ALEC.
En la madrugada se sintió ahogar, cuando despertó y comenzó a toser encontró al mismo chico moreno del principio con una sonrisa divertida.
—Buenos días neoyorquino.
Alec se sentó mientras lo miraba con molestias, comenzó a sacarse la remera para así poder secarse un poco.
— ¿Qué quieres?—gruño Alec— ¿Qué hora es?
Magnus comenzó a caminar hasta la puerta para darse vuelta y sonreír.
—Es la madrugada—dijo Magnus—y hoy vamos todos a dar todo un recorrido.
Cuando lo vio ir a la puerta de Jace se dio cuenta de que el chico había cambiado un poco, ya no llevaba esa ropa de antigüedad sino una musculosa con pantalones que estaban doblados hasta sus rodillas, su pelo ya no era largo sino corto ¿Qué había sucedido? Era como si recién acabará de llegar y ahora estaba adoptando su nuevo look.
— ¡¿Qué haces imbécil?!
Volvió a la realidad cuando escuchó el grito de Jace y un divertido Magnus salía de la habitación.
Ninguno sonrió después de ver lo que quería hacer la familia, no le habían dado desayuno, solo los habían sacado para ¡Escalar una montaña! Alec podía sentir su estómago suplicar una dosis de café, y no era el único que lo necesitaba, Jace estaba a punto de descomponerse ahí mismo.
—Chicos, aún ni estamos subiendo—dijo Ragnor.
Que llevaba una mochila en su espalda y caminaba detrás de ellos por si alguno se quedaba, el ojiazul miró a los otros dos, Raphael iba junto al chico moreno y Sebastián trataba de ayuda a Jace que parecía más blanco que un papel.
—Vete de aquí, no me toques.
Pero Jace negaba a su ayuda, Alec mientras tanto trataba de distraer su hambre con otra cosa, mirar el paisaje, escuchar los pájaros cantar, contar los pasos que daba.
—Alec necesito que me lleves—suplicó Jace.
El ojiazul lo miró, tenía a Sebastián a su lado ofreciendo su ayuda y parecía mejor que él.
—Estoy peor que tú, toma la ayuda de Sebastián—respondió Alec.
El chico rubio se detuvo y Alec también, observando cómo Sebastián le ofrecía la espalda y Jace se subía a él para que el chico lo cargará, sonrió a verlos así, Sebastián estaba intacto, se arrimó a él viendo como su amigo apoyaba su cabeza en el hombro del muchacho mientras cerraba los ojos.
— ¿Por qué tú no estás cansado?
El chico de pelo plateado sonrió.
—A cambio de muertes por lo que ustedes pasaron, mi padre era un psicópata—contesto Sebastián—y estás torturas han sido peor que esto, escapé y llegué aquí.
Cuando llegaron a la cima del cerro, Alec se recostó en el suelo mientras cerraba los ojos, tenía hambre y ahora calor, escuchó alguien cayendo al suelo y vio cómo Jace caía a su lado mientras se quejaba y Sebastián se fue molesto.
— ¿Qué le dijiste?—susurró Alec.
—Nada—dijo Jace.
Y se levantó para alejarse, vio una taza y el olor a café entró por sus fosas nasales, se levantó para ver a Magnus tendiendo la taza.
—Bien hecho, acá tiene tu recompensa.
Alec lo recibió sonriéndole con vergüenza. Se sentaron en círculo, el calor era insoportable y Alec se sentía ya transpirar, pero si veía a la familia que le había adoptado no pasaba por lo mismo, estaban impecables.
— ¿Para qué estamos aquí?
Raphael estaba sentado al lado de Magnus, reían juntos y parecían haber agarrado confianza, Sebastián estaba en una orilla, parecía tener una conversación de mirada con Jace, este se estaba sacando la remera mientras no dejaba de mirarlo, Alec mientras tanto quería un poco de viento para calmar su calor, no le importaba que sucedía entre los dos rubios, había llegado a la casa de niños huérfanos mucho después, eran problemas de ellos.
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Pidiéndole a la luna. •Malec•
Fanfic||Malec|| Todo dependía de la luna, si quería cumplir el deseo de Alexander y no llevarlo a su propia muerte. Publicado en el: 2017