Capítulo 8.

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  Dicen que después de la tormenta llega la calma, al menos eso era lo que había en estos días en Dani; tranquilidad y eso era todo lo que necesitaba. Estos días junto a Moreno, Habían sido mejor de lo que esperó, ya que no solo se desconecto de todo sino que hizo lo que más le gustaba en la vida, entrenó tan fuerte y aún cuando su cuerpo gritaba ¡Ríndete! su mente le decía: ¡ Vamos, que tu puedes! No se dejo vencer y pudo con los entrenamientos de Yess. La mantenían alejada del dolor y ocupaba su mente en el fútbol, no necesitaba un psicólogo todo lo que necesitaba era tocar su balón y ser uno solo. Cuando tienes un gran sueño, te sientes pequeño de alcanzarlo, pero no es así, ningún sueño es tan grande y ningún sonador tan pequeño. Todo lo que te propongas lo puedes lograr con dedicación, paciencia, constancia y mucha pasión. Si bien era cierto, no pasaba por un buen momento pero ese no sería impedimento alguno para alejarla de su sueño; al contrario la vida quería ver que tan fuerte era y si podría con tanta presión.

Dani tenía ciertos momentos de ansiedad, en donde quería tirar todo y rendirse, pensaba que era mucho para ella y de algún modo eso era. La vida de un futbolista no era feliz como todos decían, pasas la mayor parte de tu carrera sola, con compañeros y sin alguien que realmente te apoye, ya que no todos soportan esa presión. Nada era fácil, a veces tenías que renunciar a esos momentos en familia, amigos y novia/o. Para suerte de ella, esos momento aún no llegaban pero eso no significaba que no estuviera viviendo algunos de ellos. Por ejemplo: sus padres, que estaban en España y sin poder entrar al país porque repentinamente dicho gobierno, había cerrado las fronteras. Su país en vez de ir hacia adelante, iba hacia atrás y en eso ella no podía interferir. Su mayor apoyo, ya no estaba y solo tenía a Moreno.

—Dani...— la llamó su padre, a través de la pantalla.

—Es injusto... No estarás para mi primer partido con la selección.

—Quizás no este físicamente, pero estaré allí, mientras este aquí. —Señalo su corazón.

—Los extraños mucho.— confesó, intentando no soltar las lágrimas.

—Y nosotros a ti, Damita. Pero pronto nos volveremos a ver.— dijo tratando de darle ánimos.

—Espero.

—Esperemos.—Corrigió él, mientras observa a su pequeña a través de la pantalla. Se veía algo triste y Carlos lo sabía.— Como esta isa? — preguntó mientras observaba como su hija fruncía el ceño ante esa pregunta.

—Emm.... En su casa supongo.—Respondió mientras con su mano acariciaba su cabello, entonces Carlos lo supo, habían tenido su primera pelea. Por eso su tristeza, todo tenía sentido.

—Todo tiene solución, recuerda que primero hay que escuchar y luego es que tomas una decisión. No debemos ser impulsivo, al contrario pacientes y así hacer las cosas bien, sin dejar ir a la personas que queremos.

—¿ Aún cuando te hayan mentido?—Le preguntó a su padre mientras jugaba con su teléfono, pasándolo de una mano a otra.

—Si hija. Aún cuando te hayan mentido, debes escuchar la razón por la cual te mintió. Muchas veces amamos tanto a una persona que no queremos hacerla sufrir y es allí donde vienen las mentiras. No la estoy justificando, sabes que odio las mentiras..—Fruncio el ceño tal cual como su hija lo había hecho anteriormente. —Pero solo a veces las personas creen que lo correcto. Todo tiene su motivo y solo debemos oír.

—¡Dios!— exclamó colocando sus manos en su rostro. —Entonces debí dejarla hablar.

—Si debiste, ahora Levantate y ver ella pequeña.

—¿¡Tienes una idea de cuanto Te Amo!?.

—Si la tengo, por así te amamos.—Ambos sonrieron.

La Dama Del FútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora