Fase VI: Juego contra el tiempo

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Lunes 27 de noviembre de 2071

Seung vigilaba las cámaras de seguridad instaladas en la entrada del túnel y cada cierto tiempo le echaba un vistazo a Phichit, quien le hacía compañía en silencio. Era raro que Chulanont estuviera callado, pues se caracterizaba por su personalidad espontánea y sus intensas ganas de charlar en cualquier momento. A veces resultaba ser un estorbo, pero hoy no era el caso.

—Iré a comprar material —murmuró el coreano, no tan absorto en sus tareas como era su costumbre. No iba a admitirlo, pero extrañaba la voz del tailandés—. ¿Quieres ir?

—El jefe no nos deja salir —respondió sin ánimos y simplemente suspiró. Se recargó en la silla y cerró los ojos—. ¿Sabes? Cuando mis padres murieron, los papás de Yuuri me acogieron en su hogar. Era agradable y me sentía como en casa, como si ellos fueran mi verdadera familia, pero ya no los tengo —masculló, envolviendo su rostro con ambas manos para cubrir las lágrimas que descendían en sus mejillas—. Sé que lo hizo por ellos, pero aun así me duele su traición y quiero odiarlo.

—Perdónalo —articuló, sorprendiendo al otro. Phichit lo miraba una vez más, intrigado—. Si no puedes odiarlo, perdónalo.

—¡Pero me traicionó a mí, a ustedes y a Viktor! —exclamó, levantándose del asiento—. ¿Cómo puedes decirme eso? ¿Estás loco? Sería como perdonar al gobierno que asesinó a mis padres.

—Tú también le mentiste —enfatizó, devolviendo su atención a las pantallas que continuaban grabando el exterior—. Él no sabía que eras un opositor, pero aprendió a perdonarte.

—E—Es diferente —balbuceó, tallándose el rostro para limpiarlo, y empuñó sus manos enojado. Esa furia contenida en su pecho gritaba muy dentro de él, exigiéndole una vía de escape a su dolor y frustración—. Yo lucho por un mundo mejor, pero Katsuki Yuuri es aliado del enemigo.

—Bueno, técnicamente nosotros somos enemigos de ellos —puntualizó, causando que el menor soltara un bufido en desacuerdo—. Solo digo que no me gusta que estés así y... deberías hacer algo.

—¡Sí! —asintió, dándose media vuelta con el objetivo de retirarse. Por primera vez, su enamorado había iniciado una plática y era para decirle que perdonara a un impostor—. Y lo que haga no te incumbe, Señor Hacker de Computadoras Estúpidas, puedes seguir jugando a salvarnos el pellejo.

—Yo no hackeo computadoras, son los sistemas —aclaró, enfureciendo a un moreno que azotó la puerta a su paso—. Adiós.

En el pasillo frente a la oficina, Viktor apoyaba su espalda contra la pared y se tapaba la boca. Las comisuras de sus labios y el cuello de su camisa estaban ya manchadas de un líquido rojizo que escurría a borbotones. Estaba teniendo una hemorragia y eso solo significaba que su organismo comenzaba a rechazar los medicamentos.

Phichit salía de la Sala de Vigilancia y, en seguida, sus ojos se percataron de la escena que lucía como una masacre por el charco de sangre que se amontonaba en los pies del ruso. Pegó un sonoro grito al verlo de esa forma, porque nunca en su vida había sido testigo de un ataque de Mortys, mucho menos si la víctima era su líder.

—¡Jefe! —vociferó, corriendo hacia el de melena platinada para auxiliarlo—. ¿Qué debo hacer?

—S—Saki —tartamudeó, fulminando con su fría mirada a Chulanont. Estaba actuando como un loco desquiciado y eso iba a preocupar al resto. Lo más viable era controlar la situación sin que sus chicos se enteraran—. Ve por ella.

—¡Sí! —aseveró, emprendiendo su apresurada huida hacia el fondo del pasillo para buscar a la doctora.

...

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora