Fase II - ¿Quién es Viktor? [Parte 5]

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Miércoles 25 de octubre de 2071

Esa mañana, Yuuri iba a despedirse del ruso cuando lo encontró desmayado en la entrada del baño. De inmediato llamó a Phichit, quien buscó a Saki. Debido a una misión, sólo estaban ellos tres, así que el silencio era incómodo en el laboratorio, donde Viktor dormía sedado por los efectos de las inyecciones.

La científica oprimía los botones de su teclado, anotando las observaciones y lo rápido que avanzaba el virus. A pesar de que esa cepa de Mortys no era tan letal, tampoco era fácil de tratar. La mujer no lograba descifrar varios porqués y eso debía ser la clave para desarrollar una cura.

Katsuki le hizo señas a Chulanont de que saldría un momento, pues necesitaba aire o iba a ahogarse en ese ambiente. El sonido de las uñas de Saki chocando con el tecleado, los suspiros de su amigo y el pitido de las máquinas a las que el líder estaba conectado era demasiado. Se sentía confundido, preocupado y no quería.

Él se debía ir y continuaba ahí. Alargar su estancia no era recomendable, pero había algo que le impedía marcharse. Tal vez el deseo de un adiós o un delicado apretón, un simple todo estará bien o una palmadita en el hombro. ¿Por qué? ¿Por qué esa angustia en su pecho? ¿Por qué esos sentimientos?

Sus padres lo esperaban en casa y no podía postergar su falso permiso en la escuela. Si el gobierno descubría que se había involucrado con Los Opositores, su familia sería encarcelada. ¡Yuko! Esa chica ni siquiera tenía la culpa y sufriría las consecuencias de las decisiones precipitadas de un estúpido joven.

Exhaló una bocanada de aire y recargó su espalda en la pared detrás de él. Alzó la mirada hacia el techo y se concentró en la blancura de aquél. Era el subterráneo, pero no olía mal. El lugar estaba habitable para ellos, como si todo hubiese sido parte de una conspiración de años.

—¿Es lindo? —cuestionó una voz que a Yuuri le parecía conocida—. No es de mis hobbies, pero somos diferentes, ¿no?

—Tú —balbuceó al contemplar la figura que se erguía delante de él, confirmándole sus sospechas. Era el sujeto que se había encargado de su juicio, Christophe Giacometti—. ¿Por qué...? —No terminó su pregunta y un vago recuerdo llegó a su mente, una frase que Viktor le había dicho: Tengo a alguien en el gobierno que nos ayudará.

—Soy un fiel seguidor de los demonios —confesó el rubio, echándose a reír al segundo siguiente. Había sido muy idiota—. Bueno, soy un encubierto, como un espía sexy que trabaja en las instalaciones privadas de Yakov.

—¿Cómo es posible?

—Trucos y una actuación creíble —respondió, encogiéndose de hombros. Y sí, era un excelente actor—. Pensé que Vitya ya te había enviado a tu hogar, ¿por qué permaneces en este sitio tan peligroso?

—No sé —murmuró, agachando la cabeza. Ni siquiera él sabía por qué estaba allí, no era un miembro del grupo, sólo era un estudiante común—. Viktor se desmayó, está en el laboratorio.

—Ah, sí —asintió indiferente, causando más sorpresa en el japonés. Chris lo notó y sólo pudo sonreírle—. Saki me mandó mensaje, por eso vine.

—Tu brazalete... —murmulló, señalando la pulsera en la muñeca del suizo—, ¿no te descubrirán por el GPS?

—No —negó riendo y se aproximó a Yuuri para acomodarse a su costado derecho. Cruzó sus brazos y observó el pasillo que se extendía, oscuro y lúgubre—. Seung es un informático, él bloquea los sistemas del gobierno y los hackea. Se supone que estoy descansando en mi departamento y es mentira, pero ellos no lo sabrán.

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora