Especial: Desde las sombras

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Nota: este especial no tiene relación directa con la trama del fanfic. Lo escribí para cumplir con el desafío de la evaluación de la Fase de los #PremiosKatsudon2018. 

*Situación: ¿qué pasaría si Yuuri no se hubiera ido con Viktor?


—¿Qué haremos con él? —Otabek palmeó el hombro de su enamorado para tranquilizarlo, aunque no funcionaba, pero lo hacía para tocarlo—. Es peligroso.

—Yo estaré bien, no se preocupen por mí —expresó Yuuri.

—No, no lo estarás —objetó el ruso—. Solucionaremos esto en unos días, pero hoy tienes que acompañarnos.

—No los acompañaré —refutó el pelinegro y retrocedió unos pasos, alejándose sin ser consciente de aquel a quien había salvado—. Tengo una familia aquí y no los abandonaré por ustedes.

—¿Y crees que estarás bien? Ellos te tomarán como su prisionero cuando vean las grabaciones —enfatizó Viktor en un feroz gruñido, acción que hizo temblar al estudiante—. Vendrás con nosotros y...

—Entonces hagan lo que mejor saben hacer —puntualizó el azabache, contemplando fijamente a los ojos azules que lo fulminaban molestos—. Borra la evidencia; ustedes se irán y yo no me convertiré en un prisionero de tres traidores.

Yuuri sacudió la cabeza, borrando ese recuerdo de su memoria, y dio media vuelta en su cama. Últimamente, lo único que vagaba en sus pensamientos era esa escena en donde ayudaba a un fugitivo del gobierno a escapar y la conversación previa a la explosión. Esa plática había sido tan normal, como si hablara con Phichit, pese a que este también era un opositor.

Le costaba creer que podía entablar una charla amigable con un prófugo de la justicia que amenazaba al país con destrucción y caos, con muertes y dolor, con furia e intranquilidad. Cualquiera que conociera a Viktor pensaría en él como un tipo simplón y no diría que es un delincuente. Era extraño; era rara la sensación de conocerlo o intentar querer conocerlo para convertirse en amigos.

Existían dos contrapartes que se debatían en su mente. La primera, la razón, le gritaba huir siempre que lo hallara vagando en las calles porque iba a matarlo por venganza. No sabía hasta dónde podía llegar Viktor ni sus principios morales, si es que tenía, por lo tanto, desconfiar era lo viable. El gobierno lo tachaba de asesino, podía acabar con la vida de sus padres si se involucraba más con él, y eso era un cargo de consciencia que no estaba dispuesto a soportar.

La segunda, la curiosidad, le obligaba a permanecer cerca de un desconocido. Quería profundizar más en su relación para obtener información de él. Aunque sonara loco y desquiciado, ese criminal buscado por Yakov Feltsman era una caja llena de sorpresas. Tenía varias facetas, pero en ninguna se descubría como el actor de una novela de horror. Eso lo llevaba a cuestionarse: ¿era tan diabólico o era tan bueno que lo etiquetaban de malo?

Sin embargo, al terminar el día y enterrado en sus mullidos cobertores, la razón ganaba. Estaba asustado de revelar una verdad que no deseaba saber y optaba por quedarse en las sombras, en el lugar que el gobierno les hacía imaginar para desterrar a un desertor. Viktor era muy peligroso y temía por su vida y la de sus familiares.

En el subterráneo, dentro de una oficina fría, se esparcía el olor a café recién hecho combinado con el aroma del tabaco que el líder de la opresión fumaba. El de melena grisácea revisaba unos documentos, una tarea muy común en su cotidianidad, e intentaba concentrarse en las letras y los garabatos de las hojas impresas con tinta negra. Plasmaba su firma cada diez minutos y aspiraba de su cigarrillo sin ánimos.

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora