-¡Día de mudanza! – exclamo Marie cuando llegó Kay al apartamento. Ya era martes, y habíamos por fin terminado de empacar, el apartamento estaba completamente vació, es decir había cajas por todos lados pero ya estaba deshabitado. Cierta nostalgia entro a mí, era difícil desprenderse aunque no hubiéramos durado tanto tiempo aquí, aun así no era fácil.
-Traje la camioneta, pero aun así por lo que veo tendremos que dar varios viajes – dijo el castaño tomando varias cajas. Las dos también tomamos cajas y salimos a dejarlas en la troca de Kay, regresamos por más y luego partimos rumbo al departamento, lo que nos tomó como quince o veinte minutos. Entramos al edificio, después subimos por el elevador con varios ayudantes y luego entramos al departamento.
-Hogar, dulce hogar – dijo Marie dejando las cajas sobre el suelo. Imite su acto, era posible que cada vez se hiciera más hermoso este lugar.
-Esta genial chicas – comento Kay paseándose por el lugar, sonreí ampliamente. Vaya que si era un lugar genial.
-Lo sé – coincidí sin poder dejar de mirar el gran ventanal que estaba frente a mí. California se veía cada vez mejor.
Hicimos tres viajes, y por fin terminamos de traer todo al departamento. Las dos únicas dos cosas malas de habernos mudado, es que una; el trabajo me quedaba más lejos ahora y dos; Kay ya no podría venir por mí, así que tendría que gastar dinero en transporte.
-Muero de hambre, pediré una pizza – indicó Marie tomando su celular. Me senté en suelo, a lado de Kay.
-Estoy muerta de cansancio – musite soltando un resoplido. Se giró a mirarme.
-Estás sudando – dijo riéndose de mí, me quite un poco de sudor y se lo embarré en la cara.- Quítate asquerosa.
-Amas mi sudor – conteste divertida. – Me siento mal porque ya no vendrás por mí.
-¿Por qué lo dices? – pregunto confundido frunciendo sus cejas. Lo mire como si fuera obvio.
-Vivo acá ahora, como diez minutos más lejos que antes – respondí con obviedad. Se encogió de hombros.
-¿Y? Aun así vendré por ti – afirmo. Alcé ambas cejas sorprendida, sería una vuelta en vano.
-Kay, sería en vano porque…
-Vendré por ti y punto ¿de acuerdo? – insistió. Asentí sin decir ni una palabra. Me sonrió y cogió mi mano, pero la aparto en cuanto Marie apareció.
-Ok, ya pedí la pizza pero tendremos que comer en el piso – dijo sentándose frente a nosotros.- Lo peor es desempacar, lo odio.
-Y comprar muebles – agregó Kay. Marie rodó los ojos exasperada, odiaba las mudanzas pero a mí por el contrario me encantaban, simbolizaban un nuevo comienzo o al menos yo lo veía así.
…
El día siguiente, después de la universidad me quede un rato con Marie desempacando, había mucho que desempacar y además teníamos varias cosas que comprar si queríamos llenar todo el espacio que había, porque comparado con nuestro apartamento anterior esto era mil veces más grande. A las cuatro tuve que marcharme al trabajo, pero cuando regrese, el departamento lucía más ordenado, me sorprendí porque Marie no era tan obsesiva por la limpieza.
-Le avanzaste – dije dejando la bolsa sobre el sofá. Marie estaba tirada en el más grande, con su brazo sobre el rostro.
-Alguien tenía que hacerlo – contesto.- Y estoy muerta de cansancio.
-Sí, ya lo eh notado – dije.- Sube a ducharte, yo prepararé la cena.
-Eres la mejor – dijo levantándose a duras penas. Camino arrastrando los pies. Fui a la cocina, pensando que haría de cenar.