El primer beso II

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¿Qué es tan malo?

Thranduil se la había pasado meditando solo sobre lo que había visto, pero finalmente se atrevió a ir en busca de su madre. Al ser el elfo un poco más grande que Gilliel, las cosas eran un poco más mundanas para sí. Aquella incomoda charla sobre sentimientos y relaciones humanas eran una clase que ya había tomado con su padre, aunque quizás él no era el mejor para tratar el tema. El alba casi estaba en penumbras cuando un leve golpeteó interrumpió en la puerta de su madre.

- Mi niño... - Comentó levemente.

La inmensa presencia de la señora era igualable a la propia luz del sol, a nadie le asombraba como había robado el corazón del rey, pues con solo verla se podía sentir paz.

- Madre, lamento importunar, pero necesito hablar contigo...-

- Tu nunca podrías importunarme mi amor, ven acércate –

La señora del bosque Anar amaba pasarla de pie frente la gran ventana que dejaba ver sus dominios. Algunos importunados hombres cuentan que verla es una segura sentencia de locura, pues algo tan puro y bello es pecado para los simples mortales que se atrevieron a verla a los ojos.

- ¿Sucede algo con Gilliel verdad? – Comentó tomándole la mano. – ¿Que parte de su travesura te trae en vilo? –

- Es que hoy vimos una pareja de humanos...- El elfo se sentía algo avergonzado pues sabía que había quebrado las reglas de su padre y aunque su madre era comprensiva también podría no serlo esta vez. – Ellos estaban expresando su amor humando, creí que no era algo ajeno a Gilliel y cuando volteé a verla se puso bastante nerviosa, como si fuera malo ver aquello. –

- Sé que sabes más que ella acerca de los sentimientos humanos, y aunque tu padre es algo brusco en cuanto a los hombres se trata creo que tu comprendes que el amor humano no dista demasiado del nuestro. –

- Padre ha dicho que su amor es vulgar y carnal...-

- Tu padre no quiere en absoluto a los humanos, tu sabes que jamás vería lo bueno y positivo de sus almas. ¿Cuál es tu duda realmente? A mí no puedes engañarme hijo...-

Anar podía presentir algunas cosas que otros no, pero ningún don era necesario para notar que algo comenzaba a brotar en su corazón.

- Madre... quiero saber si amo a alguien... ¿Cómo puedo saberlo? – La coraza finalmente se había quebrado, al fin Thranduil había dicho lo único que necesitaba decir. "¿Cuánto llevaba ese sentimiento allí?" se preguntaba a sí mismo, "¿Dónde estaba escondido?".

- Ni siquiera yo puedo contestar eso, solo conozco a alguien que puede saberlo...-

- ¿Quién es esa persona? – Consulto ansioso.

- Tu mismo –

Aquello que había generado más dudas que respuestas ahora era tan claro como el agua.

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