No sabía que estaba haciendo, lo único que si sabía es que estaba caminando por donde Justin se dirigió, no sabía exactamente que planeaba hacer si lo encontraba, no es que seamos amigos, ni siquiera nos toleramos ¿qué se supone que le tenga que decir? Pero simplemente, no pude tolerar la manera en la que aquel hombre lo trato, de acuerdo si, le digo cosas bastante duras pero aquel hombre lo trato como basura pura, y por la mirada que Justin me dio realmente estaba dolido.
Y sin darme cuenta, me encontraba a unos pasos de Justin, quien estaba recargado sobre una barandilla mirando a la nada. Me detuve, debatiéndome sobre si acercarme o dar media vuelta e irme, no sabía si era la persona adecuada para estar aquí, para decirle algo, tal vez lo haría enfurecer más… pero todos mis pensamientos quedaron interrumpidos cuando poso su mirada en mí, ahora no había vuelta atrás.
-Hey – frunció el ceño, claramente confundido por mi presencia.
-¿Qué haces aquí? – Pregunto con la voz ronca.- No estoy de humor ahora mismo, por si no lo notaste.
-Escuche la conversación que tuviste y yo solo…
-¿Qué? ¿Vienes también a restregármelo en la cara? ¿A juzgarme como lo haces siempre? ¿A hacerte la perfecta? – Me interrumpió bastante enojado.- Porque déjame decirte que no eres perfecta, nunca lo serás de hecho, no soporto tus aires de diva que te crees mejor que todos, solo eres una niña inmadura.
-¿Sabes qué? Solo venía a decirte que no eras un inútil ni un bueno para nada, que no debías dejar que aquel hombre te tratara como basura, pero puedes irte al infierno – exclame enfadada por sus palabras. Solo quería ayudarlo. Me gire para irme pero me sus palabras me detuvieron.
-Tú no me tratas diferente que él, así que – replico. Me detuve en seco, y aunque quería gritarle miles de cosas no lo hice, porque él tenía razón, yo no era tan diferente.
-Tienes razón, pero esa no es solo mi culpa – dije.- ¿Cómo se supone que debo tratar a alguien que también me trata con la punta del pie? No soy solo yo Justin y lo sabes.
Se quedó callado mientras nuestras miradas se encontraban, me sentía mal por él, por todas las críticas que recibía cada día, todo lo que tenía que soportar.
-Mi punto es que, él tan siquiera te conoce, conoce tu lado bueno, al cual yo no tengo acceso, y es por ello que no puedes dejar que te hable así, él no es mejor que tu – dije después de unos largos segundos.
-No necesito tu lastima – contesto fríamente. Entrecerré los ojos, sorprendida de que hubiera hecho caso omiso de mis palabras.
-Acabe aquí – dije exasperada. Me gire comenzando a caminar, era un idiota, realmente lo era. Desaparecí de ahí, caminando directamente a la entrada, estaba furiosa, lo único que quería era ayudarlo y él siempre tenía que arruinarlo.
-Ahí estás, ten – Marie me tendió las llaves, las tome bruscamente.- ¿Está todo bien?
-No vuelvas a traerte mis llaves – dije agresivamente. Frunció el ceño notoriamente desconcertada por mi actitud.- Lo siento, tengo que irme, es tarde.
No espere a que me respondiera solo me aleje, camine en busca de un taxi y una vez que lo tome no mire atrás.
…
Luego de una jornada de trabajo volví al departamento demasiado cansada, hubo bastante trabajo, lo que siempre sucedía los miércoles por la tarde. Cuando entre, escuche el televisor encendido por lo que supuse Marie estaba ahí, cerré la puerta y camine hacía la sala pero me encontré con ella dormida sobre el sofá, sonreí.
Pase a la cocina y tome una manzana, la lave y luego le di una fuerte mordida. Guacamole y frijoles estaban impregnados en toda mi fosa nasal, necesitaba despejarlos. Subí a mi habitación y me coloque la pijama, tome una manta y baje de nuevo a tenderla sobre el cuerpo de Marie que lucía bastante ensimismada durmiendo.