El fuego de Rohan

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Narra Gilliel:

Sin darme cuenta me había perdido en mis pensamientos hasta quedar plácidamente dormida.

"Él te necesita... el no morirá, pero si haces algo, muchos inocentes escaparán del dolor injustificado que causará Saurón... Lejos, hacia el sur de Lorien... un mago ha rechazado la razón... y no son solo simples orcos los que entorpecen el camino del anillo a Mordor..."

Aquella voz que resonaba en mí se calmó volviendo a dejarme en la obscuridad. Desperté de aquella inesperada siesta con un fuerte dolor en el pecho, sentía como me faltaba el aire y comenzaba a sofocarme, mi cabeza se sentía como si estuviera varios metros bajo el agua y yo simplemente no podía hacer nada para remediarlo. De pronto mi mente se nubló de imágenes, muerte, llanto y horror era todo lo que podía distinguir, hasta que unas pequeñas manos tomaron mi rostro con cuidado y lo guiaron hasta ver la imagen de mi sobrino junto a Aragorn, un enano y el propio rey de Rohan peleando en el Avismo de Hellm. Aquellos que atacaban no eran los simples orcos de los que Elrond me había hablado, estos eran más fuertes y tenían un líder que aterraba, además de un número irreal. Pero lo que más me aterró, fue el rostro de cientos de niños y ancianos que por alguna razón se encontraban en batalla defendiendo a su pueblo. Mi visión se vio nublada cuando un estruendo acompañado de un rugido y mucho fuego se hizo presente y aquellas manos que antes habían guiado mi visión ahora me guiaban hasta su rostro. Un niño elfo de mirada celestina y dulzura sin igual me miraba a los ojos como si me conociera de toda la vida, me regalaba sonrisas y acariciaba mi cabello. El de pronto acerco sus labios a mi frente y luego de rozarlos dulcemente en ella volví en mi para encontrarme con una de mis siervas que sujetaba mi mano con firmeza.

- Señora Gilliel, ¿se encuentra usted bien? – Cuestionó preocupada la Silvana.

- No en realidad, debo hablar con Thranduil en este momento... -

Narra Thranduil:

Estaba teniendo un buen día a pesar de lo mal que me había despertado. Hacía tiempo desde que no me la pasaba de esa forma, recordar los buenos tiempos... aunque es inevitable pensar que pudo ser y que será... por mi mente comenzaba a imaginar cómo habría sido mi vida si hubiera decidido oponerme a mi padre en vez de permanecer de forma pasiva. Quizá era egoísta, pero ya que la vida no le permitió verlo con sus propios ojos, ahora quería verlo con los ojos de mi corazón. A pesar de cuanto amo a Elliel...

- Disculpe mi señor, pero tenemos noticias de un visitante de Lorien. Sabe sobre su hijo – Interrumpió Elay.

- Llévalo hasta mi trono, en un momento voy –

Noticias de mi hijo, finalmente, estaba extasiado de alegría, aunque me mantenía en calma, pues una parte de mi corazón también aceptaba que estas quizás no serían las mejores.

Narra Gilliel:

Me encontraba desesperada, debía hablar con él en este instante, debía hacer algo por alertarlos de la situación que les esperaba en Rohan. Corrí tan rápido como pude hacia los aposentos de Thranduil, supuse que habría pasado el día allí. Golpeé la puerta varias veces, pero no hubo respuesta.

- Giellel – Mencionó Elay que se acercaba fortuitamente por el largo pasillo.

- Necesito hablar con Thranduil es urgente – Mencioné alterada

- Thranduil acaba de salir de su habitación, se encuentra en el trono hablando con un visitante. No puedes interrumpir la reunión, lo siento. ¿Qué te sucede? – Dentro de su ignorancia Elay noto mi preocupación – ¿Gilliel que sucede? – Volvió a cuestionar con la voz notoriamente firme.

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