El Primer Beso I

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- Thranduil no lo hagas, siquiera sabemos si son peligrosos en verdad. –

(...)

Dos jóvenes elfos que se encontraban curioseando los límites del bosque, allí donde los árboles se extinguen y los hombres dominan la ciudad flotante. A pesar de contar con ya ciento veinte años, los dos jamás habían logrado ir tan lejos, por lo que cruzarse con dos adolescentes humanos fue bastante frustrante. De cabellos castaños y piel bronceada, un chico y una chica humana de no más de quince jugueteaban en el límite del bosque con el pueblo.

- Leah, eres la chica más hermosa de todas, escapemos juntos –

El humano se escuchaba preocupado, tanto que los conmovió un poco, aunque Thranduil y Gilliel se mantuvieron escondidos tras unas rocas. Al principio pensaron en ignorarlos y seguir su camino, pero la joven dio un comentario poco fortuito que hizo ofuscar al elfo.

- Devon, te amo, pero tú sabes que pronto me casaré y que si mi padre llegara a descubrirnos el... tu sabes... me colgaría...-

- Leah, podríamos escapar, ir más allá de los elfos, rogarles asilo –

- ¿Tu escuchas tus propias palabras? Devon, los elfos del bosque son engreídos y algo violentos, si nos hallaran nos arrancarían los ojos...-

Ambos se sentimos sumamente ofendidos por aquel comentario. Era cierto que quizás eran algo serios, pero para nada violentos o engreídos, más bien orgullosos. Gilliel no lo tomo tan a mal, en cambio Thranduil no pensó igual y estaba a punto de ir a dejárselos en claro cuando la elfa en un oportuno movimiento lo impidió con un cinchón de trenza.

- Auch Gil, eso dolió. Solo quería asustarlos... - Thranduil renegó con una sonrisa.

La rubia mantuvo silencio, aunque no pudo evitar reírse de él. Los jóvenes seguían en sus mundanos asuntos cuando de pronto comenzaron a acariciarse, cayeron entre las hierbas, se besaban los labios de forma lasciva y por alguna razón se despojaban de sus ropas. Era algo desconocido para un elfo, que, aunque mantenían cautela observaron con curiosidad la incómoda escena.

- Thranduil... no creo que debamos ver esto... - La rubia sintió calor en sus mejillas, estaba algo "rara" podría definirse. De pronto se sentía incómoda de estar viendo aquella situación, así que dio la vuelta y vio su atención en una liebre que por allí corría.

- ¿Gil? – Consulto el elfo. - ¿Está todo bien? –

- Si, es solo que no me pareció correcto importunar. Además, aquella liebre llamo mi atención. –

- Deberíamos volver al palacio...-

Luego de una larga y silenciosa caminata de vuelta al bosque ambos elfos se despidieron y siguieron su camino. Thranduil tenía tantas o más dudas que su amiga, así que busco a su madre para obtener alguna respuesta. Gilliel en cambio había leído en secreto algunos libros sobre los sentimientos humanos, aquello era lo que llamaban amor, pasión o deseo y era una de las cosas que más la atraían a la posibilidad de hablar con uno de ellos.

- Las nubes aún no se pueden tocar Gilliel – Interrumpió una sabia elfa que servía de madrina.

- Lo se Efay, pero es que... solo he estado pensando... -

Gilliel estaba apoyada en su ventana, la nada de pronto era tentadora de observar y los suspiros algo evidentes de leer.

- Hija, ¿Qué te tiene en vilo? – Consulto Efay acariciando el cabello de la joven.

- Es que... hay algo que no comprendo... - comenzó – algo que yo quiero saber... pero sé que no debería...-

- Todo conocimiento es oportuno, tanto en blanco como en rojo. El deseo a veces puede ser codicioso, pero el saber jamás ocupará un lugar negativo en tu vida. – Efay era una elfa veterana que ya tenía mucho conociendo el mundo y a los humanos. – Sabes que puedes confiarme lo que sea... pero si no me abres el corazón yo no podré ayudarte mi niña. –

- Hoy vi en el límite del bosque a dos humanos... - Le era difícil admitir a quien tanto la quería y protegía que había roto una de las reglas primordiales del bosque. – Eran un hombre y una mujer muy jóvenes... estaban besándose y acariciándose...-

- ¿Entonces? Que es lo que no entiendes mi niña. –

- No entiendo que significan, ¿Por qué lo hacen? –

- Los humanos como nosotros sienten, aunque de forma muchos más liberal y algo desvergonzada. El amor como ellos lo ven, no es algo tan complicado, para ellos amar es estar muy atraído o apegado a alguien, una cierta dependencia o algo que pueden elegir. – Aunque la señora era sabia e inteligente aun así no entendía demasiado bien a los humanos y jamás lo haría.

- Pero ¿qué tiene que ver todo eso con los besos y las caricias? – insistió Gilliel que más que otra cosa quería saber.

- A eso iba mi pequeña, para ellos el amor es algo más físico, lo que no significa que nosotros no tengamos tacto alguno, pero tal y como fuiste educada eso no se hace con cualquiera que simplemente te guste –

- Eso significa que debo amar en verdad a quien bese ¿y amar es? ¿Cómo dirías que es? –

- Amar eso como... sentir que le deseas todo lo mejor a esa persona, querer que sea feliz, desearle felicidad tanto contigo como sin ti. Es el sentimiento por el cual sientes un apego que no puedes describir, un apego por el cual estarías dispuesta a dar la vida sin dudar, sin temor alguno. El amor es la sensación más hermosa que podrías sentir alguna vez, una sensación que intentarás explicar, pero jamás podrás convencerlo hasta que lo sientas. –

Aquella explicación había dejado más dudas que antes, y ahora la más grande era: "¿Eh amado a alguien?" O "¿amo a alguien?"


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