Una mano amistosa

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Recordaba aquellos ojos, pero había algo en su expresión que le parecía familiar. Seguramente era algo estúpido que no podía asociar tan rápido.

- Vamos Sirius, ¿bebiste o algo? - se burló de él mientras le tendía una mano - Me alegra verte.

- Creo que puedo decir lo mismo, es bueno ver un rostro amable de vez en cuando. Aunque sea una Black - soltó con una queja.

- Eres idéntico a mi hijo, ya veo que es de familia - le habló con una sonrisa - ¿Que ha pasado? Solo nos vemos cuando algo no va tan bien. ¿Chocolate caliente?

- Me lees el pensamiento, hermosa - le guiñó y ella rodó sus ojos. Sirius la detalló cuando se dio la vuelta. Su cabello estaba igual de largo, su cuerpo seguía esbelto y su rostro lozano y hermoso.

- Aquí tienes - le tendió - Es algo complicado, ¿no? Eso del amor.

- ¿Como sabes? - ella le sonrió - ¿Por qué tu tienes hidromiel y yo un maldito chocolate?

- ¡Deja de quejarte como un crío! Además le he puesto algo de Whisky a tu chocolate - soltó con rapidez.

Sirius probó, tenía razón. Esta vez ella sonrió con picardia y volvió a darle un sorbo a su botella.

- ¿Donde dejaste a ese marido tuyo? Me gustaría conocerlo.

- Lo conocerás, eventualmente. Ahora, ¿donde quedamos? ¡Ah si! El amor.

- Amor, una total porquería.

- No lo es - ella le miró con seriedad - eso me lo enseñaste tu.

- ¿Que quiere decir eso? ¿Regulus no es quien debio darte consejos y eso?

- Puede que sí, pero pasé mucho más tiempo contigo. ¿Van las cosas mal con Annabelle?

- ¿La conoces?

- Claro, nos hemos visto unas cuantas veces - confirmó.

- ¿Terminamos juntos?

- Eso depende de ti - le respondió - Mi hijo mayor tiene problemas parecidos a los tuyos, peores creo. Ha estado enamorado sin saberlo de su archienemiga desde que estaban en pañales, ahora tiene serios problemas aceptandolo, pero se la pasan hechizandose uno con el otro. Hace una semana casi rompen mi valiosa colección piezas de ajedrez.

- ¿Ajedrez? - inquirió divertido - ¡Vamos hermosa sin nombre! ¿Colección de ajedrez? 

- No te burles - ella arrugó su nariz y sonrió - ¿Que harás al respecto? ¿Qué no la amas?

- ¿Cómo sabes que amas a alguien? Mira, no se si lo sabrás pero mis padres no fueron del tipo amoroso y la verdad nunca he estado enamorado de nadie antes, solo...Desearía que esta tortura acabe.

- Pues así mas o menos se siente. Intenta ser tu mejor versión, sin cambiar. Quien te ama, no te cambia.

Ella besó su frente delicadamente y un aroma a fresas y vainilla le inundó.

- Sirius, despierta.

El muchacho se removió en el sofá. Abrió lentamente sus ojos y observó a Annabelle mirándole preocupada.

- ¿Necesitas ayuda? - ella acarició su rostro y el tomó su mano interrumpiendola.

- No, yo... lo que dije...

- También siento lo mismo pero, es un poco mas complicado que eso, ¿sabes? - ella se sentó en el pequeño espacio a su lado - No estoy con Thomas por despecho si eso piensas, me gusta, no como tu por supuesto, pero...

Los Merodeadores- Cambiando la HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora