Serias Presentaciones

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La chica de cabello dorado solamente podía estar acostada mirando hacia la ventana, observando la luna que estaba a medio llenar, le parecía todo tan poco real que apenas podía creerlo, miró a su lado en la cama contigua pudo observar una espesa cabellera que sabía era de Lily Evans.

Lily Evans, pensó, esto podía ser más de lo que podría imaginar, seguramente leer tanto aquellos libros la había dejado un poco mal al final, pero si estaba muerta o inconsciente que mejor lugar para estar que en Hogwarts. Pensando en ello se quedó dormida, sus sueños no parecían ser tan amigables y le hacían revivir nuevamente el momento de la muerte de su abuela, mezclado con una serie de imágenes del accidente con su familia.

Despertó sobresaltada y sudando, volteó hacia los lados para ver que las camas ya estaban vacías, debían estar ya desayunando, vio hacia la ventana y pudo ver un sol que brillaba con alevosía en su rostro. No podía creerlo, realmente no estaba soñando, todo era verdad. A sus pies pudo ver un baúl abierto y una carta sobre él, dentro habían algunos uniformes y túnicas, junto con unas corbatas negras. Abrió la carta y una delicada letra se garabateaba sobre ella.

Señorita Morgensten, estos son los uniformes que deberá usar en Hogwarts, además debajo de ellos se encuentran algunos de los libros que usará en las asignaturas, espero le sean de utilidad. La espero a las nueve en punto para su selección.
Albus Dumbledore.

Annabelle miró el reloj en la mesa de noche de Lily y vió que marcaba las ocho y cuarto, le daba aun oportunidad de vestirse y llegar a tiempo. Así lo hizo, y al terminar se vió en el espejo del baño, la verdad no se reconocía a si misma con esas ropas tan diferentes. Bajó las escaleras con mejor animo y comenzó a preguntarse como llegaría hasta la oficina de Dumbledore, no recordaba el camino.

- Buenos días señorita... - comenzó un chico de cabello casi hasta los hombros de color negro y una sonrisa socarrona en sus labios.

- Morgensten, Annabelle - volvió a presentarse - Tu eres Sirius Black, ¿no es así? - señaló mientras terminaba de bajar el ultimo escalón.

- Si, así es - él le tendió la mano y ella la tomó - un placer.

Ya comenzó este, pensó mientras lo veía. Realmente no era tan mal parecido viéndolo ahora con mejor luz, sus ojos eran de un color azul grisáceo que combinaba muy bien con el color de su cabello, su tez era clara y podría decirse que tenía una sonrisa ampliamente seductora con la que intentaba atraparla.

- ¿Puedo pedirte un favor, Sirius Black? - comenzó aunque dudosa de como fuese a ser cobrado ese favor que solicitaba.

- Solo Sirius.

- Bien... solo Sirius, ¿puedes llevarme al despacho del profesor Dumbledore? Se supone que debo estar allí pero no recuerdo como llegar.

- Muy graciosa - se mofó el ojigris - Pero si, te puedo llevar, vamos. Así te conozco mejor.

La chica rodó los ojos y él se dio cuenta, al parecer le hacía gracia molestarla. Sirius la miró unos minutos en silencio mientras caminaban y se dio cuenta que a diferencia del gran amor de su amigo James, esta chica parecía no ofenderse por su comportamiento seductor, mucho menos le hacía el suficiente caso como para darle alguna oportunidad.

- Dime, Sirius - comenzó Annabelle para sorpresa del chico - ¿Siempre quisiste ser un Gryffindor?

Esta pregunta le había caído como un balde frio al joven de cabello negro. Nunca se había puesto a pensarlo, y realmente nunca antes se lo habían preguntado, ni siquiera James. Podria hacerse el ofendido y reclamar que no era de su incumbencia, pero él le había dado paso a ello por haber estado tonteando con ella desde el principio, sin embargo, no veía porque no responder con total sinceridad.

Los Merodeadores- Cambiando la HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora