Magnus.
Miraba a Alexander asustado, y este miraba a sus hijos tratando de indagar hasta en lo más profundo para conseguir su origen, en cambio Jace parecía haberse concentrado en una charla con su pequeño Max.
Habían pasado años que no lo veía, la última vez que había bajado había sido para dejarle plata, una casa, y verlos entrar a la universidad. Ellos entendían su destino a pesar de todo.
El olor a comida que Rafe le estaba haciendo le hizo suspirar por el hambre que tenía encima; Isabelle se había escapado con la escusa de que debía darse un baño, no era así, sabía que debía hablar y contar todo.
—Como se habrán enterado, estos dos chicos son mis hijos— comenzó Magnus.
No sabía cómo empezar, era indagar en su pasado, y contar algo que no debía salir, al fin y al cabo aún no conocía del todo a sus compañeros ¿Cómo podía asegurarse que ellos no le fallarían?
—Sí, Max y Rafe, ya lo dijiste. Continúa. — dijo Alec.
Sus dedos se movían en la mesa con inquietud, mordía su labio y sus piernas se movían al ritmo de sus dedos. Magnus sabía lo impaciente que estaba.
—Nadie puede saber que yo, soy su padre.
Entonces sintió el resoplido de su hijo menor, sabía que le dolía aquello, de tratar de ocultar que eran la misma sangre.
— ¿Por qué? — Preguntó Jace— ¿Acaso quieres que nadie se entere que eres un hombre con hijos?
Pero Magnus solo trató de hacer una seña para que se callara y le dejara continuar, Alec aún seguía ahí mostrando su impaciencia.
—Son fruto de un amor con una oscura, Marleny —respondió Magnus—eso cuenta como una traición, puedo ser exiliado, es una falta grave y nadie más que ustedes e Isabelle saben esto.
Alec tapó su boca con sus manos sorprendido por lo escuchado, en cambio Jace dejó escapar una carcajada.
—Los guerreros al parecer tienen sus mete patas— se burló el rubio.
Isabelle volvió a la cocina, con un pijama de dos piezas, su pelo mojado caía sobre su espalda y aquella pintura que tenía su cara desapareció, parecía una joven.
—Somos humanos, muchos tuvieron una historia antes de ir hacia arriba, cuéntales de tus niños, como fueron de pequeños.
El moreno no pudo evitar sonreír ni evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas mientras veía a sus dos hijos otra vez, eran grandes, y eran fuertes, eran su orgullo, su secreto más guardado.
— ¿Quieren saberlo?
Sus ojos se iluminaban mientras pasaba su mirada por sus compañeros, pero se desilusionó a ver una sonrisa forzosa de parte de Alec y un distraído Jace hablando con Max.
"Papá, mira que he conseguido, una medalla de valentía."
Sus hijos habían sido cuidados por Christopher, alguien cercano a su familia quién lamentablemente falleció unos años atrás, se había encargado de ser padre y madre de los niños, cuando pudo visitarlos dejó todo a su comodidad. Ellos merecían todo, le habían dado todo el orgullo que un padre necesitaba.
"Hemos terminado escuela con calificación perfecta ¿Estas feliz papá?"
Estaba orgulloso y más, eran sus pequeños. Isabelle se sentó a su lado para sonreír y apretarle su mano.
—Estos niños son hermosos, estamos esperando que decidan que quieren de su vida, tienen sangre de guerreros, puede servir en nuestras batallas.
Alec dejó escapar una tos ahogada para llamar la atención de todos.
—Ellos podrán elegir su camino, es bueno saber que toman su tiempo.
— ¡La comida ya está!
Las seis personas se sentaron en la mesa para intentar en comer en silencio. Pero al parecer Alec no quiso callarse.
— ¿Acaso la luna no sabe de esto? — Preguntó Alec— ¿Acaso no sabe de dónde son frutos estos niños?
Rafe, el más grande le miró con un poco de diversión, movió el cubierto en círculos y lo apunto.
— ¿Qué creen que hacen con los niños de frutos de un oscuro?
Magnus estaba tenso, Rafe era de un temperamento fuerte, no le gustaba estar bajo ataques y Magnus no quería ver a Alec tenso por la situación.
—Comamos en silencio, después podremos sacarnos de todas las dudas— dijo Max.
Salvando aquel momento.
ESTÁS LEYENDO
Pidiéndole a la luna. •Malec•
Fanfic||Malec|| Todo dependía de la luna, si quería cumplir el deseo de Alexander y no llevarlo a su propia muerte. Publicado en el: 2017