Fase III - Uniones de poder

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Lunes 30 de octubre de 2071

El juicio de la familia Katsuki se llevaba a cabo en la misma sala donde Yuuri había sido citado. Bajo la estricta vigilancia, el comandante Leroy formulaba las preguntas para averiguar indicios de una posible traición de los padres y no sólo del hijo menor. También, el encargado de los asuntos legales, Christophe Giacometti escribía observaciones.

Hiroko y Toshiya estaban sentados en sus respectivas sillas, y observaban con preocupación a los dos sujetos que se imponían delante de ellos. No sabían cómo reaccionar, pues no esperaban que Yuuri fuera esa clase de persona. Recordaban la visita de Christophe y la sutil amenaza de él para convencerlos de que su hijo no iba a sufrir, pero se cuestionaban sobre la veracidad de esa información.

—Mi esposa y yo acogimos a Phichit Chulanont en nuestro hogar porque sus padres habían fallecido y porque él y Yuuri eran buenos amigos —explicó Toshiya, entrelazando sus dedos de la mano derecha con los de su amada pareja—. Cuando él desertó al gobierno, no pensamos en las consecuencias ni en que eso afectaría la racionalidad de mi hijo.

—Eran apegados —añadió Hiroko, desviando ligeramente sus ojos hacia Chris, quien se percató de su acción y le regaló una media sonrisa—. No sabemos más, ni siquiera se ha comunicado con nosotros.

—Es lo que el joven, Yuuri Katsuki, decía —objetó Jean—. ¿Cómo podemos confiar en una familia que ha criado a un traidor?

—Vigilándonos —aseveró Toshiya, aferrándose a su esposa.

—Muy valientes —siseó el rubio de melena bicolor—. Mari Katsuki será llevada a juicio el martes treinta y uno de octubre del presente año por los cargos de: traición y complicidad; agravios que no serán perdonados por el gobierno de Yakov Feltsman —sentenció el suizo, levantándose de su asiento—. Los acompañaré.

El comandante de Los Vigilantes se quedó inmóvil en su lugar, releyendo una vez más el caso. Mientras tanto, Giacometti tenía la tarea de guiar al matrimonio Katsuki a la salida del edificio, así que caminaba en el pasillo detrás de los sospechosos con su libreta y un lapicero en mano. Había sido agotador incluso para él, pero su deber no concluía ahí.

—Mi Yuuri... —murmulló Hiroko en un tono leve, inaudible para los mirones que los consideraban criminales.

—Sano y a salvo —articuló, y sus palabras fueron secundadas por un bostezo para no convertirlo en el blanco.

—Gracias.

—Los veré pronto —anunció Chris, deteniéndose al pie del elevador—. A partir de aquí, serán escoltados por Los Vigilantes y su casa estará rodeada las veinticuatro horas. Procuren no salir de noche, creará más rumores.

—¿Qué pasará con Yuko? —cuestionó Toshiya antes de que las puertas del ascensor se abrieran.

—Está en cuarentana permanente y se le hará un juicio para liberarla de la unión, excepto que se le encuentre culpable y, en esas circunstancias, ella recibirá condena de muerte por los cargos imputados a su pareja predestinada —expuso con alegría. Y no por lo gracioso que le resultara, sino porque él ya sabía el final de la historia—. Si es una víctima de los desafortunados acontecimientos, Yuko vivirá feliz con un hombre que la merezca y formará una hermosa familia.

...

—Yakov, ¿qué pretendes? —Celestino arrojó una carpeta con hojas en la mesa del grandioso y lujoso comedor que adornaba la casa del presidente—. ¿Por qué no me dijiste lo que tramabas?

—No tenía importancia, tú eres un simple científico —gruñó al examinar su saco gris manchado por su exquisita comida.

—Los dos estamos metidos en este lío, no intentes dejarme de lado —bramó, propinándole una patada a la silla de madera—. Tú no puedes decidir sin mí.

Mortys #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora