Fase I - Juicio sin elección

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Domingo 22 de octubre de 2071

Yuuri permaneció en silencio con su mente pensando sólo en una frase: Los ojos que enamorarían a cualquiera. ¿Y ese tipo era parte de los cualquiera? ¿Le gustaban sus ojos color avellana? ¿No era más lindo el azul?

Suspiró y se echó a correr por la acera tratando de encontrar a un hombre de cabellos platinados, mismo que se había detenido en el primer semáforo. Rió al verlo ahí con una bolsa de pan en la mano y la otra en el bolsillo de su gabardina. Desde lejos lucía como una persona normal y ordinaria, nadie supondría que es un desertor.

Katsuki se acercó un poco más, no le haría daño, ¿verdad? Si no lo había asesinado cuando tuvo su oportunidad en la escuela, menos lo mataría en la calle. Quizá la ciudad estaba solitaria, pero quedarían evidencias registradas en las cámaras de seguridad y Phichit lo sabría.

—Así que... —susurró casualmente mientras se acomodaba en el costado derecho de Viktor y esperaban a que la luz cambiara de color, pese a que no había carros transitando—. ¿Phichit está bien?

—Eso creo —murmuró, esbozando una sonrisa traviesa—. No lo he visto, está entrenando con su equipo.

—¿Su equipo? —replicó y observó la calle opuesta a ellos, igual de vacía.

—Cosa de desertores —respondió en un tono burlón y contempló de reojo el perfil del menor. Tenía una nariz perfilada y mejillas rosadas por el frío—. Así que... —imitó a Yuuri—, ¿tú estás bien?

—Eso creo —dijo, copiando incluso la expresión indiferente de Viktor—. Estoy estudiando para exámenes.

—¿Exámenes? —repitió, siguiéndole el juego al pelinegro.

—Cosa de... —Volteó su cabeza hacia el "desconocido" e intercambiaron miradas—. ¿Cómo nos llaman?

—¿Lo dices en serio? —Carcajeó, cubriéndose la boca y dejando expuestos sus delgados y finos dedos—. Ustedes son ciudadanos comunes, gente dentro del sistema. No tienen un apodo.

—¿Qué? —interrogó. No, no estaba de acuerdo en eso. Ellos debían tener un sobrenombre porque eran detestados por los desertores—. ¡No mientas!

—No te miento —aseveró y desvió su atención al semáforo. Era hora de marcharse, pero no quería—. ¿Sabes? Haces que pierda la noción y olvidé que va a explotar una bomba.

—¿Qué? —Sin evitarlo, empujó del brazo a Viktor, quien sólo rió por su inocente reacción—. ¡Dímelo antes!

—Bueno, ya te lo he dicho —enfatizó lo obvio—. Nos veremos después, niño tonto.

—¡No soy un niño! —bufó como un pequeño al que le han robado su juguete favorito—. ¡Y no soy tonto!

—Joder —bramó, chasqueando los dientes al oír que su reloj chillaba—. No podía entretenerme contigo y, ¡apúrate! —exclamó, sosteniendo la muñeca izquierda de Katsuki—. Crucemos, el edificio va a...

Estallar era la palabra, pero no pudo terminar debido a la explosión que resonó detrás de ellos. En un intento por proteger al amigo de Phichit, soltó la bolsa de pan caliente y abrazó por la cintura a Yuuri. La onda seguida por la detonación provocó que ambos cuerpos volaran unos centímetros y cayeran a la mitad de la carretera.

El peliplata fue el primero en impactarse contra el suelo con heridas en la espalda y una pierna lastimada, probablemente con una contusión. A un metro de él, el menor había rodado sin lesiones, pero estaba asustado y su corazón palpitaba frenético por la adrenalina que sentía.

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora