Destino

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 Hacía mucho tiempo que no estaba en ese lugar, no es que se le hubiese olvidado algún detalle, pero nunca se había sentido tan incómodo como en aquel momento. Miraba los retratos que le rodeaban, unos cuantos susurraban y otros, ya conocidos, le miraban con reproche. Fijó su mirada en uno de ellos y éste solo cabeceó negando y desapareció, seguramente hacia su otro símil en la antiquísima casa Black.

Estaba muy seguro que si James se enteraba que había estado allí, sin él, le daría un sermón digno de haber sido escrito por Lily y Remus, pero estaba cansado, exhausto, más aún, necesitaba saber las razones por las cuales el mejor mago de todos los tiempos, se limitaba a solamente seguir lo que parecía un guión premeditado que solo era la inminente respuesta afirmativa al ascenso de Lord Voldemort y a la lucha a muerte de Harry Potter para lograr detenerlo.

Aquella noche habían cambiado algunas cosas de lo que había escrito en el diario de Annabelle, por no decir las más importantes y que dejaban en un punto ciego todas las acciones que pudiesen planificar y que en su mayoría, les dejaban sin poder trazar un plan perfecto para poder derrotar a Tom Riddle.

- Sirius, Minerva me ha dicho que estabas esperando aquí - dijo una voz desde la puerta. Sirius se giró y observó a Albus Dumbledore caminando hacia él, con aspecto cansado pero con una leve expresión de una alegre sorpresa – Supongo que no se debe a que te ha castigado, como en los viejos tiempos.

Por primera vez en casi un par de semanas, Sirius se permitió sonreír ante aquella camaradería que parecía tener el director de Hogwarts con él.

- No es como si no lo recordase, aunque puedo decir que los hijos de Molly, Fred y George, están a un pequeño paso de quitarles el título en el mayor número de castigos logrados – siguió mientras se sentaba tras su escritorio – pero supongo que no es de eso lo que quieres hablar, me parece Sirius.

- No lo es Albus – dijo sin más.

- Supongo que tampoco quieres hablar de lo sucedido en el Torneo de los Tres Magos – tentó – en lo cual, me permito tratar de adivinar, pensaste que podía haber hecho más para evitar la muerte de ese muchacho.

El hombre de ojos grises le miró con algo de sorpresa, parecía que Albus Dumbledore, podía leer sus pensamientos, con un movimiento de su mano, Albus le invitó a sentarse y Sirius decidió negar con su cabeza.

- También debo decir además, que estoy seguro que tus lealtades no han cambiado, lo cual me alegra, Sirius. Eres la persona más confiable que conozco – dijo con voz suave – pero estás aquí sin James, lo cual me hace pensar que hay algo que debes decirme que no quieres que escuche, o hay algo que debes preguntarme que no sabes si él quiera o deba escuchar.

Sirius le miró durante unos segundos, pero guardó silencio. Debía escoger muy bien sus palabras. Llevaba mucho tiempo pensando en las razones por las cuales Dumbledore no había influido significativamente en cambiar el destino de Harry Potter, porque había dejado que todo siguiera su curso tal cual estaba escrito. Aún más, había pasado mucho tiempo preguntándose si el mismo no había cometido un error.

- No habíamos tenido tiempo de esta conversación, Sirius. Luego de la noche en que Harry fue marcado, decidiste dejar la Orden, al igual que James, Lily y Remus. Supongo que se debió a la partida de Annabelle, creo que al final se enteraron de todo, ¿no fue así?

- ¿Por qué no nos dijo? – fue lo primero que preguntó, eso que había rondado su cabeza muchos años – era nuestra vida la que estaba en juego.

- Son muchas vidas las que aún siguen estando en juego Sirius, pero admito que fue un terrible error de mi parte subestimar sus esfuerzos. ¿Crees que haber sabido esto antes habría logrado un cambio significativo?

Los Merodeadores- Cambiando la HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora