Los Merodeadores- Cambiando la Historia

¡Expulsado!

Alphard Black podía considerarse muchas cosas pero jamás un amante de las artes oscuras. Sabía donde había crecido y de donde venía, lo que le daba ventaja en cualquier ámbito. Crecer en la casa Black no había sido cosa de cualquier tipo.

Miraba desde su sofá la foto de una mujer de cabello oscuro y ojos del mismo color, que se abrazaba a un agobiado pero feliz muchacho de cabellera oscura, ojos claros y aspecto mimado que sonreía feliz de la compañía. La foto no tenia color, era a blanco y negro, casi como recordaba aquellos momentos con ella.

Lyra Fawley nunca había pisado ese apartamento, y es que lo había comprado con ese propósito, comenzar de nuevo sin el recuerdo de ella, que le perseguía como si de un fantasma se tratara. Aquella foto era la que mas adoraba, le recordaba en esencia lo que era ella y como le hacía sentir cuando lo envolvía entre sus brazos.

- Alphie, cuando nos casemos quiero tener unos tres o cuatro hijos - recordó que le dijo en una conversación antes de irse. Lyra le había mirado con esos ojos oscuros y una sonrisa esperanzadora - unos dulces y lindos niños corriendo por el apartamento. ¿Lo imaginas?

Alphard se había arrepentido de muy pocas cosas en su vida, pero la respuesta que le dió era una de ellas.

- ¿Niños? ¿No crees que estamos muy jóvenes? Estoy seguro que cambiarás de parecer.

Lo recordaba muy bien, ella había arrugado la frente y acto seguido había besado su frente, encontrándose luego con su mirada enternecedora.

- Serás tu el que cambie de parecer - sonrió hacia él volviendo a su estado de ánimo anterior - yo lo imagino. Un pequeño y adorable Alphard Jr. Con tus hermosos ojos grises  y el cabello, oscuro. Por supuesto también con mi sentido del humor, porque tu cariño eres algo...amargado algunas veces. Quizás una niña...podríamos llamarla Adhara. ¿No te parece un hermoso nombre?

Sí, con el tiempo le había parecido hermoso. Se arrepentía de no haberle dicho que sí a aquel plan tan descabellado, incluso por solo darle el gusto, pero más aún,  se arrepentía de haberla dejado ir en aquel viaje.

Alphard había pasado por la primera etapa, la pérdida. No sabia como habia llegado al pequeño funeral organizado por los Fawley, mucho menos recordaba como horas después el había terminado consolando a Minerva en una plaza cercana a la casa de Lyra. Ambos la estaban pasando terrible, ninguno de los dos podía decir quien la pasaba peor.

La negación llegó después. Había roto un sinfín cosas inútiles y casi había roto con magia la pared del apartamento contiguo, aquello no podía ser cierto. Lyra no podía haberlo abandonado de esa forma. Algo bueno había traído todo aquello y era el nuevo lazo que unía a Minerva McGonagall con Alphard Black, uno que no se rompería nunca y que solo había podido ser posible gracias a Lyra, que el hombre estaba seguro, había sido su último deseo cumplido.

La aceptación surgió mucho tiempo después, cuando Orión envió una lechuza con el aviso del nacimiento del primogénito y heredero de la casa Black. Alphard tenía que admitirlo, ya estaba cansado de asistir a nacimientos de hijos que no eran ni serían suyos, ya conocía a Andrómeda , a Bellatrix y Narcisa (que le había parecido adorable). Estaba cansado. Sin embargo, era su hermana, la única mujer entre ellos y la única junto con Orión, que habia aparecido al funeral de Lyra. Aceptó la petición creyendo firmemente en que luego de eso se iría a tomar unos tragos y plantearse con seriedad la propuesta de aquella jovencita irlandesa en ir unos cuantos días a Brasil y encontrar la razón de la desapareción de dragones en algún lugar de allí que no recordaba muy bien.

- Una marca nueva Alphard - recordó que saludó Orion al ver el atisbo de su nuevo tatuaje en el cuello, cubriendolo rápidamente.

- ¿Dónde esta ese nuevo sobrino? Espero sea bien parecido. ¿Ya padre ha venido a verlo?