Narra Gilliel:
El día amanecía en el oscuro bosque, hoy sería el primer año desde que abandoné el palacio. Ya no había siervas que arreglaran mi cabello, no había desayunos en cristalería, tampoco la compañía de los silvanos y mucho menos pensar en el amor de la mirada de Thranduil.
La mañana después de que anunciamos nuestro compromiso, el consejo le informó que de unirse a mí, ellos llamarían a una reunión para destituirlo, el argumento, yo era vista como una traidora, por lo tanto, no sería una buena líder ya que jamás lograría atender a los intereses de los fieles al bosque.
Cuando decidí abandonar el bosque luego del casamiento de mi hermana, sabía que habría consecuencias, pero jamás pensé que llegara a humillar tanto mi descendencia real y sobre todo a Thranduil quien siempre sería el latido en mi corazón. Error tras error volvía a mi mente mientras recogía zanahorias en el pequeño huerto que había armado en el jardín, el jardín de la cabaña en la que vivía sola y escondida de todo el mundo. Aún había algunos secretos que solo los mayores conocíamos, lugares solo permitidos a los sindares que otros elfos ni siquiera habían pisado y el bosque aunque cambiado, seguía siendo en sus raíces el mismo hogar que yo siempre había conocido.
A los límites del bosque había una pequeña locación, escondida por sauces secos y por debajo de las raíces visibles una pequeña cabaña que había pertenecido a mis padres ahora me servía de refugio en el que podía retirarme y simplemente, observar el tiempo.
- Lluvia de otoño, si sigues así solo vas a hacerte una con las raíces en las que te refugias - Radagast se había convertido en un confidente y quisiera pensar que en un amigo, pues aquel hermoso espíritu del bosque estaba más interesado por el rítmico galope de las liebres que en los seres que allí vivían, según sus palabras, no hay magia más pura y asombrosa que aquella que carece de magia alguna y así era como el se dedicaba su existencia a los animales, las plantas y cuando tenía un leve latido de humanidad se acercaba hasta a mí.
- Radagast, ¿sigues empeñado en ese nombre? - sonreí ante su presencia mientras el se acercaba con una canasta.
- Jamás olvidaré cuando la hermosa joven del bosque miró su reflejo en el río durante todo el otoño, a veces me preguntaba si era la lluvia o solo eran tus lágrima Gilliel... - desde que había desaparecido había sido consiente de que me estaban buscando, Thranduill salía cada noche a galopar en mi búsqueda, usaba mi capa para perderse en el azul del bosque y día tras día lo ahuyentaba con ayuda de Radagast, pues aún no comprendía si era más doloroso el dejarle o el verle sin poder tocarle.
El espíritu del bosque se mantenía semanas junto a Gilliel y eventualmente desaparecía tal y como había aparecido, siempre volvía con frutos de otros sectores del bosque y esta no era la excepción. La sonrisa se plantó en la elfo al ver un saco lleno de nueces las que eran sus favoritas y sin pensarle se ofreció a preparar una taza de té para compartir los frutos. Entre lo aromático de las cerezas y el sabor de los arándanos ambos seres pasaron hablando sobre el bosque y como estaba siendo atacado de tanto en tanto.
- La guerra a terminado Gilliel... pero aquellos demonios siguen buscando a donde huir... - suspiró Radagast - Thranduill lo está haciendo bien, pero las fuerzas del bosque están cada vez más bajas y la tierra me ha hablado de cuan envenenada se siente con los invasores...-
- Unos pequeños grupos no son amenaza para los refuerzos del bosque, pero un ejército nos tomaría por sorpresa a todos... más aún sin Legolas aquí... - Radagast dio un golpe en la cabeza de la elfa que quedó descolocada pero no sorprendida por la acción.
- Deja de pensar en tú sobrino Gilliel... tú vez las lágrimas del rey y te mantienes sufriendo aquí y haciéndole sufrir... sé que no fue tú intención causar tal dolor, pero niña cabeza dura debes enfrentar lo que está pasando y por el bien del bosque... habla con él... o todo el bosque caerá por una egoísta decisión... nadie merece esto... - una pequeña ardilla reposaba en su mano adormilada - pero la vida no tiene que pagar por esto sin culpa alguna y tú aunque te estás rompiendo mi llovizna... eres el aliento del rey y él merece que seas honesta sin vivir en esta incertidumbre... -
Tanta verdad cargaban las palabras que en un abrir y cerrar de ojos se vio pensando en aquella sonrisa, en aquella mirada y sobre todo imaginando aquellas caricias que se juraron eternamente. Se acercaba la hora en que Thranduill salía a patrullar el bosque en busca de Gilliel y como era costumbre la elfa apagaba muy bien su fogata y escondía con ayuda de troncos viejos y hojas secas su paradero. Con una pequeña gota de rocío se iluminaba el camino y esta vez permanecía dentro de un árbol hueco esperando escuchar el galope de su amado y la oportunidad de verle aunque tan solo fuera por un parpadeo, alejándose de allí.
A veces Gilliel sentía que si estiraba sus brazos lo suficiente podría llegar a sentirle, al menos por un insulto de tiempo, pero eso sería la eternidad para su tacto. Luego de estar segura de que él no se percataba de su presencia solía escabullirse por el bosque y observarle desde la distancia y le partía el corazón en millones de estrellas el verle llorar mirando hacia el horizonte, esperando en verle volver. Su mirada inyectada en sangre, su quijada más seca y sin brillo alguno el rey no llegaba ni siquiera a ser la sombra de lo que había sido y aunque aparentaba frente a los demás, Gilliel sabía que se estaba partiendo su corazón.
Las noches eran oscuras y largas entre las raíces, aquello era demasiado decir para la eternidad de un elfo y aún así era verdad. El canto de los pájaros ya no le hacía sonreír, las caricias de los animales al despertar y sentir alguna piel velluda en su mejilla no le hacía cosquillas y su mirada solo se llenaba de vacío convirtiendo en una ciénaga a una de las más chispeantes y hermosas que el tiempo haya visto. En un pequeño auxilio Radagast le animaba, pues el alma de la joven del bosque le había dado tanto dolor que inclusive las plantas lloraban a su al rededor y los animales solo se quedaban quietos rodeándola esperando que algún día fuera la misma de antes.
La primera vez que se le acercó, Gilliel había pasado el otoño que tanta dicha solía traerle recostada sobre una piedra, sin moverse, apenas si sintiendo el deslizar de sus dedos por el río que el espíritu creyó que aquello había sido un crimen.
Las hojas secas volvían a quebrarse y un año se había cumplido desde que Thranduil había sentido la piel del amor en sus manos, cada día era igual de sinsentido que el anterior y ya simplemente era una marioneta más de la existencia. Elay se acercaba a la habitación para cumplir sus deberes de informante y simplemente se retiraba con su veneno mientras el rey yacía sin sentido.
- Daría hasta mi último suspiro Gilliel... hasta el último... solo por volver a verte aunque solo fuera por un parpadeo... - el mundo ahora solo era una burda noche, porque en la noche estaban las estrellas, ahora solo estaba nublado y no estabas tú para limpiar el cielo en mi corazón.
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Perfume
FanfictionNunca es tarde para volver a creer en aquello que se nos fue arrebatado. El regreso de un recuerdo intenta devolver al corazón del rey Thranduil aquello que le fue robado, en tanto la guerra del anillo único se acerca sin descanso.