Fase IV - Elecciones del corazón

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Lunes 06 de noviembre de 2071

—¿Desnudo?

Viktor carcajeó al ver la reacción inocente de Yuuri al desencajar su mandíbula y agrandar sus ojos. Inevitablemente, un sonrojo tiñó las mejillas del japonés al enterarse de que se estaban burlando de él y decidió cruzar sus brazos contra el pecho, demostrando su enojo.

—¡Me voy! —exclamó furioso y giró sobre sus talones, pero Nikiforov fue aun más veloz y lo atrapó en un abrazo.

—Quédate —pidió en un susurro, como cuando un niño ruega por la presencia de sus padres en una habitación oscura y repleta de monstruos—, por favor —añadió.

—E—Está bien, no necesitas pegarte —balbuceó. Su cuerpo hervía afiebrado por la calidez que el otro le transmitía en esa cercanía palpable.

—¿No te gusta? —interrogó el ruso, apoyando su mentón en uno de los hombros contrarios y esbozó una amplia sonrisa.

—Es incómodo —respondió, mordiéndose el labio y tratando de alejarse lo más rápido posible, pero sin éxito—. Estás desnudo, ¿lo olvidas?

—Oh, no te preocupes, no reacciono fácilmente —dijo descaradamente a un Yuuri que moría de la vergüenza—. Los medicamentos inhiben un poco mi deseo sexual. Una desgracia para ti, ¿no? Tienes que animarme y hacer...

—No quiero saberlo —refutó temblando. Si no moría, al menos iba a desmayarse—. En verdad, deseo mi espacio.

—Sí, sí —asintió, apartándose para buscar unas prendas y vestirse. Aunque le gustaba estar de esa manera porque se sentía fresco, Otabek y Yuri también le decían que era incorrecto y grosero.

El pelinegro se volteó y observó cómo Viktor cruzaba la recámara de extremo a extremo jalando un pantalón deportivo gris, un suéter negro con cuello alto y unos calcetines blancos con dibujos de caniches plasmados. Le parecía tan inmaduro que todavía usara prendas infantiles, pero era algo que caracterizaba a ese hombre.

Rió al contemplar la combinación lúgubre que terminaba en una explosión de diversión al tener unos perros plasmados en las medias. Más infantil no podía ser, pero se equivocaba, porque su jefe tomó un lazo rojo de su armario y ató sus mechones con el accesorio en una pequeña y despeinada cola de caballo.

—Dime, ¿en serio eres un desertor? —cuestionó Yuuri, enarcando una ceja. Para su sorpresa, Nikiforov no comprendía a qué se refería—. ¿Un lazo en tu cabello? Sólo déjalo así.

—Ah, esto —canturreó, señalando su peinado rebelde—. Mila me enseñó a hacerlo, ¿no es lindo?

—No debería decir que sí, pero sí, es lindo en ti —admitió muy reticente, y suspiró. Nunca había descrito a un chico con esa palabra, sin embargo, ahí estaba, pensando que Viktor Nikiforov era tierno y adorable—. ¿Te gustan los animales?

—Son agradables —afirmó, evadiendo la pregunta como un maestro del engaño—. No podemos tener mascotas en el subterráneo porque sería terrible para ellos. Además, un desahuciado no es la persona más adecuada.

—¿No hay avance? —inquirió curioso y al mismo tiempo nervioso. No quería que el ambiente entre ellos se tensara, pero era justo esperar una respuesta positiva.

—Saki redujo la dosis, pero son más intensas —contestó mientras se acercaba a su cama y se sentaba en el borde de ésta—. Ha hecho varias pruebas, pero necesita las anotaciones de mis padres para crear una cura.

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora