Epilogo. Una y otra vez...nunca me dejes ir.

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Epilogo. Una y otra vez…nunca me dejes ir. 

Un año después… 

Anna 

Mis pies descalzos atraviesan la habitación y llegan a la cocina. Tengo frió, lo que es raro porque ya casi estamos en verano. Me sirvo un poco de café y acerco a la ventana de la cocina para ver hacia fuera. Se escucha el cantar de los pájaros y las chicharras, ese sonido hace abrir mis ojos a las seis de la mañana todos los días. Sonrió, cinco horas después no parece tan malo. No suelo dormir tanto pero es el primer día de mi vida de egresada del colegio. Me lo puedo permitir. El paisaje esta igual que siempre, tranquilo y rural. Lizzy, la perra de mi tía corre a un pajarito en el patio. 

Me siento arriba de la mesada, una muy mala costumbre mía y tomo el café. 

Amo la paz que solo hay en este lugar. 

Mi tía esta mirándome a pocos pasos y amago con bajarme, 

-Quedate sentada, no me molesta. Estas en tu casa, Anna - igual me bajo. A veces me olvido lo chiquito que es este lugar, al principio me ahogaba un poco. No se podía respirar sin que otra persona lo supiera. Ahora la veo por lo que es, familiar y confortable. Como mi tía. Se sirve una taza de café y se sienta al lado mío. 

-¿Layla llamo? -pregunto. 

- Si, dice si la podes pasar a buscar lo mas tarde posible -sonrió- La esta pasando bien al parecer. Es bueno, me gusta que tenga amigas. Y me gusta mas que hayas dormido hasta tarde, me haces sentir mal siempre levantándote antes que yo.

-Es difícil romper la costumbre- y mas difícil es no tener nada que hacer. Había renunciado a mi trabajo hace un par de días, servía comida en un restaurante chiquito del centro de la ciudad después de clases. Mi tía no estaba muy de acuerdo en que trabaje en primer lugar, pero gane la mano cuando le dije que todo lo que ganara iba a ser para un autito mas o menos decente. Necesitaba transporte y pronto. Cuando logré comprarlo, con ayuda de ella y pagar todos los arreglos que necesitaba, renuncié. Además de que tenía que hacer planes para la facultad. 

-Elías llamo, tres veces. 

Hablando de problemas y cosas para arreglar. 

Se que llama todos los días, solo que nunca lo atiendo. Quise poner un poco de distancia entre lo que pasó, y entre nosotros. Y ahora, no se como volver atrás o como avanzar hacia delante. El no presiona demasiado por suerte, salvo cuando llama a cada rato, claro. Me mandó un regalo por haberme egresado pero esta sin abrir a los pies de mi cama. Es tan fácil evadir, pretender que no pasa nada. Pero últimamente siento la necesidad de escuchar su voz de nuevo, de saber de el. Una vez que el enojo y la tristeza se disiparon un poco, sólo me quedo un vacío enorme. Todas esas películas y libros melosos dicen que para estar en paz con una mismo, hay que dejar ir ciertas cosas. 

Me pregunto si es mi momento para dejar ir, para olvidar y empezar de cero. Realmente pensé que hacia eso al venir acá y dejar de hablar con todas las personas que conocía. Pero algo falló en el medio. No hice las paces con mi vida anterior ni intente construir algo nuevo. Prácticamente pase mi último año de la secundaria sin hablar con nadie, a pesar que todos me recibieron muy amablemente. Vine a alejarme de mis problemas pero estos me siguieron, y supe tarde, que yo soy el problema también. No importa donde vaya, estoy arrastrando todo un bagaje de cosas de un lado hacia otro y sigo sin resolver nada. 

Cuando le dije a mi tía, por primera vez hace unos días, que estaba pensando en volver no se sorprendió. Creo que hasta se alivió un poco, después de todo ella si habla con Elías. Creo que piensa que es buena figura en mi vida. 

La adoro pero no se si concuerdo con eso. 

Ni idea en que va a terminar, no estoy segura que me vaya a hacer bien tampoco pero quiero empezar a resolver y dejar de huir. Me siento lo suficientemente fuerte para hacerlo ahora. 

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora