Capítulo 26. Halo

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Capítulo 26. Halo 

Lucas 

Dejo el auto en el estacionamiento del hospital y camino tan rápido como puedo hacia la entrada. Hay autos, personas y vida alrededor mío pero por alguna razón, el único sonido que identifico es el de mi agitada respiración. Había tenido un entrenamiento terriblemente largo y extenuante y sé que es muy mala señal el hecho de que no sienta ninguna parte del cuerpo. Ni dolor ni cansancio ni nada. Estoy paralizado y muerto de frio aunque sé que eso no tiene nada que ver con la temperatura. 

Estoy volviéndome loco. 

Camino por el pasillo del primer piso tal cual me lo indico Ariana y doblo a la izquierda cuando llego al final. ¿O era a la derecha? Miro todos los carteles completamente abrumado y confundido. ¿Dónde carajo esta? Tengo que verla. Tengo que hacerlo o me voy a morir del horror. 

Sabía que algo malo había pasado, incluso antes de abrir la puerta de casa y ver a Ariana abrazando a una Layla muerta de miedo. Incluso antes de eso, lo supe. Tengo una conexión con ella que es mi regalo y mi tortura. La siento todo el tiempo como una cruz tatuada en el pecho. Una cruz que no quiero borrar pero que se, aún mas ahora, que va a terminar conmigo. ¿Cómo no sentirla cerca?. ¿Cómo alejarme de ella si es parte de mí? 

La razón y la certeza vinieron tan claramente como nunca antes, y lo supe, aunque creo que ya lo sabía. ¿Qué tan retorcido es eso? 

Es mi sangre, es mi hermana, y es el amor de mi vida. 

Vuelvo sobre mis pasos para ver si equivoque el camino, leo carteles y busco a papá entre todas las personas esperando en las salas de espera. Ariana dijo que estaría acá. ¿A dónde se fue? Mierda. Mierda. Mierda. ¿Cómo voy a encontrarla? Busco en mis bolsillos el celular pero solo encuentro la billetera, llaves y algo de plata. ¿Lo deje en el auto?Retrocedo hacia la entrada pero ya no estoy seguro si estoy volviendo o yendo hacia otro lugar. 

Me doy cuenta que estoy caminando frenéticamente sin orientación. Estoy perdiendo la cabeza. Paro por un minuto y respiro. 

Dios, Anna, ya me estas matando. Por favor, que estés bien. Por favor, que estés bien... 

Lo veo, papá esta apoyado contra la pared al fondo del corredor. Camino hacia el tan rápido que casi lo atropello. 

-Tranquilo Lucas –lo escucho decir. Sostiene mis hombros para mantenerme en el lugar. Me deshago de su agarre, siento que estoy atado. Apenas puedo controlar el impulso se zamarrearlo y pedirle que me diga donde esta. Nos miramos un segundo mientras tomo aire para no abalanzarme sobre el o cualquiera que pasa. El que la haya tocado va a pagar. 

Se ve cansado, las líneas en sus ojos dicen que esta preocupado. Aun así su compostura siempre me impresiona. El no pierde la cabeza fácilmente. Supongo que acabo de encontrar algo en lo que no nos parecemos, al fin. 

-¿Cómo esta? ¿Por qué estas acá parado? ¿La podemos ver?- No se si es mi propia desesperación o este pasillo blanco como la nieve lo que me hace exasperar. Tengo miedo. Tengo tanto miedo por lo que pueda llegar a ver que las ganas de correr lejos son casi las mismas que las de quedarse. 

-Respira un segundo y te cuento. Estas sobreexaltado –muestra un asiento que hay a su derecha. Esta completamente loco si piensa que me voy a sentar a escuchar. Quiero saber. Quiero ver. Quiero certezas. Quiero estar parado porque no estoy seguro de poder levantarme cuando sepa todo lo que paso. 

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora