Fase V - La primera vez que te engañé

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Sábado 11 de noviembre de 2071

Dentro del baño, en la habitación del líder de uno de los enemigos más buscados, Yuuri Katsuki se encontrada de espaldas a Viktor Nikiforov. El primero tallaba sus brazos con un jabón con olor a lavanda, evadiendo el hecho de que el trasero le dolía. El segundo esparcía suaves y delicados besos a lo ancho de los hombros del menor, tratando de aliviar el ardor que había provocado en la noche anterior.

—Pensé que debía animarte —comentó el exalumno, recargando su cabeza en el pecho contrario—. ¿Era una mentira?

—Una piadosa —respondió muy sincero, pues ya no tenía escapatoria. Decir la verdad era su única opción, pese a que significara recibir un golpe—. ¿Estás enojado? ¿Quieres una pastilla?

—Soy un hombre, puedo soportarlo —refunfuñó, haciéndose el ofendido. Había pensando seriamente en la pastilla, pero no lo iba a aceptar—. Y no, no estoy enojado contigo.

—Hm —gimoteó, rodeando con sus delgados brazos la cintura pequeña de Yuuri—. ¿Te gustó?

—Fuiste rudo al final —admitió, recordando la última ronda que habían tenido. Él ya no deseaba más, pero Viktor seguía entusiasmado y no podía contenerse—. También te corriste sin condón —añadió, haciendo un puchero infantil—. Es incómodo, pero me limpiaste con toallas húmedas y has cuidado de mí. Te perdono por eso —dijo, devolviendo la pieza de jabón a su lugar.

—¡Qué benevolente! —exclamó, riendo divertido. Katsuki bufó, enfurruñado por el sarcasmo empleado—. Bien, bien. Muchas gracias, Dios, le has regalado un corazón amable a este joven.

—¡No me molestes! —rezongó, apartándose del agarre para girarse y enfrentar al de melena plateada. Lo miró fijamente, demostrando su adorable enojo—. No es gracioso cuando te burlas de mí.

—Lo es —protestó, tomando desprevenido al pelinegro. Lo apegó otra vez a él y besó sus apetecibles labios, deleitándose con el sabor dulce de éstos.

—N—No —balbuceó entre jadeos, sabiendo que pronto perdería la cordura y se dejaría llevar—. Ngh —jadeó, no pudiendo frenar sus deseos y sentimientos que, lentamente, se desbordaban en todo su ser.

—Eres lo más extraordinario que me ha pasado desde que nací —reveló, terminando el intercambio de saliva para reposar su frente en la opuesta—. Quiero ser egoísta con la muerte.

—¿De qué hablas? —cuestionó, inhalando grandes bocanadas de aire para normalizar su respiración.

—Haré hasta lo imposible para vivir —prometió, aferrándose al japonés, quien se había quedado mudo ante su confesión—. Conseguiré los datos que Yakov robó y viviré por ti, mi lindo chico de mirada encantadora.

Ambos se ducharon y, luego de unos minutos, salieron con toallas atadas a sus caderas. Viktor se arregló velozmente y se marchó de la recámara con la excusa de tener una reunión urgente para planear sus próximos movimientos en la ciudad. Yuuri permaneció sentado en el borde de la cama, aún pensando en las palabras dichas por el ruso.

Entonces, sus pensamientos comenzaron a llenarse de recuerdos y uno de ellos se coló en lo profundo de su mente. Se instaló ahí, provocando que temblara aterrado. ¿Qué estaba haciendo?

—¿Katsuki Yuuri? —interrogó un hombre vestido con traje negro que no portaba brazalete, de apariencia lúgubre y expresión fría.

—S—Sí —asintió, deteniéndose a la mitad de su camino hacia la escuela—. ¿Qué...?

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora