Capítulo 23. Parte 1. Solo un sueño

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Capítulo 23. Parte 1. Solo un sueño  

Anna  

Mi llanto se entremezcla con el bullicio del colegio. No llores acá. No llores acá. Mas trato de contenerme, mas lagrimas derramo. Noto que estoy caminando hacia la salida, no me detengo. ¿Qué caso tiene quedarse al resto de las clases?. No siento ningún miedo de escapar, ¿Qué es lo peor que puede pasar?. Podrían llamar a mi casa para avisar de lo que hice pero nadie contestaría. A nadie le importa. Tal vez deberían de llamar a Elías ahora y que el decida mi castigo. El solo pensarlo me entristece, el sarcasmo no es lo mío.  

El ruido de gente yendo y viniendo de clases lastima mis oídos o es el sonido de mi llanto que se vuelve insoportable. Estoy perdiendo el control, lo sé. La histeria que siempre trato de controlar esta saliendo a la superficie. Tengo que salir de acá ya.  

Estoy cerca de la puerta, bien. No creo que nadie note que estoy huyendo, hay varios chicos que entran tarde a sus clases hoy. Puedo hacerlo. Respiro hondo en un muy inútil intento de pasar desapercibida.  

-Anna, ¿A dónde vas?.   

Dios no. Tierra tragame pronto. Si uniera todos los minutos en que deje de respirar hoy, ya estaría muerta. La voz de Lucas se escucha cada vez mas cerca. Está gritando mi nombre ahora entre la multitud. Lo puedo escuchar tan claramente que un escalofrío recorre mi cuerpo. No puedo hacer esto, no ahora. Por favor, por favor que no me siga. Por favor, Lucas. Desaparece solo por hoy.  

-ANNA, DEJA DE CORRER DE UNA VEZ- sus brazos me atrapan cuando estoy en la puerta del colegio, ¿Fue eso una orden?. Nunca lo escuche hablar así. Me da vuelta para poder verme. Dios. Esos ojos, mis ojos. Es muy retorcido para poder pensarlo si quiera. Su cara cambia de completo ¿enojo? a preocupación. No me doy cuenta pero se que debo de estar llorando aún porque el trata de limpiarme las lágrimas con su camisa.  

-Lucas, por favor deja que vaya a casa -suplico mientras trato de deshacerme de sus brazos. El no logra comprender, solo sostiene mi cuerpo que al parecer no recuerda como moverse. Pone su frente sobre la mía y me da un beso en la punta de la nariz.  

-shhhhh, sea lo que sea va a estar bien Anna. Deja de llorar -hago un terrible esfuerzo en contra de mi voluntad y logro alejarme de el. Veo por su expresión que parece herido. Lucha conmigo para no soltarme.  

-¿Qué es lo que pasa? -su voz muestra dolor, ya no ordena. Solo busca en mi alguna respuesta con ojos tristes. No se cuanto tiempo mas voy a soportar mirarlo. El y yo...¿Cómo definir esto?.  ¿Quien podría hacerlo?.  

Retrocedo un paso para no dejarme vencer de nuevo por la calidez de su cuerpo. Poso mi vista en Elías que esta unos metros mas atrás mirándonos. Lucas no era el único que había estado siguiéndome. Sigue la dirección de mis ojos. Su expresión cambia de preocupación a horror. Lo puedo ver tan claramente, parece un reflejo de mi propio rostro.  

-El te lo dijo -dice en un susurro como hablando a si mismo.  

¿el te lo dijo?. Veo la complicidad implícita en ambos y no lo creo. No lo creo. No lo creo. No lo creo. Trato de recordar  esta vez como se respira, no lo logro. ¿Qué quiere decir con eso?. Mierda. El lo sabe, el lo sabia. Lo que sea. Dios. Mío. Tengo que irme. Pronto. Quiero gritar, correr y decirle que los odio a ambos. Pero no puedo. No voy a detenerme a analizar esto. Estoy cerca de perder la cordura, y no va a hacer delante de ellos. No voy a dejar que me vean así. Trato de extraer la última gota de calma de mi cuerpo y doy la vuelta.   

Corro. Corro. y sigo corriendo. No logro identificar las personas que pasan a mi alrededor ni los arboles o casas por las que suelo pasar para volver del colegio todos los días. Estoy agitada y me doy cuenta que tengo que parar y tratar de caminar un poco. No dure ni una cuadra con mi pésimo estado físico. Noto que Lucas esta siguiéndome. Nunca se fue. Idiota. Ambos. Siento como la ira va reemplazando la tristeza o se une a ella, no estoy segura. ¿Estaba jugando conmigo?. ¿Qué clase de persona hace una cosa así?. Soy su …. No, no voy a pensar en eso con los nombres correctos. Me da escalofríos. El mintió, el mintió. Todos mintieron. Siento un dolor en el pecho al pensar que soy la última en saberlo. ¿Desde cuando lo sabe?. ¿Cómo lo supo?. Yo confiaba en el. Yo confié en el. Lo metí en mi casa por todos los santos. En mi cama.  

Algo se apodera de mi, es un huracán que pide que lo libere. Es la desilusión, el enojo, furia contenida. Doy media vuelta y veo que Lucas esta a un paso mío. Me abalanzo sobre el, sin poder contenerme.   

-YO CONFIE EN VOS, JAMÁS TE MENTI. YO CONFIE EN VOS. TE ODIOOOOO -mi cuerpo también habla por mi. Me sorprendo a mi mis misma, yo jamás fui una persona violenta. Estoy pegándole a Lucas tan fuerte como puedo. Lo empujo, lo alejo. El trata de sostenerme pero no intenta detenerme o defenderse.  

-Lo se, Anna -dice tratando de calmarme.  

-SOS UN ENFERMO, UN RETORCIDO. ¿QUERÍAS PROBAR LO QUE ERA ACOSTARSE CON TU PROPIA HERMANA?. IDIOTA, TE ODIO, TE ODIO -siento mis uñas que traspasan su piel, lo estoy lastimando, lo se. Me asusta pensar que quiero hacerlo. Quiero que el sienta lo que yo estoy sintiendo. Estoy herida y solo se necesito de una frase para ello. Mis uñas recorren su piel, quiero hacerle daño. Lo empujo y golpeo una y otra vez. Mis gritos empiezan a mezclarse con lágrimas y se que queda poco de esta furia que hay en mi. Si tengo que poner en una balanza, estoy mas triste que enojada. Eso lo se. Mis manos duelen.  

Lucas parece inmutable, no se queja de mis rasguños ni de los golpes. Supongo que es demasiado fuerte para sentirse afectado o simplemente esta muy cansado para defenderse. Le doy una cachetada tan potente como mi mano me lo permite. Su cara esta vacía de toda expresión.  

-¿POR QUÉ NO LO DIJISTE?, TE ODIO. TE ODIO -mis palabras se van desvaneciendo, encuentro que el cansancio ya no me deja gritar. Mi voz se va perdiendo con el llanto.  

-No quería que fuera cierto, no quería creerlo -dice tomándome con toda su fuerza ahora. Parece reaccionar de nuevo, y tomar el control de la situación.  

Estoy inmóvil frente a el. Yo tampoco quiero creerlo. Sus ojos vidriosos me conmueven por un segundo, están llenos de compasión y dolor. Puedo entender eso. Dios, estoy tan cansada. Exhausta de mi pequeño ataque de histeria. Nunca pensé que podría enloquecer así. Me rindo ante el y dejo que sus brazos envuelvan mi cuerpo para poder llorar en paz.   

No me guardo absolutamente nada, lloro hasta que se vuelve agotador derramar lágrimas. Mi cabeza se siente de plomo. Estoy ligeramente mareada y perdida pero estoy en sus brazos. Es lo único que consuela mi muy perdido ser. No suelo permitirme estas cosas y sin embargo, acá estoy lloriqueando sobre su camisa...de nuevo. Ambos estamos tirados sobre la vereda y mi cuerpo esta acurrucado en el suyo. Quiero que esto dure para siempre. Quiero no pensar, no saber y vivir en mi completa ignorancia.    

Suspiro. Hora de volver a la realidad. Siento otra vez la punzada en el pecho. Es una perdida para mi, hoy perdí a dos personas a quienes amaba. A quienes amo. Tiene que ser de esta manera. La cordura fue volviendo en los últimos minutos, no se siente bien. Pero tampoco puedo resolver todos mis problemas en base de golpes y gritos por muy bien que eso se sienta. No soy así. Al menos no quiero serlo. Tengo que ir a casa y ver que puedo resolver de esto, si es que haya algo para resolver. Pero es eso lo que necesito, alejarme y meditar sin toda esta gente alrededor. Tengo que hablar con mamá también, me guste o no. Esto va a doler. Ya duele.  

Trato de incorporarme con algo de dignidad, Lucas me ayuda. Cuando quedamos frente a frente siento que mi resolución puede caer en cualquier momento. Quiero sus brazos, su cuerpo. Sus besos.  

No puedo. No debo. No es correcto.  

-No te me acerques nunca más -digo con la poca confianza que queda en mi.  

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora