El realmente era ¿cómo decirlo? Un niño, era divertido pero a la vez tenía un ego bastante alto, era algo arrogante pero al mismo tiempo sabía cómo caerte bien. Durante aquel rato, mi mente no dejo de divagar sobre nuestra amistad, o en lo que se estaba convirtiendo, no quería pensar en otra cosa, ni plantearme nada, él era un chico con mundo y a mí me gustaba el mío.
-Ya se oscureció, debemos volver – dije saliendo de la piscina con Justin siguiéndome.
-De hecho estaba pensando en llevar a Marie a comer algo – dijo Ryan saliendo.
-Bueno, entonces yo llevo a _____ - indicó Justin.
Marie y yo nos fuimos a cambiar al baño, una vez seca me puse mi ropa y cepille mi cabello que estaba bastante mojado.
-Disfruta tu cena – le dije cuando Ryan la esperaba para irse.
-¿Lista? – me pregunto Justin una vez que ellos se fueron. Asentí. – Vamos.
Caminamos dentro de la casa, la cual no había visto más que solo por fuera, y me quede boquiabierta al verla, era enorme y totalmente lujosa.
-¿Vives solo? – le pregunte mientras atravesábamos el living, negó con la cabeza.
-Mama vive aquí, pero no ha llegado lo que es raro – contesto abriendo una puerta que conducía al garaje. Y de nuevo me volví a quedar boquiabierta al mirar los carros que habían ahí, eran 7 y supuse todos de Justin.
-¿Sabes? Podrías alimentar a niños con todo esto – señale los autos, me sonrió.
-Ya lo hago – dijo orgulloso de si mismo, rodé los ojos mientras lo seguía hacía un audi color negro.
-Otro carro – susurre cuando abrió la puerta del copiloto. Se encogió de hombros.
-Me gustan los carros ¿qué puedo decir? – inquirió.
-Engreído – acuse pero solo logré hacerlo sonreír de oreja a oreja. Entre al auto y luego el apareció a mi lado encendiéndolo.
-Ganar puntos contigo me va a costar mucho ¿cierto? – pregunto divertido. – Ponte el cinturón.
-¿Por qué habrías de intentarlo? – pregunte haciendo caso de su petición, me puse el cinturón antes de que arrancara.
-¿Y por qué no? – replico. Nuestras miradas se encontraron por unos segundos que me parecieron los más largos de mi vida hasta que rompí el contacto y dirigí mi vista al frente.
-Digamos que eso de los carros no funcionan conmigo – confesé.
-De acuerdo, ¿algo más que debería tener en cuenta?
-Tampoco las cenas elegantes, odio ir a restaurantes caros – respondí. Salimos del garaje.
-No carros, no restaurantes elegantes ¿algo más?
-No hablarme mal, tienes que ser un caballero – dije riendo. Sentí su mirada sobre mí, pero me rehusaba a mirarlo no sabía si era porque su mirada me intimidaba o porque había algo en él que me perturbaba. Su celular comenzó a sonar. Contesto.
-Bieber... hola hermosa, no, no estoy ocupado, dime… también te extraño ¿te veo ahorita ok? De acuerdo, adiós – colgó. Así que estaba viendo a una chica, que conveniente.
-¿Qué te parece ir por una nieve? – propuso. Rodé los ojos, acaba de hablar con su posible novia y ahora me pedía ir por una nieve.
-Quiero ir a casa – conteste firme. Deje mi mirada perderse en la ventana, evitando tener que mirarlo.