Los siguientes días pasaron rápido, Magnus y Alec no se miraban, ni se dirigían la palabra, pero estaban en el mismo lugar si se debía de entrenar. Los niños del moreno también entraban y salían del lugar, dedicándose a estudiar, a trabajar, todo lo que sabían hacer.
Había descubierto que eran buenos chicos, que trataban de estar a cada momento con su padre y disfrutar del tiempo que les quedaba. Eran familia, y eso hacían ellos.
Ese día la casa estaba sola, Isabelle se había ido con Jace a entrenar fuera y él se quedaba con Magnus practicando dentro arma, ya que aún le faltaba un poco más de prácticas y Jace necesitaba resistencia.
—Bueno señor Lightwood, es hora de ir a entrenar.
Cuando Magnus apareció por la puerta de su habitación llevaba una vestimenta que hizo a Alec aguantar la respiración, un pantalón suelto y una musculosa apretada a su cuerpo, estaba sin zapatillas y su pelo iba sujetado a un pañuelo, sus ojos resaltaban mucho más.
Alec frunció el ceño, buscó una manera de demostrar que no le gustaba como le llamaba, pero no iba a decir nada, Magnus era un guerrero estrella y el solo quería aprender.
Lo siguió hasta la terraza que estaba ocultado en una habitación más, está estaba limpia gracias a Izzy que se había dedicado a transformar un mini gimnasio.
—Toma cualquier arma, lo que desees.
Asintió mientras caminaba hasta la pared donde había muchas clases de armas, la miró una por una hasta que su vista se enfocó en un arma que le fascinó.
Un arco y una flecha.
Era tan fascinante, tanto que a tocarlo con sus dedos sentía una sensación agradable recorrer su cuerpo, ese arco que tenía dibujos separados a centímetros por igual, que en la parte del centro llevaba metal, donde una pequeña ranura estaba para las flechas, tomó una de las fechas y la recorrió con sus dedos, llevaba los mismo dibujos, el tronco de esta era fina y su culatin estaba forrada de un color rojo. Hermoso.
— ¿Le gusta señor Alexander? Es ahora de usted.
Dejó escapar un gruñido por aquello, no le gustaba que le hablara de usted.
Dejó todo en su lugar.
—No se utilizarlo— dijo Alec— quiero aprender con las espadas serafines.
Magnus comenzó a caminar por la sala dejando escuchar como chequeaba su lengua en forma de negación.
—Señor Alexander usted es bien terco.
—Deja de tratarme por usted— musitó Alec— me hace sentir, viejo.
La risa del moreno inundó sus oídos y trató de no mirarlo, porque la sonrisa de ese chico afectaba mucho al ojiazul.
—Solo debo aclarar que tú me dejaste de hablar desde que llegamos aquí.
No pudo negar a aquello.
—Estoy afectado, me he enterado de que mi hermana va a morir, y que tú tienes hijos— se defendió Alec— no me malinterpretes, son encantadores.
Magnus sonrió sentándose en el suelo dejando sus piernas a lo largo.
— ¿Y en qué te afecta que yo tenga hijos?
El entrenamiento de hoy al parecer iría a una pelea de reproches y diversión para el moreno.
— ¡Me besaste!
Eso afectaba, no podía no saber que esto estaba afectando.
—Estabas muriendo— se defendió Magnus.
"¿Me beso porque me estaba muriendo?"
Que guerrero estrella tan insensible.
—Tu misión era hacerme feliz— musitó Alec— le dijiste a Izzy en el auto que me querías, que debías hacerme feliz.
Vio como el moreno le miraba sorprendido.
—Creí que estarías más concentrado en otra cosa, antes de estar en un amorío— respondió Magnus— te iba a hacer feliz de otra manera, hacerte sonreír y hacer tu vida mejor.
—Tienes razón, lo siento.
Si Magnus había decidido entonces sería así.
—Pero viendo tu desacuerdo, iremos a una cita esta noche— agregó Magnus—y nos conoceremos, y así te podré decir lo importante que te has convertido para mí.
Alec asintió sin evitar dedicarle una sonrisa, sus mejillas estaban sonrojadas.
—Ahora entrenemos— opinó Alec— antes de que llegue Izzy y nos vea haciendo nada.
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Pidiéndole a la luna. •Malec•
Fanfiction||Malec|| Todo dependía de la luna, si quería cumplir el deseo de Alexander y no llevarlo a su propia muerte. Publicado en el: 2017