Siempre y para siempre lara jean - Peter kavinsky

8

Estamos recostados en el sillón de casa de covey en la tarde. Esto es algo que he estado haciendo, desde que lara jean y yo nos comprometimos en serio, pero se siente como si lo hubiera hecho desde siempre. Su familia es muy buena, me siento aceptado por su padre de una manera sincera y leal, nada como sonrisas tensas y falsas. La pequeña kitty se ilumina como el sol cada que vez me ve, y pues no he tenido oportunidad de pasar más tiempo con margot, en su mirada aun encuentro un recelo cuando me mira.

Lara jean estira su pierna y mueve sus deditos.
—Siempre tienes los calcetines más lindos. —Digo y levanto mi pie derecho igual que ella lo hizo.

—Mi tía abuela los envía desde Corea. Corea tiene las cosas más lindas, ¿sabes? —Dice.

—¿Puedes pedirle que me envíe también? No los osos, pero tal vez tigres. Los tigres son geniales.

—Tus pies son demasiado grandes para calcetines tan bonitos como estos. Tus dedos del pie sobresaldrían. Sabes qué, apuesto a que podría encontrarte unos calcetines que encajen... ummm, —Balbucea y me mira de soslayo. —En el zoológico.

Me siento y comienzo a hacerle cosquillas, lara jean se retuerce queriendo zafarse.

—Apuesto a que los pandas o los gorilas tienen que mantener sus pies calientes de alguna manera... en invierno. Tal vez también tienen algún tipo de tecnología para calcetines desodorizados. —dice entre risas. Muevo mis dedos más rápidamente y ella estalla en un ataque de risa. —Detente... deja de hacerme cosquillas. —Chilla.

—¡Entonces deja de ser mala con mis pies! —Digo.

Lara jean escurre sus brazos bajo mi brazo y comienza a hacerme cosquillas a mí. Logro zafarme rápido y logro tener acceso a su cuello.

Grita—¡De acuerdo, bien, tregua!

Ambos nos separamos y respiramos pesadamente, agitados; yo por el esfuerzo y ella por la risa. Estoy a medio de tomar aire por la boca, cuando ella estira su mano y de nuevo me toma por sorpresa.

Grito. —¡Dijiste tregua! —acuso.

Ambos asentimos y nos dejamos caer en el sillón, cansados y agitados.

—¿De verdad crees que mis pies huelen? —Pregunto, cuando logro calmar mi respiración.

—Bueno, solo en los días de juego... —dice divertida, así sé que me está tomando el pelo.

Me levanto de nuevo, y la ataco con más cosquillas. Tan feroces que la hacen chillar de risa. Sus mejillas están tan rojas que parece un tomate. Kitty entra a la sala, balanceando una bandeja con un sándwich de queso y un vaso de jugo de naranja.

—Vayan arriba —dice, sentándose en el suelo sin mirarnos. —. Esta es una zona pública.

—No estamos haciendo nada privado, Katherine. —Regaña lara jean.

—Tu hermana dice que mis pies apestan —digo levantando mi pie en su dirección. — Ella miente, ¿no?

Kitty empuja mi pie con un codazo. —No oleré tu pie—. Ella se estremece—. Ustedes son pervertidos.

—¡Kitty! —Grita lara jean alarmada y le tira una almohada.

Ella jadea. —¡Tienes suerte de no haber derribado mi jugo! Papá te matará si vuelves a estropear la alfombra. —Levanta un dedo acusador hacia ella —: ¿Recuerdas el incidente del removedor de esmalte de uñas?

Estiro mi mano sobre la cabeza de covey y le doy una sacudida juguetona. —La torpe Lara Jean.

—No soy torpe. Tú eres el que tropezó con sus propios pies tratando de llegar a la pizzeria la otra noche en Gabe's.