Fase V - La primera vez que confié

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Lunes 13 de noviembre de 2071

En la sala, ocho individuos se situaban alrededor de una mesa de madera de caoba, larga y ancha. Encabezando la reunión se encontraba Viktor; a la derecha, Yuuri, Phichit y Seung, y a la izquierda Yuri, Otabek, Guang y Georgi. La atmósfera era tensa y las miradas recelosas cruzaban de un extremo a otro, principalmente por el ruso rubio.

—El domingo en la noche atacaremos el distrito siete, donde está el Laboratorio de Experimentación del gobierno de Yakov, y nos adueñaremos de los datos que les robaron a mis padres —anunció el líder, desplegando en el tablero un mapa con divisiones y símbolos que sólo ellos identificaban—. Estaremos divididos.

—Tengo que decir algo —murmuró Otabek, interrumpiendo las órdenes de su jefe. Lo miró como si le pidiera razones con ese gesto—. ¿Por qué están ellos aquí? —cuestionó, señalando a Guang y Georgi—. Son novatos en el campo, no tienen preparación.

—Los asesinarán —añadió Plisetsky, chasqueando los dientes—. Yo no cuidaré de niños que todavía usan pañales.

—Sí, por eso te quedarás —demandó el de melena platinada, esbozando una sonrisa divertida que iba dirigida a sus espectadores—. Dije que nos dividiremos —remarcó, arrastrando su tosca voz para hacer que callaran—. El gatito gruñón estará con su osito en la Zona de Comercios, crearán un foco de atención; Seung y Georgi irán en la camioneta a recoger al par de enamorados y los apoyarán si es necesario, no quiero que cometan una estupidez; Guang, Phichit y Yuuri contactarán con Mila en el distrito dos, y yo me escabulliré en el laboratorio.

—¿Qué? —interrogó el adolescente rubio—. ¡Es peligroso! ¿Estás loco? ¿Quieres morirte ahí? Te atraparán, ¡Viktor!

—¡Oh, Dios! —exclamó Nikiforov, soltando un profundo suspiro—. ¿Acaso eres mi padre? Haz lo que te digo y cierra esa linda boca.

—¿Y si te atrapan, maldito viejo?

—Si me atrapan, Otabek sabe lo que tiene que hacer —decretó, reincorporándose de su silla. Llevó sus ojos azules hacia Katsuki, quien también le observaba temblando de los nervios—. Vamos, Yuuri, debes aprender a jalar del gatillo.

—¡Oye, Viktor! —vociferó Yuri, levantándose frenéticamente. No estaba dispuesto a acatar las demandas de su líder, no esta vez—. ¡Escúchame! —pidió, sosteniendo la mano derecha de su amor platónico—. Por favor, no vayas solo. Voy contigo.

—¿Tú? —Enarcó una ceja y curveó sus labios como burla a la petición del adorable chico—. Tú no me sirves en esta misión con esa actitud prepotente y altanera.

—Coincido con él —argumentó el kazajo. Observó a los demás, notando en ellos la indecisión. Tampoco querían cumplir la parte que les correspondía, no cuando el jefe estaría desprotegido—. Sin ti, nosotros...

—No seré dramático —bufó el peliplata, asintiendo levemente. Tal vez se precipitaba, aún tenía tiempo, pero ¿cuánto más? —Georgi, Guang —llamó, y de inmediato nos nombrados alzaron la vista en su dirección—, ustedes lo deberían saber ya. El motivo de esta misión es recolectar la información para que Saki cree la cura de Mortys y yo viva —reveló, liberándose del agarre de Yuri para volver a su lugar—. Aunque parezca un hombre fuerte, no lo soy. Cada día que transcurre, las oportunidades se desvanecen. Moriré, eso lo sé desde que tengo consciencia, y no quiero un final. No ahora.

—¿No ahora? —replicó Plisetsky, confundido por la frase que había empleado el mayor—. ¿A qué te refieres?

—¿Es porque estás enamorado de Yuuri? —inquirió Phichit, dejando boquiabiertos a sus compañeros—. ¿Quieres vivir por él?

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora