos eran grises y eran en forma hexagonal. Había una bañera blanca, un plato ducha integrado con un gran panel de cristal, una bonita encimera con dos lavabos... No era demasiado lujoso. Incluso diría que las cosas de mi apartamento era más caro. Algo extraño dado que él era una gran estrella del pop actual.

La ducha fue rápida. Me puse la ropa que me había dado Kyler con mi ropa interior y salí de allí. Kyler se encontraba junto a la encimera sirviendo café. Le tendí mi ropa y él asintió. La agarró y puso en mi mano una humeante taza de café. Perfecta para entrar en calor.

-Ahora -Habló mientras se sentaba a mi lado- quiero que me digas qué demonios te trae aquí.

-Scott.

-¿Te ha traído para que te aproveches de mi ducha? Qué generoso. Le pasaré la factura. -Reí y negué. Subí mis pies al sofá y me tapé con la manta que supuse que antes había estado utilizando.

-Es que... -Me giré para verle y eché la cabeza hacia atrás. ¿Cómo decir que no me gustaba que me besasen sin más por malos recuerdos sin que suene como una lunática?-. A ver, cuando yo comencé a hablar con él estaba realmente interesada -Kyler asintió. Bebió de su café y pasó su brazo derecho por el respaldo del sofá-, pero ya no.

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