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El regazo de Kyler era tal vez el lugar más cómodo del mundo

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El regazo de Kyler era tal vez el lugar más cómodo del mundo.

Pegué mi espalda a su pecho y dejé mi cabeza caer un poco hacia atrás, sabiendo a la perfección que su hombro estaría ahí para sostenerlo y que tenía un lugar reservado entre su cuello y su hombro.

Mackenzie agarró el vaso de chupito que zumo de naranja y lo zarandeó un poco. Era miércoles y no podíamos beber ninguno, pero eso no evitó que todos los chicos de Suicide Club, Fleur y Cloe viniesen al apartamento para animar a Alice y reírnos un rato.

-Yo nunca he robado en el trabajo. –Continuó mi amiga con el juego. Fleur, Cloe y Alice bebieron y todos nos quedamos mirándonos.

-Fleur, exigimos una explicación. –La señaló Evan, quién estaba sentado en el apoyabrazos del sillón en el que estaba Mackenzie. Fleur rió y asintió. Se veía bastante nerviosa, supuse que era porque llevaba doce minutos sentada en el regazo de Aiden.

-Una vez necesitaba el número de teléfono de una compañía y uno de los compañeros no me lo quería dar porque el otro día le había tirado el café encima. Así que esperé a que se fuese de su mesa, le robé la carpeta con el número de teléfono de todas las compañías y después la fotocopié. Jamás volví a hablar con ese tipo.

Todos reímos tras la explicación de Fleur, los chicos parecían estar mucho más tranquilos. Pasamos entonces a Alice.

-¿Recordáis ese día que traje pizza? –Alice quiso saber mientras nos miraba alternativamente a Mackenzie y a mí. Ambas asentimos, no fue hacía más de tres semanas-. Era de otros chicos. Ya habían pagado la pizza por tarjeta y me crucé con el pizzero. Él me entregó las pizzas cuando estaba yéndome al ver que llevaba la identificación de laboratorio y simplemente corrí.

Ahora sí que no podíamos parar de reír. Ya decía yo que era muy extraño que Alice hubiese tenido tiempo para traer una pizza justo al salir del trabajo. Notaba el pecho de Kyler agitarse con la risa y, a pesar de tener miedo de que me cayese, fue una sensación genial. Además de que teníamos nuestras palmas unidas y él de vez en cuando entrelazaba nuestros dedos.

-¿Y tú, Cloe? –Quise saber yo. A ver si pensaba que se había librado

-Cuando cuidé a Max se me cayó una caja de Gil en el bolso. Eran unos pendientes monísimos. Pensé en devolvérselos pero cuando vi como estaba Alice preferí callarme cual perra. –Algunos rieron, pero Mackenzie y yo teníamos la vista fija en Alice.

-¿De perlas o de aros? –Quiso saber Alice.

-D-de aros... -Respondió un tanto insegura Cloe. ¿Había memorizado Alice el joyero de Gillian o algo?

-¿Qué la punta es como de flecha y la parte final parece tener plumas, además de no estar completamente cerrados? –Cloe asintió un poco asustada. Me fijé en la cara de Marshall. Era algo como "¿De qué psiquiátrico se escapó esta?".

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